LA SEGURIDAD A TRAVÉS DE LA HISTORIA VOL. 2 | Escritos Antiguos: Referencias sobre seguridad

LA SEGURIDAD A TRAVÉS DE LA HISTORIA VOL. 2

Escritos Antiguos: Referencias sobre seguridad 

Texto original Traducido del Código de Ur-Nammu

Prólogo 1-30 [...] (9 líneas perdidas), [Ur]-Namma (?), [guerrero pode]roso (?), [rey de (?) U]r, [rey de (?)] Sú[mer (?) y de Acad (?)] [...] (11 líneas perdidas) cada mes 90 gur (=22734 l.) de cebada, 30 ovejas (y) 30 sila (=24 l.) de mantequilla estableció para él como ofrenda periódica.

Pr. 31-74 Cuando los dioses An y Enlil otorgaron al dios Nanna la realeza de Ur, en esos días, a Ur-Namma, el hijo nacido de Ninsun, su amado servidor, por su justicia (y) su ecuanimidad [...] (32 líneas perdidas o muy fragmentarias).
Pr. 75-86 A Namhani yo (=Ur-Namma) lo ascendí al cargo de gobernador de Lagash. Con la fuerza el dios Nanna, mi señor, hice que 'el barco de Magan' del dios Nanna regresara al kisar (y) en Ur hice que resplandeciese.
Pr. 87-103 En ese tiempo, los campos estaban ocupados por los niskum, el comercio a larga distancia se hallaba en manos de los grandes banqueros; el pastor se hallaba en manos de los que se apropiaban de os bueyes, de los que se apropiaban de las ovejas (y) de los que se apropiaban de los asnos; [...] (7 líneas perdidas).

Pr. 104-113. En ese tiempo (yo), Ur-Namma, guerrero poderosos, rey de Ur, rey de Súmer y Acaad, con la fuerza de Dios Nanna, mi señor, por medio de la [orden jus]ta (?) del [dios Utu (?)] establecí [la justi] cia (?) [en el país(?)]:
Pr. 114-124 [...] (2 líneas perdidas)... hice regresar; el comercio a larga distancia (que se hallaba en manos de) los grandes barqueros, al pastor (que se hallaba en manos de) los que se apropiaban de los bueyes, de los que se apropiaban de las ovejas (y) de los que se apropiaban de los asnos, a los acadios, a los extranjeros de Sumer [y Acad], los liberé.

Pr. 125-149 En ese tiempo, con la fuerza del dios Nanna, mi señor, establecí la libertad de Aksak(!), Marad, Girkal, Kazallu y sus asentamientos (y) Uzarum, todos (los territorios) que Ansan había sometido a la esclavitud. Hice el medidor-bariga de cobre y lo fijé en una capacidad de 60 sila (=48 l.); hice el medidor-ban de cobre y lo fijé en una capacidad de 10 sila (=8 l.); hice el medidor-ban 'normal' del rey y lo fijé en una capacidad de 5 sila (=4 l.); hice el medidor de bronce de 1 sila (=0,8 l.) y lo fijé en 1 mana (=500 gr.); el peso de piedra 'puro' de 1 gin (=8.3 gr.) lo fijé como equivalente a 1/60 de 1 mana.
Pr. 150-161. En ese tiempo, regulé el tráfico de barcas en las orillas del Tigris, en las orillas del Éufrates (y) en las orillas de todos los ríos; [hice que los caminos fueran seguros (?)] (para) los mensajeros (?); construí casas (junto a los caminos); planté huertos (e) hice que el rey tuviera un jardinero (para ellos).
Pr. 162-168c. El huérfano no se lo entregué al rico; la viuda no se la entregué al poderosos; el hombre (que sólo posee) 1 gin (=8.3 gr.) no se lo entregué al hombre (que posee) 1 mana (=500 gr.); el hombre (que sólo posee) 1 oveja no se lo entregué al hombre (que posee) 1 buey.

Pr. 169-174. Establecí a mis gobernadores, a mis madres, a mis hermanos (y) a sus familiares; sus órdenes (/ deseos) no obedecí.
Pr. 175-180 No impuse trabajos (obligatorios); hice desaparecer la enemistad, la violencia (y) los gritos de dolor (dirigidos al) dios Utu; establecí la justicia en el país.
En ese tiempo:

• 1 Si un hombre cometía un homicidio, a ese hombre se le daba muerte.
• 2 Si un hombre cometía un atraco, se le daba muerte.

• 3 Si un hombre privaba (a otro hombre) de libertad (sin que hubiese razón para ello), ese hombre era hecho prisionero (y) pagaba 15 gin (=124,5 gr.) de plata.
• 4 Si a un esclavo que había desposado a la esclava que deseaba se le concedía la libertad, (ese esclavo) no abandonaba la casa (de su amo).

• 5 Si un esclavo desposaba a una mujer libre, ese esclavo ponía a su hijo al servicio de su señor; e hijo que había sido puesto al servicio de su señor, el ... de las propiedades de la casa de su padre en el interior de os muros de la casa [de su padre ...]; el hijo de la mujer libre no era propiedad del señor y no se veía reducido a la esclavitud.
• 6 Si un hombre hacía uso de la fuerza (y) violaba a la mujer de un gurus que aún no había sido desvirgada, a ese hombre se le daba muerte.
• 7 Si un hombre seguía a la esposa de un gurus por iniciativa de ella (y) yacía en su regazo, a esa mujer se le daba muerte (y) al hombre se le ponía en libertad.
• Si un hombre hacía uso de su fuerza (y) violaba a la esclava de otro hombre que aún no había sido desvirgada, ese hombre pagaba 5 gin (=41.5 gr.) de plata.
• 9 Si un hombre repudiaba a su primera esposa, pagaba mana (=500 gr.) de plata.
• 10 Si un hombre repudiaba a una viuda, pagaba 1/2 mana (=250 gr.) de plata.

• 11 Si un hombre, sin (mediar) contrato de matrimonio yacía sobre el regazo de una viuda, no pagaba ninguna cantidad de plata.
• 12 Si [...]

(10 líneas perdidas = parte de 12 y 13).
• 13 ...([x]+3 líneas ilegibles)

• 14 Si un hombre a otro hombre lo causaba de..., (y al acusado) al divino río de la ordalía lo llevaban, (y) el divino río de la ordalía lo purificaba (=el hombre se salvaba), el hombre que allí lo había levado (=el acusador) pagaba 3 gin (=24.9 gr.) de plata (?).
• 15 Si un hombre acusaba a la esposa de un gurus de que otro hombre había yacido en su regazo, (y) después el río la purificaba (=la mujer se salvaba), el hombre que había hecho la acusación pagaba 1/3 de mana (=166.6 gr.) de plata.
• 16 Si un yerno entraba en la casa de su (futuro) suegro (y), después de que esto hubiese ocurrido, el suegro daba la esposa a su amigo (del yerno), lo que (el yerno) había llevado (a la casa del suegro) el suegro se lo pagaba por duplicado.

• 17 Si... (8 líneas ilegibles) le pagaba 2 gin (=16.6 gr.) de plata.
• 18 [Si ...] “c. 2 líneas perdidas), (o) una esclava ..., sobrepasaba los límites de su ciudad (y) un hombre la/lo hacía regresar, el dueño del esclavo/a pagaba [x] gin de plata a aquel que lo/la había hecho regresar.

• 19a Si [un hombre a otro hombre ...] (3 líneas perdidas) le cortaba su pie, pagaba 10 gin (=83 gr.) de plata.
• 19b Si un hueso ... (2 líneas ilegibles) le rompía, pagaba [x] gin de plata.

• 20 Si un hombre a otro hombre con una maza un hueso ...(le) destrozaba, pagaba 1 mana (=500 gr.) de plata.
• 21 Si un hombre a otro hombre (le) cortaba su nariz con ... pagaba 2/3 de mana (=333.3 gr.) de plata.
• 22 Si [un hombre] a [otro hombre] (?) el/la [...] con[n] (le) cortaba, [...] (1 línea perdida), [pagab]a [x gin de plata].
• 23 Si co[n...] su die[nte] [...], pa[gaba] 2 gin (=16.6 gr.) de plata.

• 24 S[i ...]
(c. 29 líneas perdidas = parte de 24 y 25 y c. dos nuevas leyes)

• 25 [...] traía [una esclava]; si no tenía esclava, le pagaba 10 gin (=83 gr.) de plata; si no tenía plata, le tenía que dar algo de su propiedad.
• 26 Si alguien injuriaba a la esclava de un hombre que había alcanzado la categoría de su señor (al injuriador) le restregaban su boca con 1 sila (=0.8 l) de sal.
• 27 Si alguien golpeaba a la esclava de un hombre que había alcanzado la categoría de su señora, [...]

(c. 32 líneas perdidas = parte de 27 y 28 y c. dos nuevas leyes).
• 28 (se conserva sólo una línea ilegible)

• 29 Si un hombre comparecía en calidad de testigo y se comprobaba que era delincuenta, pagaba 15 gin (= 124.5 gr.) de plata• 30 Si un comparecía en calidad de testigo, (pero) se negaba a prestar juramento, indemnizaba con los mismo que estaba en litigio en el proceso judicial.
• 31 Si un hombre araba por la fuerza el campo de (otro) hombre (y el propietario) emprendía una causa judicial, (pero el propietario) actuaba con negligencia (descuidando el campo), ese hombre (=el propietario) perdía (incluso) su derecho al cobro del alquiler (del campo).

• 32 Si un hombre inundaba el campo de (otro) hombre pagaba 3 gur (=757.8 l.) de cebada (por) cada iku (=0.36 ha.) de campo (inundado).
• 33 Si un hombre le daba a (otro) hombre un campo para labrar, pero (éste) no lo labraba, (sino que) lo dejaba improductivo, pagaba 3 gur (=757.8 l.) de cebada (por) cada iku (=0.36 ha.) (de campo).
• 34 Si un hombre a (otro) hombre ...

(c. 35 líneas perdidas = parte de 34 y 35 y c. dos nuevas leyes).
• 35 [...] le pagaba

El resto del texto de las Leyes de Ur-Namma (un número indeterminado de leyes y el Epílogo) no se ha conservado en ningún manuscrito.

Texto original Traducido del Código de Hammurabi
Ley 1: Si uno ha acusado y ha embrujado a otro y no puede justificarse, es pasible de muerte.

Ley 2: Si uno embrujó a otro y no puede justificarse, el embrujado irá al río, se arrojará; si el río lo ahoga, el que lo ha embrujado heredará su casa; si el río lo absuelve y lo devuelve salvo, el brujo es pasible de muerte y el embrujado tomará su casa.
Ley 3: Si uno en un proceso ha dado testimonio de cargo y no ha probado la palabra que dijo, si este proceso es por un crimen que podría acarrear la muerte, este hombre es pasible de muerte.

Ley 4: Si se ha prestado un testimonio semejante en un proceso de trigo y plata, recibirá la pena de este proceso.
Ley 5: Si un juez ha sentenciado en un proceso y dado un documento sellado (una tablilla) con su sentencia, y luego cambió su decisión, este juez será convicto de haber cambiado la sentencia que había dictado y pagará hasta 12 veces el reclamo que motivó el proceso y públicamente se le expulsará de su lugar en el tribunal y no participará más con los jueces en un proceso.

Ley 6: Si uno robó el tesoro del dios o del palacio, recibirá la muerte y el que hubiere recibido de su mano el objeto robado, recibirá la muerte.
Ley 7: Si uno compró o recibió en depósito, sin testigos ni contrato, oro, plata, esclavo varón o hembra, buey o carnero, asno o cualquier otra cosa, de manos de un hijo de otro o de un esclavo de otro, es asimilado a un ladrón y pasible de muerte.

