Enseñanzas de infecciones para prevenir violencia

La disrupción surge de donde menos esperamos. La pandemia está dejando aprendizaje para utilizar nuevas formas de enfrentar la violencia. Conócelas.

¿Por qué, en el pasado, se encerraba o condenaba a la hoguera a las víctimas de enfermedades infecciosas como lepra, tuberculosis o cólera? Porque se desconocían las causas de sus enfermedades -pues eran invisibles- y se atribuía su infección a defectos de su moralidad.

Se dejó de hacer después del siglo XVII, cuando Anton Leuwenhoek, inventó el microscopio y Louis Pasteur y Robert Koch demostraron que había criaturas invisibles causando esas enfermedades.

El descubrimiento de las causas verdaderas, condujo a estrategias racionales para reducir el impacto de los micro-asesinos: desde la inmunización, el saneamiento ambiental, el manejo higiénico de los alimentos, el uso de los baños y el lavado de manos.

Hoy, la violencia padece la misma clase de errores de diagnóstico que las enfermedades infecciosas del pasado: las visiones y soluciones exclusivamente moralistas, que llenan los vacíos de conocimiento, suelen acarrear la ineficacia en las estrategias de control.

Sin embargo, hoy tenemos más información y nuevos enfoques que pueden encauzar nuevas estrategias para reducir la violencia.

La violencia es un fenómeno de la conducta y, ya que el cerebro regula y controla los comportamientos, los descubrimientos recientes de los procesos cerebrales, de la psicología social y de la epidemiología, así como nuevos enfoques terapéuticos, podrían ayudar a definir estrategias efectivas de reducción de la violencia.

Por ello, los interruptores, agentes de cambio y coordinadores de este tipo de esfuerzos deberán:

• Ser capacitados en métodos de persuasión, de cambios conductuales y de reingeniería de las relaciones comunitarias, así como en epidemiología.

• Ser mensajeros creíbles, preferentemente surgidos de la misma comunidad o comunidades de características afines, para evitar las barreras sociales.

Con estas nuevas estrategias es posible dejar atrás la idea de las “malas personas” o de los “enemigos públicos” y enfrentar la problemática de la violencia con un enfoque constructivo, entendiendo que la violencia tiene todas las características de una enfermedad infecciosa: zonas de agrupación, rutas de transmisión, períodos de incubación, síndromes, etc.

Si se entiende a la violencia como una enfermedad contagiosa, es de esperarse que el talento y el trabajo persistente y continuo permitirán dejar atrás el flagelo, como se ha logrado con otras enfermedades; no obstante, igual que con las infecciones, más allá de las estrategias especializadas de contención, lo más importante es lograr, de todos, su participación.

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