Ley 8: Si uno robó un buey, un carnero, un asno, un cerdo o una barca al dios o al palacio, si es la propiedad de un dios o de un palacio, devolverá hasta 30 veces, si es de un muskenun, devolverá hasta 10 veces. Si no puede cumplir, es pasible de muerte.
Ley 9: Si uno que perdió algo lo encuentra en manos de otro, si aquel en cuya mano se encontró la cosa perdida dice: "Un vendedor me lo vendió y lo compré ante testigos"; y si el dueño del objeto perdido dice: "Traeré testigos que reconozcan mi cosa perdida", el comprador llevará al vendedor que le vendió y los testigos de la venta; y el dueño de la cosa perdida llevará los testigos que conozcan su objeto perdido; los jueces examinarán sus palabras. Y los testigos de la venta, y los testigos que conozcan la cosa perdida dirán ante el dios lo que sepan. El vendedor es un ladrón, será muerto. El dueño de la cosa perdida la recuperará. El comprador tomará en la casa del vendedor la plata que había pagado.

Ley 10: Si el comprador no ha llevado al vendedor y los testigos de la venta; si el dueño de la cosa perdida ha llevado los testigos que conozcan su cosa perdida: El comprador es un ladrón, será muerto. El dueño de la cosa perdida la recuperará.
Ley 11: Si el dueño de la cosa perdida no ha llevado los testigos que conozcan la cosa perdida: Es culpable, ha levantado calumnia, será muerto.

Ley 12: Si el vendedor ha ido al destino (ha muerto), el comprador tomará hasta 5 veces en la casa del vendedor del objeto de la reclamación de este proceso.
Ley 13: Si este hombre no tiene sus testigos cerca, los jueces fijarán un plazo de hasta 6 meses; si al sexto mes no ha traido sus testigos, es culpable y sufrirá el castigo de este proceso.
Ley 14: Si uno robó el hijito de un hombre libre, será muerto.

Ley 15: Si uno sacó un esclavo o esclava del palacio, un esclavo o esclava de un muskenum, será muerto.
Ley 16: Si uno alberga en su casa un esclavo o esclava prófugos del palacio o de un muskenum, y no lo hace salir al requerimiento del mayordomo, el dueño de casa será muerto.

Ley 17: Si uno capturó en el campo un esclavo o esclava prófugos y lo llevó a su dueño, el dueño del esclavo le dará dos siclos de plata.
Ley 18: Si este esclavo se niega a dar el nombre de su amo, se lo llevará al palacio y su secreto será allí develado, y se lo devolverá al amo.

Ley 19: Si uno guarda al esclavo en su casa y se lo encuentra en su poder, este hombre sufrirá la muerte.
Ley 20: Si en esclavo se escapa de las manos de su captor, Baste lo jurará al amo del esclavo, y será libre de responsabilidad.

Ley 21: Si uno perforó una casa, se lo matará y enterrará frente a la brecha.
Ley 22: Si uno ejerció el bandidaje y es atrapado, recibirá la muerte.

Ley 23: Si el bandido no fue apresado, el hombre despojado prestará juramento de todo lo que ha sido despojado, y la ciudad y el jeque en cuyos límites fue el despojo, le devolverán todo lo que perdió.
Ley 24: Si se trata de una persona, la ciudad y el jeque pagarán una mina de plata.

Ley 25: Si se incendió la casa de uno, y otro que fue para extinguirlo se ha apoderado de algún bien del dueño de la casa, será arrojado en el mismo fuego.
Ley 26: Si un oficial o soldado que recibió orden de marchar en una expedición oficial, no marchó, aunque hubiese enviado un mercenario y éste hubiera ido, este oficial o soldado recibirá la muerte y su reemplazante tomará su casa.

Ley 27: Si un oficial o soldado es convocado a las fortalezas reales (o es tomado prisionero en la derrota del rey), se darán sus campos y su huerto a otro que ejerza la gestión. Cuando regrese se le devolverán sus campos y huerta, y ejercerá su gestión por sí mismo.
Ley 28: Si un oficial o soldado convocado a las fortalezas reales (o prisionero en la derrota del rey) tiene un hijo capaz de ejercer su gestión, se le dará a éste campo y huerta y ejercerá la gestión por su padre.

Ley 29: Si el hijo es menor y no puede cuidar la gestión de los negocios de su padre, un tercio del campo y de la huerta se dará a la madre, y la madre lo educará.
Ley 30: Si el oficial o soldado, desde el comienzo de su gestión ha descuidado y abandonado su campo, huerto y casa, y otro después ha cuidado su campo, huerto y casa, y durante tres años ha ejercido su gestión, cuando aquél vuelva y pida su campo, huerto y casa, el otrono se los dará; el que los cuidó y administró, continuará explotándolos.

Ley 31: Si durante un año solamente dejó inexplotado, y vuelve, el otro le devolverá su campo, huerto y casa, y él recuperará la administración.
Ley 32: Si un comerciante ha pagado el rescate de un oficial o soldado del rey, prisioneros en una campaña, y les ha hecho volver a su ciudad, si tiene en su casa con qué pagar al comerciante, él mismo le pagará; si en su casa no tiene cómo pagar, será liberado por el templo de la ciudad; si en el templo de su ciudad no hay cómo pagar, el palacio lo liberará. Su campo, su huerto y su casa no serán cedidos por su rescate.

Ley 33: Si un gobernador o un prefecto han reclutado por la fuerza un soldado o si han aceptado un mercenario como sustituto de un soldado, este gobernador y este prefecto recibirán la muerte.
Ley 34: Si un gobernador o un prefecto se han apoderado de los bienes de un oficial, han causado daño a un oficial, han dado en locación un oficial, han regalado un oficial, en un proceso, a uno más poderoso, han quitado a un oficial el regalo que el rey le había dado, este gobernador y este prefecto recibirán la muerte.

Ley 35: Si uno ha comprado a un oficial, bueyes o carneros que le dió el rey al oficial, pierde su dinero.
Ley 36: El campo, la huerta y la casa de un oficial o soldado, no pueden ser vendidos por sus deudas.

Ley 37: Si uno compra un campo, una huerta o una casa de un oficial o soldado o de un feudatario, su tableta será rota y habrá perdido su dinero. Campo, huerta, casa, volverán a su propietario.
Ley 38: Oficial, soldado y feudatario o recaudador de impuestos no pueden transmitir por escrito a su mujer o hija, nada de sus campos, huerta o casa de su administración feudataria, ni serán dados por sus deudas.
Ley 39: Oficial, soldado y feudatario pueden hacer transmisión por escrito a su mujer o hija, de los campos, huerta y casa que haya comprado, y pueden ser tomados por sus deudas.

Ley 40: Para garantía de un comerciante o una obligación extraña puede vender su campo, huerto o casa (propios); el comprador podrá explotar el campo, huerto o casa que ha comprado.
Ley 41: Si uno ha cambiado el campo, el huerto o la casa de un soldado, de un oficial o de un recaudador de impuestos y ha dado una suma suplementaria, el soldado, el oficial y el recaudador de impuestos volverán a su campo, huerto o casa y retendrán la suma complementaria (versión de Pierre Cruveilhier). Si uno ha cercado el campo, el huerto o la casa de un oficial, soldado o recaudador de impuestos, y ha suministrado los palos, el oficial, soldado o recaudador de impuestos recuperarán su campo, huerto, casa y pagarán (?) los palos suministrados (versión de V. Scheil).

Ley 42: Si uno ha tomado en arrendamiento para cultivarlo un campo, y no ha hecho venir el trigo, se lo declara culpable de no haber trabajado el campo y pagará al propietario según el rendimiento del vecino.
Ley 43: Si no ha cultivado el campo y lo ha dejado en barbecho, dará trigo al propietario según el rendimiento del vecino y el campo que dejó en barbecho lo convertirá en cultivado, lo sembrará y lo devolverá al propietario.

Ley 44: Si uno tomó en locación por tres años una tierra inculta para abrirla y descansó y no abrió la tierra, al cuarto año deberá abrirla y convertirla en campo de cultivo, y la devolverá al dueño y le dará 10 GUR de trigo por cada 10 GAN de superficie.
Ley 45: Si uno arrendó su campo a un labrador por una renta y ya recibió esa renta, si la tormenta (el dios Hadad) inunda el campo y lleva la cosecha, el daño es para el labrador.

Ley 46: Si no recibió la renta de su campo y lo había dado en arrendamiento por mitad o tercio, propietario y labrador compartirán proporcionalmente el trigo que se encontrare en el campo.
Ley 47: Si el labrador, porque el primer año no estuviere aún montado su establecimiento, ha encargado a otro labrador trabajar el campo, el propietario no molestará a su labrador: su campo ha sido cultivado y, cuando venga la cosecha, tomará el trigo según sus convenciones.

Ley 48: Su uno se ha obligado por una obligación que produce intereses y la tormenta (Hadad) ha inundado su campo y llevado la cosecha o si faltó de agua el trigo no se ha levantado sobre el campo, este año no dará trigo a su acreedor, empapará su tableta y no dará el interés de este año.
Ley 49: Si uno ha recibido en préstamo dinero de un comerciante y ha dado al negociante un campo cultivable de trigo o de sésamo diciéndole: "Cultiva el campo, cosecha y toma el trigo o el sésamo que habrá allí" cuando el cultivador haya hecho venir el trigo o el sésamo en el campo, en el momento de la cosecha el propietario del campo tomará el trigo o sésamo que exista en él y dará al negociante trigo por el dinero con los intereses que tomó del negociante y el costo del cultivo del campo.

Ley 50: Si ha dado al negociante un campo de trigo cultivado o un campo de sésamo cultivado, el dueño del campo tomará el trigo o sésamo que se encuentre en el campo y devolverá el dinero con sus intereses al negociante.Ley 51: Si no tiene dinero para restituir, dará al negociante sésamo, según la tasa del rey, por el valor del dinero recibido del negociante, con sus intereses.
Ley 52: Si el cultivador no ha hecho venir el trigo o sésamo en su campo, no anula por ello sus obligaciones provenientes del préstamo.

Ley 53: Si uno, negligente en reforzar su dique, no ha fortificado el dique y se produce una brecha en él, y la zona se ha inundado de agua, ese restituirá el trigo que ha destruido.
Ley 54: Si no puede restituir el trigo, se venderán su persona y su patrimonio por dinero y las personas de la zona a las que el agua llevó el trigo, se lo repartirán.

Ley 55: Si uno abrió zanja para regar, y luego ha sido negligente, si el campo limítrofe se inundó de agua y se llevó el trigo del vecino, le restituirá tanto trigo como poseía el vecino.
Ley 56: Si uno abrió una vía de agua y si la plantación del campo vecino resultó inundada, reintegrará al vecino 10 GUR de trigo por 10 GAN de superficie.
Ley 57: Si un pastor no se puso de acuerdo con el propietario de un campo para apacentar allí sus carneros y sin saberlo el propietario ha hecho pacer su ganado, el propietario cosechará sus campos y el pastor que sin saberlo el propietario ha hecho pacer en el campo sus carneros dará al dueño del campo 20 GUR de trigo por cada 10 GAN de superficie.

Ley 58: Si después que los carneros han salido de los campos y las majadas han sido encerradas a las puertas de la ciudad, un pastor ha conducido sus carneros sobre un campo y ha hecho pacer sus carneros, el pastor conservará el campo que han pastoreado y al tiempo de la cosecha, dará al propietario 60 GUR de trigo por 10 GAN.
Ley 59: Si uno ha talado un árbol de un huerto sin saberlo el dueño, pagará media mina de plata.

Ley 60: Si uno dio a un hortelano un campo para convertirlo en huerto, y el hortelano planta el huerto y lo cuida durante cuatro años, el quinto año el propietario del huerto y el hortelano partirán en partes iguales; el dueño elegirá la parte que tomará.
Ley 61: Si el hortelano, en la plantación de un campo o huerto no ha plantado todo y dejó una parte inculta, se la incluirá en su porción.

Ley 62: Si no plantó como huerto el campo que se le había confiado y se trata de un campo de cereales, el hortelano proporcionará al propietario del campo, según el rendimiento del vecino, el producto del campo por los años que ha sido dejado; luego arará el campo a trabajar y lo devolverá al propietario.
Ley 63: Si se trata de tierra inculta, roturará el campo a trabajar y lo devolverá al dueño. Por cada año pagará 10 GUR de trigo por cada 10 GAN de superficie.

Ley 64: Si uno dio su huerto a explotar a un hortelano, mientras éste cuide el huerto, dará al propietario dos tercios del producto del huerto y tomará para sí un tercio.
Ley 65: Si el hortelano no explotó el huerto y ha causado una disminución del producto, el hortelano dará al propietario según el rendimiento del vecino.
Ley 66: Si uno tomó dinero prestado de un comerciante y el comerciante lo apura para pagar y no tiene nada que dar, le dará al negociante su huerto diciendo: "Toma por tu dinero los dátiles de mi huerto". Si el negociante no acepta, el propietario tomará los dátiles que se encuentren en el huerto y pagará al negociante el capital y su interés según el tenor de su tableta. El exceso de dátiles que se encuentren en el huerto, lo conservará el propietario.

Ley 71: Si uno dio trigo, plata y bienes muebles por una casa afectada (feudal), que es de su vecino, al cual ha pagado, perderá todo lo que dió; la casa volverá a su propietario. Si esta casa no es feudal, pagará por esta casa trigo, plata y bienes muebles.
Ley 78: Si un inquilino dio al propietario de la casa todo el dinero del alquiler del año, y si el propietario ordena al inquilino salir de la casa antes de vencer el término del contrato, el propietario de la casa perderá el dinero que el locatario le había dado, porque ha hecho salir de la casa al inquilino antes de vencer los días del contrato.

Ley 88: ...le pagarán según el rendimiento de su vecino...
Ley 89: Si un banquero dio a interés trigo o plata, tomará 100 QA como interés por GUR de trigo y sobre la plata, por siclo de plata, tomará el sexto más 6 SHE como interés.

Ley 90: Si uno contrajo una deuda, y para restituir no tiene dinero, pero posee trigo, según la ordenanza del rey dará al negociante 100 QA de trigo por GUR.
Ley 91: Si el negociante objeta y aumentó el interés por encima de 100 QA de trigo por GUR y el interés de un sexto de siclo de plata más seis SHE, y lo cobró, perderá lo que ha prestado.
Ley 92: Si un negociante prestó a interés trigo o dinero y tomó el interés en su total en trigo o plata, y pretende que no recibió ese dinero en trigo o plata... - .............................................. ....:
Ley 93: ...Sea el trigo... el negociante no ha descontado de la deuda todo lo que ha recibido y no ha escrito una tableta suplementaria, sino que ha agregado los intereses al capital, este negociante doblará y devolverá todo el trigo que ha recibido.

Ley 94: Si un negociante ha prestado a interés trigo o plata y si, cuando ha prestado a interés ha entregado menos trigo o plata, o si cuando ha percibido su crédito, recibió más cantidad de trigo o plata, este negociante perderá todo.
Ley 95: Si un negociante ha prestado a interés trigo o plata un día que el control oficial no funcionaba, perderá todo lo que prestó.

Ley 96: Si uno tomó trigo o dinero de un negociante y no tiene trigo o dinero para devolverle, pero tiene otros bienes, dará al negociante todo lo que se encuentre en su casa (en su poder) ante testigos, según (la naturaleza) de lo que llevará. El negociante no resistirá, recibirá.
Ley 98: ...será muerto...

Ley 99: Si uno dio dinero en sociedad a otro, partirán por mitades ante los dioses los beneficios y las pérdidas que se produzcan.
Ley 100: Si un negociante dio a un delegado dinero para vender (prestar a interés) y comprar y lo puso en ruta (lo designó viajante), el comisionista en viaje hará fructificar la plata que se le ha confiado... ...si en el lugar de destino obtuvo beneficios sumará los intereses y lo que ha recibido, deducirá los gastos de sus días de viaje, y pagará a su negociante.

Ley 101: Si en el lugar de destino no obtuvo beneficios, el delegado no obtuvo beneficios, doblará el dinero que había recibido y lo dará al negociante.
Ley 102: Si el negociante dio al delegado dinero como favor (gratuitamente) y si el delegado sufrió pérdida en el lugar de destino, devolverá al negociante el capital.

Ley 103: Si durante el viaje un enemigo le hizo perder todo lo que llevaba, el delegado jurará por la vida del dios y será relevado.
Ley 104: Si un negociante dio para vender a un delegado trigo, lana, aceite y cualquier bien mueble que sea, el delegado inscribirá el dinero (el valor) recibido y dará el reconocimiento al negociante; el delegado recibirá una constancia del dinero que dé al negociante.

Ley 105: Si el delegado ha sido negligente y no ha tomado recibo del dinero que había dado al negociante, el dinero sin recibo no será tomado en cuenta.
Ley 106: Si un delegado tomó dinero del negociante y si lo niega a un negociante, este negociante jurará ante dios y probará con testigos que su delegado recibió el dinero, y el delegado dará al negociante hasta 3 veces tanto dinero como había recibido.

Ley 107: Si el negociante ha hecho injusticia al delegado, si éste había devuelto a su negociante lo que el negociante le había dado, si el negociante niega lo que el delegado le dio, este delegado hará comparecer al negociante antes dios y testigos y por haber disputado con su delegado, dará a este hasta 6 veces lo que había recibido.
Ley 108: Si una comerciante de vino de dátiles con sésamo, no quiso recibir por precio trigo, y exigió plata (pesada o pesada con pesas falsas, según las interpretaciones); o si recibió trigo pero rebajó el vino de dátiles, este comerciante de vino de dátiles con sésamo es culpable y se la arrojará al agua.

Ley 109: Si se reúnen rebeldes en casa de una comerciante de vino de dátiles con sésamo y ésta no les toma y conduce al palacio, será muerta.
Ley 110: Si una sacerdotisa que no viva en el claustro, ha abierto una taberna de vino de dátiles con sésamo, o ha entrado para beber vino de dátiles en la casa de vino de dátiles con sésamo, a esta mujer liberal se la quemará.
Ley 111: Si una comerciante de vino de dátiles con sésamo dio 60 GA de vino de dátiles a crédito, recibirá 50 QA de trigo al tiempo de la cosecha.

Ley 112: Si uno se encuentra en viaje y dio a otro plata, oro, piedras preciosas y otros bienes para que las transportara, si éste no dio en el lugar de destino todo lo que tenía que transportar, y se lo quedó, el propietario de los objetos a trasportar hará comparecer a este hombre por no haber dado todo lo que tenía que transportar, y éste dará al propietario de los objetos hasta cinco veces lo que le había sido dado.
Ley 113: Si uno tiene un crédito de trigo o de plata contra otro y si en ignorancia del propietario del trigo, en la gavilla o en el granero, ha tomado trigo, este hombre es culpable de haber tomado trigo en la gavilla o en el granero en ignorancia del propietario del trigo, y devolverá tanto trigo como haya tomado y perderá todo lo que había dado.

Ley 114: Si uno no tiene crédito de trigo o plata contra otro y toma una prenda de sus bienes, por cada prenda que tome pagará un tercio de mina de plata.
Ley 115: Si uno tiene contra otro un crédito de trigo o de plata y si un acreedor ha tomado una prenda de sus bienes, y esa prenda ha muerto en casa del acreedor de muerte natural, esta causa no motiva reclamación.

Ley 116: Si lo tomado en prenda ha muerto en la casa del acreedor por golpes o malos tratos, el propietario del bien tomado obtendrá condenación del acreedor, si la prenda era hijo de un hombre libre, se matará al hijo, y si era esclavo el hombre libre, se pagará un tercio de mina de plata, y sea lo que sea que había dado (su crédito) lo perderá totalmente.
Ley 117: Si una deuda ha tomado una persona (si una persona ha sido tomada con motivo de una deuda?) y si el deudor había tomado el dinero y dado a su esposa, su hijo y su hija, estos trabajarán durante 3 a¤os para la casa de su comprador y del acreedor; al cuarto a¤o esta casa los pondrá en libertad.

Ley 118: Si el negociante vende por plata el esclavo hombre o mujer que había recibido por la deuda, y pasa a otras manos, el deudor que los entregó no tendrá reclamo.
Ley 119: Si una deuda ha tomado un hombre y si él ha dado por el dinero su esclava, que le ha dado hijos, el amo de la esclava pesara la plata que el negociante había pesado, y librará su esclava.

Ley 120: Si uno ha depositado su trigo para la guarda de la casa de otro y hubo una merma, sea que el dueño de la casa abrió el granero y robó el trigo, sea que haya disputado sobre la cantidad de trigo que había almacenada en su casa, el dueño del trigo declarará su trigo ante dios, y el dueño de la casa doblará el trigo que ha tomado y lo dará al dueño del trigo.
Ley 121: Si uno ha depositado en la casa de otro, trigo, por cada año y GUR de trigo, dará 5 QA de trigo precio del almacenaje.
Ley 122: Si uno ha depositado en casa de otro plata, oro o cualquier otra cosa, mostrará ante testigos lo que depósito, se fijarán las convenciones y luego, dará en depósito.

Ley 123: Si dio en depósito sin testigos y sin convenciones, y si allí donde depositó se le niega, esta causa no da reclamación.
Ley 124: Si uno dio en depósito ante testigos, plata, oro o cualquier otra cosa, si el depositario lo niega, este hombre (el propietario) lo venderá y todo lo que ha negado, lo doblará y pagará.

Ley 125: Si uno dio en depósito su bien y en la casa del que lo recibió han desaparecido esos bienes junto con los del dueño de casa, sea por efracción sea por escalamiento, el dueño de la casa, que ha sido negligente, reemplazará y restituirá al propietario el bien depositado y que ha dejado perder; el dueño de la casa buscará su cosa perdida y se la quitará al ladrón.
Ley 126: Si uno cuyo bien no ha sido perdido ha dicho "mi cosa se ha perdido", ha exagerado su perjuicio. Como su bien no ha sido perdido, si persigue ante dios la reparación de su perjuicio exagerado, doblará todo lo que ha declarado falsamente y lo dará.

Ley 127: Si uno ha dirigido su dedo contra una sacerdotisa o la esposa de otro, y no ha probado, se lo arrojará ante los jueces y se marcará su frente.
Ley 128: Si uno tomó una mujer y no fijó las obligaciones, esta mujer no es su esposa.

Ley 129: Si una casada es sorprendida yaciendo con otro hombre, se los atará y se los arrojará al agua. Si el marido deja vivir la esposa, el rey dejará vivir a su servidor.
Ley 130: Si uno violó la esposa de otro, que no había conocido al hombre y habitaba en la casa de su padre, y se ha acostado sobre ella, si es sorprendido este hombre sufrirá la muerte, y la mujer quedará libre.

Ley 131: Si a una mujer, el marido la ha echado y si ella no había sido sorprendida en adulterio, jurara ante dios, y volverá a su casa.
Ley 132: Si uno ha dirigido su dedo contra la mujer de otro a causa de otro hombre, y si ella no ha sido sorprendida con el otro hombre, a causa a su marido (para apaciguarlo), ella se arrojará al dios río.

Ley 133a: Si uno ha sido tomado prisionero y en su casa hay de qué comer (su esposa no saldrá de la casa, guardará su bien y no entrará en casa de otro).
Ley 133b: Si esta mujer no guardó su bien y entró en casa de otro, esta mujer es culpable y se la arrojará al agua.

Ley 134: Si uno ha sido tomado prisionero y en su casa no hay de qué comer, si su esposa entró en la casa de otro, esta mujer no es culpable.
Ley 135: Si uno ha sido tomado prisionero y en su casa no hay de qué comer y si cuando el vuelve su esposa entró en la casa de otro y tuvo hijos, la mujer volverá con su primer marido; los hijos, seguirán sus padres respectivos.
Ley 136: Si uno abandonó su ciudad, huyó, y si luego de su partida su esposa entró en casa de otro, si el primer hombre vuelve y quiere retomar su esposa, como él ha desdeñado su ciudad y huido, la esposa del prófugo no volverá con su marido.

Ley 137: Si uno ha repudiado una concubina que le dio hijos o una esposa de primera clase, que le dio hijos, a esta mujer se le dará una dote y parte del campo, del huerto y de los bienes muebles, y ella criará a sus hijos. Cuando los haya criado, sobre todo lo que recibirán los hijos, ella recibirá parte como si fuera uno de los hijos herederos, y tomará el marido que prefiera.
Ley 138: Si uno quiere repudiar a su esposa que no le dio hijos, le dará plata, su tiratu completo, le restituirá íntegramente el serictu que ella aportó de casa de su padre, y la repudiará.

Ley 139: Si no existe el tiratu, le dará media mina de plata para abandonarla.
Ley 140: Si es un muskenun, le dará un tercio de mina de plata.

Ley 141: Si la esposa de uno, que habita en la casa de este hombre, quiere irse y si tiene el hábito de hacer locuras, divide y desorganiza la casa, y ha descuidado la atención de su marido, se la hará comparecer y si el marido dice que la repudia, la dejará ir y no le dará nada para el viaje ni precio de repudio. Si el marido decide no repudiarla, el marido tomará otra mujer, esta mujer (la primera) habitará en la casa del marido como esclava.
Ley 142: Si una desprecio al marido y le dijo no me tendrás como mujer en lo sucesivo, y si ella ha sido correcta y vigilante y no hay error en su conducta, y si su marido ha sido negligente, esta mujer es inocente: tomará su serictu e irá a la casa del padre.

Ley 143: Si no ha sido correcta y vigilante y hay error en su conducta, si disipa el patrimonio, si ha descuidado la atención de su marido, esta mujer será arrojada al agua.
Ley 144: Si uno tomó una esposa de primera categoría y si esta esposa dio una esclava a su marido y esta ha tenido hijos, si el marido quiere tomar una nueva esposa más, no se le permitirá y el hombre no podrá tener otra mujer más (suggetum).

Ley 145: Si uno tomó una esposa de primera categoría y si esta esposa no le dio hijos, y se propone tomar otra mujer (suggetum), tomará esta otra mujer y la llevará a su casa, pero no será igual que la esposa de primera categoría.
Ley 146: Si uno tomó una esposa de primera categoría y ella dio una esclava a su marido, y si la esclava tuvo hijos, si luego esta esclava es elevada (en el aprecio del esposo) a igual categoria que la patrona por haber tenido hijos, su patrona no la venderá, la marcará y la tendrá entre sus esclavas.

Ley 147: Si la esclava no ha tenido hijos, la patrona la venderá por plata.
Ley 148: Si uno tomó una esposa y si una enfermedad se apoderó de ella, si él desea tomar otra esposa, la tomará. Su esposa de la que se apoderó la enfermedad, habitará en la casa, y mientras viva, será sustentada.
Ley 149: Si esta mujer no consiente habitar en casa de su marido, le será devuelto el serictu que había aportado de casa del padre, y se irá.

Ley 150: Si uno dio en regalo a su esposa campo, huerta, casa, y le dejó una tablilla; después de la muerte del marido, los hijos no le reclamarán nada; la madre dará esos bienes después de su muerte al hijo que prefiera, pero no a uno de sus propios hermanos.
Ley 151: Si una que vive en casa de un hombre, se ha hecho prometer por su esposo que no será tomada por los acreedores de este y se ha hecho dar una tablilla (al respecto), si este hombre antes de casarse tenía deudas, el acreedor no tomará la esposa; y si la mujer, antes de entrar en casa del hombre, tenía deudas, el acreedor de la deuda no tomará su marido.

Ley 152: Si, después que ella entró en casa del hombre, una deuda los apremia, pagarán al negociante los dos.
Ley 153: Si la esposa de uno, lo hace matar por causa de otro hombre, irá al patíbulo.

Ley 154: Si uno conoció su hija, se lo expulsará de la ciudad.
Ley 155: Si uno eligió novia para su hijo y su hijo la ha conocido, y luego él se acostó con ella y ha sido sorprendido, se lo arrojará al agua.

Ley 156: Si uno eligió novia para su hijo y el hijo no la ha conocido, y se acostó con la novia de su hijo, pesará media mina de plata para ella y le devolverá íntegramente todo lo que ella había aportado de la casa de su padre, y ella se casará con el que quiera.
Ley 157: Si uno, después de su padre, se acostó sobre el seno de su madre, serán los dos quemados.
Ley 158: Si uno, después de su padre, es sorprendido en el seno de la mujer del padre que ha dado hijos a este padre, y que los ha criado, será expulsado de la casa de su padre, y desheredado.
Ley 159: Si uno hizo donación de un biblu a la casa de su suegro, dio la tiratu, y luego desea otra mujer distinta y dijo a su suegro: "no tomaré tu hija" el padre de la muchacha ganará todo lo que se le había dado.

Ley 160: Si uno dio el biblu a la casa de su suegro, y ha dado el tiratu, si el padre de la muchacha dijo: "no te daré mi hija", el suegro doblará todo lo que se le había dado, y lo devolverá.
Ley 161: Si uno dio el biblu a la casa de su suegro, y ha dado el tiratu, y si un amigo lo calumnió y entonces el suegro le dijo al señor (marido) de su hija: "no tomarás mi hija", el suegro doblará todo lo que se le había dado y lo devolverá, y el amigo no tomará su esposa.

Ley 162: Si uno tomó una esposa, que le dio hijos, y si esta mujer ha ido a su destino (ha muerto), su padre no reclamará su serictu, este serictu pertenece a sus hijos y a la casa del suegro.
Ley 163: Si uno tomo una esposa y ésta no le dio un hijo, si esta mujer ha ido a su destino, si su suegro había dado el tiratu, el marido no reclamará nada sobre el serictu de esta mujer, su serictu pertenece a la casa de su padre.

Ley 164: Si su suegro no le había dado el tiratu, del serictu de la esposa sacará el monto de su tiratu y devolverá el serictu así disminuido a la casa de su padre.
Ley 165: Si uno ha regalado a uno de sus hijos, el preferido de sus ojos, un campo, una huerta o una casa (y ha escrito una tablilla), después que el padre haya ido a su destino, cuando los hermanos repartan el hijo preferido tomará el presente que el padre le regaló y entre todos los hermanos se repartirán por partes iguales la fortuna de la casa del padre.

Ley 166: Si uno tomó esposas para sus hijos, pero no tomó esposa para su hijo menor, cuando el padre haya ido a su destino, cuando los hermanos repartan los bienes de la casa de su padre, reservarán para el menor, además de su parte, la plata para una tiratu y le harán tomar esposa.
Ley 167: Si uno se propuso desheredar su hijo, y dijo a los jueces: "desheredo a mi hijo" los jueces discernirán lo que hay detrás de eso (sus razones). Si el hijo no es responsable de una falta grave susceptible de quitar la filiación hereditaria, el padre no podrá desheredar al hijo.

Ley 168: Si es responsable de falta grave contra su padre, susceptible de desheredación, la primera vez los jueces no tendrán en cuenta la resolución del parte de desheredar al hijo, pero si incurre en falta grave por segunda vez, el padre quitará al hijo la filiación hereditaria.
Ley 170: Si uno tuvo una primera esposa que le dio hijos, y si su esclava le dio hijos, si el padre en vida dice a los hijos (de la esclava): "ustedes son mis hijos" se los contará con los hijos de la esposa; cuando el padre haya ido a su destino, los hijos de la primera esposa y los hijos de la esclava repartirán por partes iguales; el hijo heredero nacido de la primera esposa, elegirá y tomará.

Ley 171a: Si el padre, en vida, no dijo a los hijos de la esclava: "mis hijos", cuando el padre haya ido a su destino, los hijos de la esclava no entrarán en el reparto de la fortuna de la casa del padre con los hijos de la esposa; se establecerá la libertad de la esclava y sus hijos; los hijos de la primera esposa no reclamarán como esclavos los hijos de la esclava.
Ley 171b: La esposa tomara el serictu y el nudunun que su marido le había dado, y le habia inscripto sobre una tablilla, y habitará en la casa de su marido. Mientras viva, disfrutará, pero no podrá venderlos por plata; luego de ella, lo que deje pertenece a sus hijos.

Ley 172a: Si el marido no le dio el nudunun, se le devolverá íntegramente el serictu y sobre la fortuna de la casa de su marido, tomará una parte como un hijo heredero.
Ley 172b: Si los hijos pretenden hacerla salir de la casa, los jueces decidirán lo que hay detras (su conducta) y castigarán a los hijos. La mujer no saldrá de la casa de su marido.

Ley 172c: Si la mujer quiere salir, dejará a sus hijos el nudunun que el marido le había dado, tomará su serictu, que pertenece a la casa de su padre, y el marido que le plazca.
Ley 173: Si tiene hijos, de su marido posterior, cuando esta mujer haya muerto, los hijos anteriores y posteriores repartirán su serictu.

Ley 174: Si no tiene hijos de su marido posterior, los hijos de su primer marido tomarán su serictu.
Ley 175: Si un esclavo del palacio o de un muskenun tomó en matrimonio la hija de un hombre libre, y si esta tuvo hijos, el dueño del esclavo no reclamará, para la servidumbre, los hijos de la hija de hombre libre.

Ley 176a: Si un esclavo del palacio o de un muskenun ha tomado en matrimonio una hija de hombre libre y si, cuando la tomó ella entró en la casa del esclavo del palacio o del muskenun, con el serictu proveniente de la casa de su padre, y si después que se han casado han hecho una casa, han adquirido bienes, cuando el esclavo del palacio o el esclavo del muskenum haya ido a su destino, la hija de hombre libre tomará su serictu; y todo lo que el marido y ella han adquirdo después del matrimonio, se dividirá en dos, y el amo del esclavo tomará una mitad. La hija de hombre libre tomará una mitad para sus hijos.
Ley 176b: Si la hija de hombre libre no tiene serictu, todo lo que el marido haya adquirido desde que se casaron, se dividirá en dos, y el amo del esclavo tomará una mitad, y la hija de hombre libre tomará otra mitad para sus hijos.

Ley 177: Si una viuda con hijos menores, ha resuelto entrar en la casa de otro, no entrará sin los jueces. Cuando entre en la casa de otro, los jueces determinarán la sucesión de la casa de su primer marido y confiarán la casa del primer marido al marido posterior y harán que ambos libren una tablilla por ello. La viuda y su nuevo esposo cuidarán la casa, y criarán los menores; no venderán el mobiliario por plata; el comprador que lo haya comprado, perderá su plata; el bien volverá a su dueño.
Ley 178: Si el padre dio a una sacerdotisa o mujer publica un serictu y grabado una tablilla, si en la tablilla no grabó que ella podría dejar su herencia a quien quisiera y seguir los deseos de su corazón, cuando el padre haya ido a su destino, los hermanos tomarán su campo y su jardín, y según el valor de su parte, darán un donativo de trigo, de aceite y de lana y contentarán su corazón (dándole lo necesario). Si los hermanos, según el valor de su parte, no le han dado trigo, aceite, lana, y no han contentado su corazón, ella dará su campo y su huerto al cultivador que le parezca bueno, y su cultivador la sustentará. Ella disfrutará del campo, del huerto y de todo lo que el padre le dió, mientras viva. No los dará por plata, ni pagará a otro con ellos. Su parte heredada pertenece a sus hermanos.

Ley 179: Una sacerdotisa o mujer pública, a la que el padre hizo presente de un serictu, y le escribió en una tablilla que podía dar a su sucesión el destino que le pareciera, cuando el padre haya ido a su destino, ella dará su sucesión a quien le parezca. Los hermanos no reclamarán contra ella.
Ley 180: Si un padre no dio un serictu a su hija sacerdotisa reclusa o mujer pública, cuando el padre haya ido a su destino, ella tomará una parte como hijo hereditario sobre la fortuna de la casa paterna, y la disfrutará mientras viva. Su sucesión irá a sus hermanos.

Ley 181: Si un padre consagró a la divinidad una sacerdotisa hieródula y no le dio un serictu, cuando el padre haya ido a su destino, sobre la fortuna de la casa del padre, ella tomará un tercero de su parte como hijo heredero. Mientras viva, la disfrutará y a su muerte irá a sus hermanos.
Ley 182: Si un padre tiene su hija sacerdotisa de Marduk de Babilonia y no le hizo presente de serictu y no inscribió una tablilla, cuando el padre haya ido a su destino, ella tomará de la fortuna del padre, un tercio de la parte de hijo heredero y no la administrará personalmente. La sacerdotisa de Marduk dejará su sucesión a quien le parezca.

Ley 183: Si un padre ha dado a su hija de concubina (suggetum) y la ha casado, y le dio una tablilla grabada, cuando el padre haya ido a su destino, ella no heredará la fortuna de la casa de su padre.
Ley 184: Si uno no dio serictu a su hija de concubina, ni le dio esposo, cuando el padre haya ido a su destino, sus hermanos le darán un serictu, según la fortuna de la casa paterna, y le darán un marido.

Ley 185: Si uno tomó un niño en adopción, como si fuera hijo propio, dándole su nombre y lo crió, no podrá ser reclamado (por sus parientes).
Ley 186: Si uno adoptó un niño, y cuando lo tomó hizo violencia sobre el padre y la madre, el niño volverá a la casa de sus padres.

Ley 187: El hijo de un favorito (cortesano), de un oficial del palacio o de una mujer pública, no puede ser reclamado.
Ley 188: Si un artesano adoptó un niño y le enseñó su arte, no puede ser reclamado.

Ley 189: Si no le enseñó su arte (oficio), volverá a casa de su padre.
Ley 190: Si uno no contó entre sus hijos un niño que adoptó, éste volverá a la casa de su padre.

Ley 191: Si uno tomó un niño para la adopción, y lo crió y educó, funda luego una familia y tiene por ello hijos y ha resuelto quitar la filiación al adoptado, el adoptado no se irá con las manos vacías: el padre que lo crió y educó, le dará un tercio de la parte que sus hijos herederos tendrían en su fortuna (mobiliaria) y el hijo criado se irá. Del campo, huerto y casa, no le dará nada.
Ley 192: Si el hijo de un favorito o de una cortesana, dijo al padre que lo crió o la madre que lo crió: "tú no eres mi padre", "tú no eres mi madre", se le cortará la lengua.

Ley 193: Si el hijo de un favorito o de una cortesana ha descubierto la casa de su padre, ha tomado aversión al padre y la madre que lo han criado, y se fue a la casa de su padre, se le arrancarán los ojos.
Ley 194: Si uno dio su hijo a una nodriza y el hijo murió (porque) la nodriza amamantaba otro niño sin consentimiento del padre o de la madre, será llevada a los jueces, condenada y se le cortarán los senos.

Ley 195: Si un hijo golpeó al padre, se le cortarán las manos.
Ley 196: Si un hombre libre vació el ojo de un hijo de hombre libre, se vaciará su ojo.

Ley 197: Si quebró un hueso de un hombre, se quebrará su hueso.
Ley 198: Si vació el ojo un muskenun o roto el hueso de un muskenun, pagará una mina de plata.

Ley 199: Si vació el ojo de un esclavo de hombre libre o si rompió el hueso de un esclavo de hombre libre, pagará la mitad de su precioLey 200: Si un hombre libre arrancó un diente a otro hombre libre, su igual, se le arrancará su diente.
Ley 201: Si arrancó el diente de un muskenun, pagará un tercio de mina de plata.

Ley 202: Si uno abofeteó a otro hombre libre superior a él, recibirá en público 60 golpes de látigo de nervio de buey.
Ley 203: Si un hijo de hombre libre abofeteó un hijo de hombre libre, su igual, pagará una mina de plata.

Ley 204: Si un muskenun abofeteó a un muskenun, pagará 10 siclos de plata.
Ley 205: Si el esclavo de un hombre libre abofeteó un hijo de hombre libre, se cortará su oreja.

Ley 206: Si uno, en una riña, hirió a otro, este hombre jurará: "no lo he herido a propósito" y pagará el médico.
Ley 207: Si, como consecuencia de los golpes, muere, el heridor jurará. Si es un hijo de hombre libre, pagará media mina de plata.

Ley 208: Si es el hijo de un muskenun, pagará un tercio de mina de plata.
Ley 209: Si un hombre libre golpeó la hija de un hombre libre y la ha hecho abortar, pagará diez siclos de plata por lo perdido.

Ley 210: Si la mujer muere, se matará su hija.
Ley 211: Si se ha hecho abortar a la hija de un muskenun a causa de golpes, pagará cinco siclos de plata.

Ley 212: Si la mujer muere, pagará media mina de plata.
Ley 213: Si ha hecho abortar a la esclava de un hombre libre, pagará dos siclos de plata.

Ley 214: Si la esclava muere, pagará un tercio de mina de plata.
Ley 215: Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce y curó al hombre, o si le operó una catarata en el ojo y lo curó, recibirá diez siclos de plata.

Ley 216: Si es el hijo de un muskenun, recibirá cinco siclos de plata.
Ley 217: Si es el esclavo de un hombre libre, el amo del esclavo dará al médico 2 siclos de plata.
Ley 218: Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce y lo ha hecho morir, o bien si lo operó de una catarata en el ojo y destruyó el ojo de este hombre, se cortarán sus manos.

Ley 219: Si un médico hizo una operación grave con el bisturí de bronce e hizo morir al esclavo de un muskenun, dará otro esclavo equivalente.
Ley 220: Si operó una catarata con el bisturí de bronce y ha destruido su ojo, pagará en plata la mitad de su precio.

Ley 221: Si un médico curó un miembro quebrado de un hombre libre, y ha hecho revivir una víscera enferma, el paciente dará al médico cinco siclos de plata.
Ley 222: Si es el hijo de un muskenun, dará tres siclos de plata.

Ley 223: Si es el esclavo de un hombre libre, el amo dará al médico dos siclos de plata.
Ley 224: Si el veterinario de un buey o de un asno ha tratado de una herida grave a un buey o a un asno y lo ha curado, el dueño del buey o del asno, dará al médico por honorarios un sexto de plata (de su precio o de siclo?).

Ley 225: Si ha tratado un buey o un asno y lo ha hecho morir, dará al dueño del buey o del asno un quinto de su precio.
Ley 226: Si un cirujano, sin autorización del dueño de un esclavo, ha sacado la marca de esclavo inalienable, se le cortarán las manos, (según Scheil es peluquero, no cirujano.)

Ley 227: Si un hombre engañó a un cirujano y si él (el cirujano) ha sacado la marca del esclavo inalienable, este hombre será muerto en su puerta y se lo enterrará. El cirujano, que no ha actuado a sabiendas, jurará y será libre.
Ley 228: Si un arquitecto hizo una casa para otro y la terminó, el hombre le dará por honorarios 2 siclos de plata por SAR de superficie.

Ley 229: Si un arquitecto hizo una casa para otro, y no la hizo sólida, y si la casa que hizo se derrumbó y ha hecho morir al propietario de la casa, el arquitecto será muerto.
Ley 230: Si ello hizo morir al hijo del propietario de la casa, se matará al hijo del arquitecto.

Ley 231: Si hizo morir al esclavo del dueño de la casa, dará al propietario de la casa esclavo como esclavo (un esclavo equivalente).
Ley 232: Si le ha hecho perder los bienes, le pagará todo lo que se ha perdido, y, porque no ha hecho sólida la casa que construyó, que se ha derrumbado, reconstruirá a su propia costa la casa.

Ley 233: Si un arquitecto hizo una casa para otro y no hizo bien las bases, y si un nuevo muro se cayó, este arquitecto reparará el muro a su costa.
Ley 234: Si un botero calafateó un buque de 60 GUR para otro, éste le dará 2 siclos de plata de salario.

Ley 235: Si un botero ha calafateado un buque para otro y no ha hecho bien su obra, y ese año el barco se rompió, tuvo una avería, el botero destruirá este buque y de su propia fortuna pagará un buque sólido y lo dará al propietario del buque.
Ley 236: Si uno dio en locación un buque a un barquero y si el barquero ha sido negligente y hunde o pierde el buque, este barquero dará un buque al dueño del buque.

Ley 237: Si uno tomó en locación un barquero y un buque y lo alijó de trigo, lana, aceite, datiles u otra mercadería a transportar, si el barquero ha sido negligente, y ha hundido el buque y perdido todo lo que había en su interior, el barquero pagará el buque que ha hundido, y todo lo que había en su interior y que él perdió.
Ley 238: Si un barquero hundió el buque de otro y lo reflotó, pagará la mitad de su precio.

Ley 239: Si uno tomó en locación un barquero, le pagará 6 GUR de trigo por año.
Ley 240: Si el buque del que sube la corriente, choca y hunde al buque del que baja con la corriente, el propietario del barco hundido, declarará ante dios todo lo que perdió en su buque, el barquero del buque que remontaba la corriente, que ha hundido el buque del que descendía la corriente, le pagará su buque y todos los bienes perdidos.

Ley 241: Si un acreedor (falso) toma por su deuda un buey, pagará un tercio de mina de plata.
Ley 242: Si uno ha alquilado por un año un buey de trabajo, pagará 4 GUR de trigo por año.

Ley 243: Precio de un buey joven delantero (no desarrollado totalmente): 3 GURr de trigo, al propietario.
Ley 244: Si uno alquiló un buey o un asno y si en los campos el león los ha matado, la perdida es para el dueño.

Ley 245: Si uno alquiló un buey y por negligencia o golpes lo ha hecho morir, devolverá al dueño del buey, buey igual por buey.
Ley 246: Si uno alquiló un buey y se quebró una pata o se cortaron los nervios de la nuca, devolverá al dueño del buey, buey igual por buey.

Ley 247: Si uno alquiló un buey y le vació un ojo, pagará al dueño del buey, la mitad de su valor en plata.
Ley 248: Si uno alquiló un buey y se ha roto un cuerno, cortado la cola o hundido la parte alta del hocico (o la carne de la brida, tal vez de la boca), dará el cuarto (según Scheil, el quinto según Ungnad) de su precio.

Ley 249: Si uno alquiló un buey y si dios lo golpeó (si ha muerto) el hombre que tomó el buey en alquiler, jurará por la vida de dios, y será libre.
Ley 250: Si un buey furioso corneó en su carrera a un hombre, y éste murió, esta causa no trae reclamación.

Ley 251: Si el buey de un hombre atacaba con el cuerno, y el hombre conocía por ello (interpretación de Scheil) su vicio, y no le hizo cortar los cuernos ni lo ha trabado, si el buey ataca con los cuernos a un hombre hijo de hombre libre y lo mata, dará media mina de plata.
Ley 252: Si es un esclavo de hombre libre, pagará un tercio de mina de plata.

Ley 253: Si un hombre tomó a su servicio en locación a otro hombre para estar a su disposición y ocuparse de su campo, y le confió un aldum (?arado? ), le confió los bueyes, lo comprometió a cultivar el campo. Si este hombre robó grano y alimentos y si eso se encuentra en sus manos, se le cortarán las manos.
Ley 254: Si él ha tomado el aldum y agotado los bueyes, pagará el producto de trigo que haya sembrado.

Ley 255: Si ha dado en alquiler los bueyes de su patrón, o si ha robado las semillas y no ha hecho venir el trigo en el campo, este hombre es culpable, se lo condenará y al tiempo de la cosecha, por un GAN de campo pagará 60 GUR de trigo.
Ley 256: Si no puede pagar su obligación, se lo dejará en el campo, con los bueyes (pasará a ser propiedad del dueño y trabajará gratuitamente).

Ley 257: Si uno tomó a su servicio un cosechador, le pagará 8 GUR de trigo por año.
Ley 258: Si uno tomó a su servicio un vaquero (Ungnad), un trillador (Scheil), le pagará 6 GUR de trigo por año.
Ley 259: Si uno robó un rueda para regar en el campo, dará 5 siclos de plata al propietario del instrumento de riego.

Ley 260: Si uno robó una rueda para regar el campo (chadouf) o un arado, pagará 3 siclos de plata.
Ley 261: Si uno tomó a su servicio en locación un pastor para bueyes y carneros, le dará 8 GUR de trigo por año.

Ley 262: Si uno tiene un buey o un asno para... (laguna de 6 líneas).
Ley 263. Si uno ha dejado escapar un buey o un carnero que se le había confiado devolverá al propietario buey por buey, asno por asno.

Ley 264: Si el pastor al que se dio ganado mayor y menor para apacentar, recibió todo su salario, cuyo corazón está contento por ello, si ha disminuido el ganado mayor, ha disminuido el ganado menor, ha reducido la reproducción, pagará la reproducción y los beneficios conforme a la boca (al texto) de sus convenciones.
Ley 265: Si el pastor al que se dio ganado mayor y menor, ha prevaricado y ha cambiado la marca y ha dado por dinero, será condenado y dará al propietario hasta diez veces lo que robó de ganado mayor o menor.

Ley 266: Si en el establo se ha producido un golpe de dios o un leon ha matado, el pastor se purificará ante dios y el dueño del establo aceptará el daño del parque.

Ley 267: Si el pastor ha sido negligente y si ha ocasionado una enfermedad en el establo, el pastor que ha ocasionado el daño de la enfermedad, reparará el establo, completará el ganado mayor y menor y lo dará al propietario.
Ley 268: Si uno tomó un buey para la trilla, tiene obligación de pagar 20 QA de trigo.

Ley 269: Si uno tomó un asno para la trilla, su precio es la mitad, 10 QA de trigo.
Ley 270: Si uno tomó un animal chico para la trilla, su precio es 1 QA de trigo.

Ley 271: Si uno tomó en locación los bueyes, el carro y el conductor, dará por día 180 QA de trigo.
Ley 272: Si uno tomó en locación un carro solamente, pagará por día 40 QA de trigo.

Ley 273: Si uno tomó en locación un doméstico, desde el comienzo del año al quinto mes le dará 6 SHE de plata por día; desde el sexto mes al fin del año, le dará 5 SHE de plata por dia.
Ley 274: Si uno tomó en locación el hijo de un obrero:

precio de un hombre
5 SHE de plata precio de un ladrillero

5 SHE de plata precio de un tejedor de plata
precio de un tallador de piedra de plata

...... de plata
...... de plata

de un carpintero de obra
4 SHE de plata precio de un obrero de cueros de plata

precio de un carpintero de ribera de plata
precio de un obrero de la construcción de plata

le pagará por día.
Ley 275: Si uno ha tomado en locación... su precio es 3 de de plata por dia.

Ley 276: Si uno tomó en locación un buque (que sube la corriente) dará 2 1/2 SHE de plata por dia como precio.
Ley 277: Si uno tomó en locación un buque de 60 GUR, dará por dia un sexto de SHE de plata como precio.
Ley 278: Si uno compró un esclavo varón o hembra y antes del mes una enfermedad de paralisis lo ataca, devolverá el esclavo al vendedor y recuperará su plata.
Ley 279: Si uno compró un esclavo o esclava y tiene una reclamación, su vendedor satisfará la reclamación.
Ley 280: Si uno compró un esclavo varón o mujer en un país extranjero, y al volver a su país, el amo del esclavo varón o mujer reconoce su esclavo varón o mujer, si el esclavo varón o mujer son ellos mismos indigenas del pais, serán puestos en libertad.
Ley 281: Si son de otro país, el comprador jurará ante dios la plata que pagó por ello, y el amo del esclavo hombre o mujer dará al negociante la plata que había pagado y recuperará su esclavo hombre o mujer.
Ley 282: Si el esclavo dice a su amo: "tú no eres mi amo", su amo lo hará condenar porque era esclavo suyo, y se le cortará la oreja.

Escritos Antiguos específicos sobre seguridad 

Estratégema
Sextus Iulius Frontinus

 Índice
 1 Liber Primus  1.1 I. De occultandis consiliis.
 1.2 II.  De explorandis consiliis hostium.
 1.3 III.  De constituendo statu belli.
 1.4 IV.  De transducendo exercitu per loca hosti infesta.
 1,5 V. De evadendo ex locis difficillimis.
 1.6 VI.  De insidiis in itinere factis.
 1.7 VII.  Quemadmodum ea, quibus deficiemur, videantur non deesse aut usus eorum expleatur.
 1.8 VIII.  De distringendis hostibus.
 1.9 IX.  De seditione militum compescenda.
 1.10 X. Quemadmodum intempestiva postulatio pugnae inhibeatur.
 1,11 XI.  Quemadmodum incitandus sit ad proelium exercitus.
 1,12 XII.  De dissolvendo metu, quem milites ex adversis conceperint ominibus.

 Liber Primus
 Cum ad instruendam rei militaris scientiam unus ex numero studiosorum eius accesserim eiche destinato, quantum cura nostra valvula, satisfecisse visus sim, deberi adhuc institutae arbitro operae, ut sollertia ducum facta, qua a Graecis una στρατηγημάτων appellatione comprehensa sunt, expeditis amplectar commentariis.  Ita enim consilii quoque et providentiae ejemplis succincti duces erunt, unde illis excogitandi generandic similia facultas nutriatur;  Praeterea continget, ne de eventu trepidet inventionis sua, qui probatis eam experimentis comparabit.
 Illud neque ignoro neque infitior, y rerum gestarum scriptores indagine operis sui hanc quoque partem, complexos et ab auctoribus exemplorum, quidquid insigne aliquo modo fuit, traditum.  Sed, ut opinor, occupatis velocitate consuli debet.  Longum est enim singula et sparsa por inmensum corpus historiarum persequi, y hi, qui notabilia excerpserunt, ipso velut acervo rerum confundir legentem.  Nostra sedulitas impendet operam, ut, quemadmodum res poscet, ipsum quod exigitur quasi ad interrogatum exhibeat.
 Circumspectis enim generibus, praeparavi opportuna exemplorum veluti consilia.  Quo magis autem discreta ad rerum varietatem apte conlocarentur, en tres libros y diduximus.  En primo erunt exempla, quae competente proelio nondum commisso;  In secundo, quae ad proelium y confectam pacationem pertineant;  Tercius inferendae solvendaeque obsidioni habebit στρατηγήματα;  Quibus deinceps generibus sus especies attribui.
 Huic labori non iniuste veniam paciscar, ne me pro incurioso reprehendat, qui praeteritum aliquod a nobis reppererit exemplum.  ¿Quien es un anuncio percensario omnia monumenta, quae utraque lingua tradita sunt, sufficiat?  En multa et transire mihi ipse permisi.  Quod me non sine causa feciss scient, qui aliorum libros eadem promittentium legerint.  Verum facile erit sub quaque specie suggerere.  Nam cum hoc opus, sicut cetera, usus potius aliorum, quam meae, commendationis causa, adgressus sim, adiuvari me ab su, qui aliquid illi astruent, non argui credam.
 Si que erunt, quibus volumina haec cordi sint, meminerint στρατηγικῶν y στρατηγημάτων perquam similem naturam discernere.  Namque omnia, quae a duce proporcionar, utiliter, magnifice, constanter fiunt, στρατηγικὰ habebuntur, si in specie eorum sunt, στρατηγήματα.  Horum propria vis in arte sollertiaque posita proficit tamhui cavendus quam opprimendus hostis sit.  Qua in re cum verborum quoque inlustris exstiterit effectus, ut factorum ita dictorum exempla posuimus.
 Especie eorum, quae ducent instrumental en su, quae ante proelium gerenda sunt:
 I. De occultandis consiliis.
 1 M. Porcius Cato devictas a se Hispaniae civiliza existimabat en tempore rebellaturas fiducia murorum.  Scripsit itaque singulis, ut diruerent munimenta, minatus bellum, nisi confestim obtemperassent, epistulasque universis civitatibus eodem die reddi iussit.  Unaquaeque urbium sibi soli credidit imperatum;  Contumaces conspiratio potuit facere, si omnibus idem denuntiari notum fuisset.
 2 Himilco dux Poenorum, ut en Siciliam inopinatus appelleret classem, no pronuntiavit, quo proficisceretur, sed tabellas, en quibus scriptum erat, quam partem peti vellet, universis gubernatoribus dedit signates praecepitque, ne quis legeret nisi vi tempestatis a cursu praetoriae navis abductus.
 3 C. Laelius, ad Syphacem profectus legatus, quosdam ex tribunis y centurionibus por especie servitutis ac ministerii exploratores secum duxit.  Ex quibus L. Statorium, quem, quia saepius en isdem castris fuerat, quidam ex hostibus videbantur agnoscere, ocultandae condicionis eius cause baculo ut servum castigavit.
 4 Tarquinius Superbus pater, príncipes Gabinorum interficiendos arbitratus, quia hoc nemini volebat commissum, nihil nuntio responder, qui ad eum a filio erat missus;  Tantum virga eminentia papaverum capita, cum forte en horto ambularet, decussit.  Nuntius sine responso reversus renuntiavit adulescenti Tarquinio, quíter agentem patrem vidisset;  Ile intellexit idem este eminentibus faciendum.
 5 C. César, quod suspectam habebat Aegyptiorum fidem, por espécimen securitatis inspectioni urbis atque operum ac simul licentioribus conviviis deditus, videri voluit captum se gracia locorum ad mores Alexandrinos vitamque deficere;  Atque inter eam dissimulationem praepartis subsidiis occupavit Aegyptum.
 6 Ventidius Parthico bello adversus Pacorum regem, no ignarus Pharnaeum quendam, natione Cyrrhestem, ex its qui socii videbantur, omnia quae apud ipsos agerentur nuntiare Parthis, perfidiam barbari ad utilitates sus convertit.  Nam quae maxime fieri cupiebat, cada uno de ellos es acciderent, quae timebat, ea ut evenirent optare simulabat.  Sollicitus itaque, ne Parthi ante transitorio Euphraten, quam sibi supervenirent legiones, quas en Capadocia trans Taurum habebat, studiose cum proditore egit, uti sollemni perfidia Parthis suaderet, por Zeugma traicerent exercitum, qua et brevissimum iter est et demisso alveo Euphrates decurrit;  Si se trata de un proyecto de ley, si se trata de un proyecto de ley, se considera oportuno.  Inducti hac affirmatione barbari inferiore itinere per circuitum adduxerunt ejercitum dumque fusarios ripas y ob hoc operosiores ponte [s] iungunt instrumental moliuntur, quadraginta amplius dies impenderunt.  Quo spatio Ventidius es una empresa que se dedica a las copias y el triduo, antequam Parthus adveniret, recepts acie commissa vicit Pacorum et interfecit.
 7 Mithridates, circumvallante Pompeio, fugam en proximum diem moliens, huius consilii obscurandi causa latius y usque ad aplicitas hosti valles pabulatus, coloquios quoque cum pluribus avertendae suspicionis causa en posterum constituit, ignes etiam frequentiores por tota castra fieri iussit;  Secunda deinde vigilia praeter de ipsa hostium castra agmen eduxit.
 8 Imperator César Domitianus Augusto Germanicus, cum Germanos, que en armis erant, vellet opprimere nec ignoraret maiore bellum molitione inituros, si adventum tanti ducis praesensissitud, profectioni [s] suae census obtexuit Galliarum;  Sub quibus inopinato bello affusus contusa imanio ferocia nationum provinciis consuluit.
 9 Claudius Nero, cum e re publica esset, Hasdrubalem copiasque eius, antequam, Hannibali fratri iungerentur, excidi, idcircoque, festinaret se, Livio, Salinatori, collegae, suo, cui bellum, mandatum fuerat, parum fidenti, viribus quae sub ipso erant, adiungere neque tamen discessum suum ab Hannibale, Erat, sentiri vellet, decem milía fortissimorum militum elegit praecepitque legatis, quos relinquebat, ut eaedem estaciones vigiliaeque agerentur, totidem ignes arderent, eadem facies castrorum servaretur, ne quid Aníbal suspicatus auderet adversus paucitatem relictorum.  Cum deinde en Umbria ocultatis itineribus collegae se iunxisset, vetuit castra ampliari, ne quod signum adventus sui Poeno daret, detractaturo pugnam, si consulum iunctas vires intellexisset.  Igitur inscium duplicatis adgressus copiis superavit y velocius omni nundi rediit ad Hannibalem.  Ita ex duobus callidissimis ducibus Poenorum eodem consilio alterum celavit, alterum oppressit.
 10 Themistocles exhortans suos y suscitandos festinanter muros, quuss iussu Lacedaemoniorum deiecerant, legatis Lacedaemone missis, qui interpellarent, responder, venturum se ad diluendam hanc existimationem;  Et pervenit Lacedaemonem.  Ibi simulato morbo alicioso temporis extraxit;  Et postquam intellexit suspectam, sustantivo tergiversationem suam, contendit falsum ad eos rumorem y rogavit, mitterent aliquos ex principibus, quibus crederent de munitione Athenarum.  Suis deinde clam scripsit, ut eos qui venissent retinerent, donec, refectis operibus confiteretur, Lacarnemoniis, munitas esse, Athenas neque aliter principes, eorum redire posse, quam si ipse remissus foret.  Quod facile praestiterunt Lacedaemonii, ne unius interitum multorum morte pensativo.
 11 L. Furius, exercitu perducto en locum iniquum, cum constituisset occultare sollicitudinem suam, ne reliqui trepidarent, paulatim se inflectens, tamquam circuitu maiore hostem adgressurus, converso agma ignarum rei quae agebatur exercitum incolumem reduxit.
 12 Metelo Pío en Hispania interrogatus, quid postera die facturus esset, "tunicam meam, si eloqui posset", inquit, "comburerem".
 13 M. Licinius Crassus percunctanti, que tempore castra moturus esset, responde: "vereris, ne tubam non exaudias?"


 II.  De explorandis consiliis hostium.
 1 Scipio Africanus, capta occasione mittendae ad Syphacem legationis, cum Laelio servorum habitu tribunos y centuriones electissimos ire iussit, quibus curae esset perspicere regias vires.  Hola, quo liberius castrorum positionem scrutarentur, equum de industria dimissum tamquam fugientem persectati maximam partem munimentorum circumierunt.  Quae cum nuntiassent, incendio confectum bellum est.
 2 P. Fabius Maximus bello Etrusco, cum adhuc incógnita forent Romanis ducibus sagacios explorandi viae, fratrem Fabio Caesonem, peritum linguae Etruscae, iussit Tusco habitu penetrare Ciminiam silvam, intemptatam ante militi nostro.  Quod is adeo prudenter atque industrie fecit, transgénero silván Umbros Cameras, cum animadvertisset no alienos nomini Romano, ad societatem compulerit.
 3 Carthaginienses, cum animadultent Alexandri ita magnas opes, ut Africae quoque immineret, unum ex civibus, virum acrem nomine Hamilcarem Rhodinum, iusserunt simulate exsilio ire ad regem omnique studio en amicitiam eius pervenire.  Qua es potitus consilia eius nota civibus suis faciebat.
 4 Idem Carthaginienses miserunt, que por espécimen legatorum longo tempore Romae morarentur excperentque consilia nostrorum.
 5 M. Cato en Hispania, quia ad hostium consilia alia via pervenire non potuerat, iussit trecentos milites simul impetum facere in stationem hostium raptumque unum ex su in castra perferre incolumem.  Tortus ilia omnia suorum arcana confessus est.
 6 C. Marius cónsul bello Cimbrico y Teutónico ad excutiendam Gallorum y Ligurum fidem litteras eis misit, cuatrium pars prior praeceperat, ne interiores, quae praesignatae erant, ante certum tempus aperirentur.  Easdem postea ante praestitutum diem repetición y, quia resignatas reppererat, intellexit hostilia agitari.
 [Est et aliud explorandi género, quo ipsi duces nullo extrinsecus adiutorio per se provident, sicut:]
 7 Aemilius Paulus cónsul, bello Etrusco apud oppidum Vetuloniam demissurus exercitum en planitiem, contemplatus procul avium multitudinem citatiore volatu ex silva consurrexisse, intelecto aliquid illic insidiarum latere, quod y turbatae aves y plantas simul evolaverant.  Praemissis igitur exploratoribus comperit decem milia Boiorum excipiendo ibi Romanorum agmini imminere, eaque alio quam exspectabatur latere missis legionibus circumfudit.
 8 Similiter Tisamenus Orestis filios, cum audisset iugum ab hostibus natura munitum teneri, praemisit sciscitaturos, quid rei foret;  Ac referentibus eis no esse verum, quod opinaretur, ingressus iter, ubi vidit ex suspecto iugo magnam vim avium simul evolasse neque omnino residere, arbitratus latere illic agmen hostium.  Itaque circumducto exercitu elusit insidiatores.
 9 Hasdrubal, frater Hannibalis, iunctum Livii y Neronis exercitum, quamquam hoc illi non duplicatis castris dissimularent, intellexit, quod ab itinere strigosiores notabat equos y coloratiora hominum, ut ex via, corpora.
 III.  De constituendo statu belli.
 1 Alexander Macedo, cum haberet vehementem exercitum, semper eum statum belli elegit, ut acie confligeret.
 2 C. César bello civil, cum veteranum exercitum haberet, hostium autem tironem esse sciret, acie semper decertare studuit.
 3 Fabius Maximus adversus Hannibalem, successibus proeliorum insolentem, reciedere ab ancipiti discrimine et tueri tantummodo Italiam constituit Cunctatorisque nomen et per hoc summi ducis meruit.
 4 Byzantii adversus Philippus omide proeliandi discrimina evitantes, omissa etiam finium tutela, intra municiones oppidi se receperunt assecutique sol, ut Philippus obsidionalis morae impatiens recederet.
 5 Hasdrubal, Gisgonis filius, secundo Punico bello en Hispania victum exercitum, con P. Scipio instaret, por urbes divisit.  Ita factum est, ut Escipión, ne oppugnatione plurium oppidorum distringeretur, en hiberna suos reduceret.
 6 Themistocles adventante Xerxe, quia neque proelio pedestri neque tutelae fino neque obsidioni credebat sufficere Athenienses, auctor fuit eis liberos y coniuges en Troezena y en alias amendandi relictoque oppido statum belli ad navale proelium transferendi.
 7 Idem fecit en eadem civitate Pericles adversum Lacedaemonios.
 8 Scipio, manente en Italia Hannibale, transmisso en Africam exercitu necessitatem Carthaginiensibus imposuit revocandi Hannibalem.  Sic a domesticis finibus en hostiles transtulit bellum.
 9 Athenienses, cum Deceliam castellum ipsorum Lacedaemonii communissent y frequentius vexarentur, classem, quae Peloponensum infestare [n] t, miserunt consecutique sunt, ut exercitus Lacedaemoniorum, qui Deceliae erat, revocaretur.
 10 Imperator César Domitianus Augustus, cum Germani más suo e saltibus et obscuris latebris subíndice impugnarent nostros tutumque regressum en profunda silvarum, limitibus per centum viginti milia passum actis no mutavit tantum statum belli, sed y subiecit dicioni suae hostes, quórum refugia nudaverat.
 IV.  De transducendo exercitu per loca hosti infesta.
 1 Aemilius Paulus cónsul, cum en Lucanis iuxta litus angustia itinere exercitum duceret y Tarentini ei clase insidiati agmen eius scorpionibus agressi esencia, captivos lateri euntium praetexuit, quórum respectu hostes inhibuere tela.
 2 Agesilaus Lacedaemonius, cum praeda onustus ex Phrygia redirectamente insequerenturque hostes y ad locorum oportunitatem agenero agens eius, ordinem captivorum ab utroque latere ejercitus sui explicuit;  Quibus dum parcitur albergue, spatium transeundi habuerunt Lacedaemonii.
 3 Idem, tenentibus angustias Thebanis, por quas transeundum habebat, flexit iter, cuasi Thebas contenderet.  Exterrite Thebanis digressisque ad tutanda moenia repetir iter, quo destinaverat, emensus est nullo obsistente.
 4 Nicostratus, dux Aetolorum, adverso Epirotas, cum ei aditus en las multas eorum angusti feroz, por alterum locum inrupturum se ostendens, omni illa ad prohibendum occurrent Epirotarum multitudine, reliquit suos paucos, qui speciem remanentis exercitus praeberent;  Ipse cum cetera manu, quo no exspectabatur aditu, intravit.
 5 Autophradates Perses, semen en Pisidiam exercitum duceret y angustias quasdam Pisidae occuparent, simulata vexatione traiciendi instituit reducere.  Quod cum Pisidae credidissent, ille nocte validissimam manum ad eundem locum ocuparum praemisit ac postero die totum traiecit exercitum.
 6 Philippus Macedonum rex Graeciam petens, cum Thermopylas occupatas audiret et ad eum legati Aetolorum venience acturi de pace, retentis eis ipse magnis itineribus ad angustias pertendit securisque custodibus y legatorum reditus exspectantibus inopinatus Thermopylas traiecit.
 7 Iphicrates, dux Atheniensium, adversus Anaxibio Lacedemonium en Hellesponto circa Abydon, cum transducendum exercitum haberet per loca, quae stationibus hostium tenebantur, alterum autem latus eius transitus abscis montes premerent, alterum mare allueret, aliquamdiu moratus, cum incidisset frigidio solito dies et ob hoc Nemini suspectus, delegit firmissimos quosque, quibus oleo ac mero calefactis praecepit, ipsam oram maris legerent, abruptiora tranarent, atque ita custodes angustiarum inopinatos oppressit a tergo.
 8 Cn.  Pompeius, cum flumen transire, propter oppositum hostium exercitum, non posset, adsider producere et reducer in castra instituit;  Deinde, en eam demum persuasionem hoste perducto, ne ullam viam ad progresum Romanorum teneret, repenten impetu facto transitum rapuit.
 9 Alexander Macedo, prohibition rege Indorum Poro traici exercitum por flumen Hidaspen, adversus aquam adsidue procurrere iussit suos;  Et ubi eo más exercitationis assecutus est, ne quid un Poro adversa ripa caveretur, por superiorem partem subitum transmisit exercitum.
 {{V | IV | 9a Idem, quia Indi fluminis traiectu prohibebeta ab hoste, diversis locis in flumen equites instituit immittere et transitum minari;  Cumque exspectatione barbaros intentos teneret, insulam paulo remotiorem primum exiguo, deinde maiore praesidio ocupavit atque inde en ulteriorem ripam transmisit.  Ad quam manum opprimendam cum universi se acoge effudissent, ipse libero vado transgresión omnes copias coniunxit.
 10 Xenofonte, ulteriorem ripam Armeniis tenentibus, duos iussit quaeri aditus;  Et cum a vado inferiore repulsus esset, transiit ad superius, inde quoque prohibitus hostium ocurreu repete vadum inferius, iussa quidem militum parte subsistere, quae, cum, armii ad inferioris vadi tutelam redissent, per superius transgrederetur.  Armenii, credentes decursuros omnes, engaño sunt a remanentibus;  Hola cum resistente nulle vadum superassent, transeuntium suorum fuere propugnatores.
 11 Appius Claudius cónsul primo bello Punico, cum a Regio Messani traicere militem nequiret, custodientibus fretum Poenis, sparsit rumorem, quasi bellum iniussu populi inceptum gerere no posset, classemque in Italiam versus se agere simulavit.  Digressis deinde Poenis, que profectioni eius habuerant fidem, circumactas naves appulit Siciliae.
 12 Lacedaemoniorum duces, cum Syracusas navigare destinassent y Poenorum dispositam por litus classem timerent, decem Punicas naves, quas captives habebant, veluti vicines primas iusserunt agi, aut a latere iunctis aut puppe religatis suis.  Qua specie deceptis Poenis transierunt.
 13 Philippus, cum angustias maris, quae Στενὰ appellantur, trasnavigare propter Atheniensium classem, quae opportunitatem loci custodiebat, no posset, scripsit Antipatro Thraciam rebellare, praesidiis quae ibi reliquerat interceptis;  Sequeretur omnibus omissis.  Quae ut epistulae interciperentur ab hoste, curavit.  Athenienses, arcano Macedonum excepisse visi, classem abduxerunt;  Philippus nullo prohibente angustias freti liberavit.
 13a Idem, quia Cherronessum, quae iuris Atheniensium erat, occupare prohibebatur, tenentibus transitum no Byzantiorum tantum, sed Rhodiorum quoque et Chiorum navibus, conciliavit animos eorum reddendo naves, quas ceperat, quasi sequestres futuros ordenando pacis inter se atque Byzantios, qui causa belli erant .  Tractaque per magnum tempus postulatione, cum de industria subinde aliquid en condicionibus retexeret, classem por id tempus praeparavit ecuar en angustias freti imparato hoste subitus evasit.
 14 Chabrias Atheniensis, cum adire portum Samiorum, sin embargo, navali hostium praesidio non posset, paucas y suis navibus praeter portum misas iussit transire, arbitratus, qui in statione erant, persecuturos;  Hisque per hoc consilium avocatis, nullo y portum cum reliqua adeptus est classe.


 V. De evadendo ex locis difficillimis.
 1 Q. Sertorius en Hispania, cum a tergo instante hoste flumen traicere haberet, vallum en ripa eius en modum cavae lunae duxit y oneratum materiis incendit;  Atque ita exclusis hostibus sustantivo flumen libere transgressus est.
 2 Similitro Pelopidas Thebanus bello Thessalico transitum quaesivit.  Namque castris ampliorem locum supra ripam complejo, vallum cervolis y alio materiae genere constructum incendi, dumque ignibus submoventur, ipse fluvium superavit.
 3 P. Lutatius Catulus, cum a Cimbris pulsus unam spem salutis haberet, si flumen liberasset, cuius ripam hostes tenebant, en proximo monte copias ostendit, tamquam ibi castra positurus.  Ac praecepit suis, ne sarcinas solverent aut onera deponerent neige quis ab ordinibus signisque discederet;  Y quo magis persuasionem hostium confirmado, pauca tabernacula en conspectu erigi iussit ignesque fieri y quosdam vallum struere, quosdam en lignationem, ut conspicerentur, exire.  Quod Cimbri vere agi existimantes y ipsi castris delegerunt locum disperso in proximos agros ad compara ea, qua mansuris necessaria sunt, occasionem dederunt Catulo no solum fluent traiciendi, sed etiam castra eorum infestandi.
 4 Croesus, cum Halyn vado transire no posset neque navio aut pontis faciendi copiam haberet, fossa superiore part castra deducta alveum fluminis a tergo exercitus sui reddidit.
 5 Cn.  Pompeius Brundisii, cum excedere [t] Italia y transferir bellum propuesta, instante a tergo Caesare conscensura clasem quasdam obstruxit vias, alias parietibus intersaepsit, alias intercidit fossis easque sudibus erectis praeclusas operuit cratibus, humo aggesta, quosdam aditus, qui ad portum ferebant, trabibus Transmissis et en densum ordinem structis, ingenti mole tutatus.  Quibus perpetratis ad speciem retinendae urbis raros para moenibus sagittarios reliquit, ceteras copias sine tumultu ad naves deduxit.  Navigantem eum mox sagittarii quoque por itinera nota degressi parvis navigiis consecuti sunt.
 6 C. Duellius cónsul en portugués Syracusano, quem temere intraverat, obiecta ad ingressum catena clausus universos en puppem rettulit milites atque ita resupina navegación magna remigantium vi concitaviAnd;  Levatae prorae super catenam processerunt.  Qua parte superata transgresora rursus milites proras presserunt, en quas versum pondus decursum super catenam dedit navibus.
 7 Lysander Lacedaemonius, cum in portu Atheniensium cum tota obsideretur de clase, obrutis hostium navibus ab e parte, qua faucibus angustissimis yegua influit, milites suos almeja en litus egredi iussit y subiectis rotis naves ad proximum portum Munychiam traiecit.
 8 Hirtuleius legatus Q. Sertorii, cum en Hispania inter duos montes abruptos longum et angustum iter ingressus paucares duceret cohortes comperissetque ingentem manum hostium adventare, fosam transversam inter montes pressit vallumque materia exstructum incendi atque ita intercluso hoste evasit.
 9 C. César bello civil, cum adversus Afranium copias educeret et recipiendi se sine periculo facultatem no se ha encontrado, sicut constiterat, prima y secunda acie in armis permanente, tertia autem acie furtim a tergo ad opus applicata, quindecim pedum fósam fecit, intra quam sub Ocasion solis armati se milites eius receperunt.
 10 Pericles Atheniensis, a Peloponnensiis in eum locum compulsus, qui undique abruptis cinctus duos tantum exitus habebat, ab altera parte fossam ingentis latitudinis duxit velut hostis excludendi causa, altera limitem agere coepit, tamquam per eum erupturus.  Hi qui obsidebant, cum per fossam, quam ipse fecerat, exercitum Periclis evasurum no crederent, universi a limite obstiterunt.  Pericles, pontibus, quos praeparaverat, fosas iniectis, suos, quis non resistebatur, emisit.
 11 Lysimachus, ex unus in quos opes, Alexandri transierunt, cum editum colmos castris destinasset, imprudentia autem suorum in infernal deductus vereretur ex superiore hostium incursum, triplices fossas intra vallum obiecit;  Deinde simplicibus fossis circa omnia tentoria ducti tota castra confodit e intersaepto hostium aditu, simulan humo quoque y frondibus, quas fossis superiecerat, fallentibus, eruptione facta en superiora evasit.
 12 C. Fonteius Crassus en Hispania con tribus milibus hominum praedatum profectus loco iniquo circumventus ab Hasdrubale, ad primos tantum ordines relato consio, incipiente nocte, temp tempto minime exspectabatur, per stationes hostium perrupit.
 13 L. Furius exercitu perducto en locum iniquum, cum constituisset ocultare sollicitudinem suam, ne reliqui trepidarent, paulatim inflectit iter, tamquam circuitu maiore hostem adgressurus;  Converso agmine ignarum rei quae agebatur ejercitum incolumem reduxit.
 14 P. Decius tribunus bello Samnitico Cornélio Cosso cónsul iniquis locis deprehenso ab hostibus susit, ut ad occupandum collem, qui erat en propinquo, modicam manum mitteret, seque ducem su qui mittebantur obtulit.  Avocatus in diversum hostis dimisit consulem, Decium autem cinxit obseditque.  Illas quoque angustias noctu eruptione facta cum frustratus esset Decius, incolumis cum militibus consuli accessit.
 15 Idem fecit sub Atilio La consola de Calatino es, cuius varie traditur nomen: alii Laberio, nonnulli Q. Caedium, plurimi Calpurnium Flammam vocitatum scripserunt.  ¿Es cum demissum en eam vallem videret exercitum, cuius latera omniaque superiora hostis insedeat, depoposcit et accepit trecentos milites, quos adhortatus, ut virtude su ejercitum servarent, in mediam vallem decucurrit;  Et ad opprimendos eos undique descender hostis longque y aspero proelio retentus ocasion consuli ad extrahendum exercitum dedit.
 16 Q. Cónsul de Minucio en Liguria, demisso en angustias exercitu, cum iam omnibus obversaretur Caudinae cladis ejemplum, Numidas auxiliares, tam propter ipsorum quam propter equorum deformitatem despiciendos, iussit adequitare faucibus, quae tenebantur.  Primo intenti anfitriones, ne lacesserentur, stationem obiecerunt.  De industria Numidae ad augendum sui contemptum labi equis y per ludibrium spectaculo esse affectaverunt.  Ad novitatem rei laxatis ordinibus barbari in espectaculum usque resoluti sunt.  Quod ubi animadverterunt Numidae, paulatim succedentes additis calcaribus por intermissas hostium station eruperunt;  Quórum deinde cum proximos incenderent agros, necesito Liguribus fuit avocari ad defendiendo su inclusosque Romanos emittere.
 17 L. Sola, bello sociali apud Aeserniam inter-angustias deprehensus ab exercitu hostium, cui Duillius praeerat, colloquio petito de condicionibus pacis agitabat sine effectif.  Hostem tamen propter indutias neglegentia resolutum animadvertens, nocte profectus relicto bucinatore, qui vigilias ad fidem remanentium divideret y quarta vigilia commissa consequeretur, incolumes suos om omibus impedimentis tormentisque in tuta perduxit.
 18 Idem adversus Archelaum praefectum Mithridatis en Capadocia, iniquitate locorum y multitudine hostium pressus, fecit pacis mencionarem interpositoque tempore etiam indutiarum y por haec aguacate intencional adversari [or] um evasit.
 19 Hasdrubal, frater Hannibalis, cum saltum non posset evadere, faucibus eius obsessis, egit cum Claudio Nerón recepitque dimissum Hispania excessurum.  Cavillatus deinde condicionibus muere aliquot extraxit, quibus omnibus no omisit por angustos tramites y ob id neglectos dimittere por partes exercituHave;  Ipse deinde cum reliquis expeditis fácil effugit.
 20 Spartacus fossam, qua erat a M. Crasso circumdatus, caesis captivorum pecorumque corporibus noctu replevit et supergressus est.
 21 Idem, en el Vesuvio obsessus ea parte, qua mons asperrimus erat ideoque incustoditus; ex vimine silvestri catenas conseruit;  Quibus demissus non solum evasit, verum etiam ex alio latere Clodio ita terruit, ut aliquot cohortes gladiatoribus quattuor y septuaginta cesserint.
 22 Idem, cum ab L. Varínio proconsule praeclusus esset, palis per modica intervalle fixis ante portam erecta cadavra, adornata veste atque armis, alligavit, ut procul intuentibus stationis especie esset, ignibus per tota castra factis.  Imagine vana delusio hoste copias silentio noctis eduxit.
 23 Brasidas dux Lacedaemoniorum, circa Amphipolim ab Atheniensium, multitudine numero impar deprehensus, claudendum se praestitit, ut per longum coronae ambitum extenuaret hostilem frequentiam, quaque rarissimi obstabant, erupit.
 24 Iphicrates in Thracia, cum depresso, loco castra posuisset, explorasset autem ab hoste proximum teneri collem, ex quo unus ad opprimendos ipsos descensus erat, nocte paucis intra castra relictis imperavit, multos ignes facerent, eductoque exercitu et disposito circa latera praedictae viae passus est transire Barbaros;  Locorumque iniquitate, en qua ipse fuerat, en illos conversa, parte ejerza terra eorum cecidit, parte castra cepit.
 25 Darius, ut falleret Scythas discessu, cañas atque asinos en castris reliquit.  Quos cum latrantes rudentesque hostis audiret, remanere Darium credidit.
 26 Eundem errorem obiecturi nostris Ligaduras por diversa loca buculos laqueis ad arbores alligaverunt, qui didti frequentiore mugitu speciem remanentium praebebant hostium.
 27 Hanno, ab hostibus clausus, locum eruptioni maxime aptum aggestis levibus materiis incendit;  Tum hoste ad ceteros exitus custodiendos aguacate milites por ipsam flammam eduxit, admonitos ora scutis, crura veste contegere.
 28 Hannibal, ut iniquitatem locorum y inopiam instante Fábio Maximo effugeret, noctu boves, quibus ad cornua fasciculos alligaverat sarmentorum, subiecto igne dimisit;  Cumque ipso motu adulescente flamma turbaretur pécus, magna discursatione montes, en quos actum erat, collustravit.  Romani, qui ad speculandum concurrente, primo prodigium opinati sunt;  Dein cum certa Fabio renuntiassent, insidiarum metu suos castris continuit.  Varbari obsistente nullo profecti sunt.


 VI.  De insidiis in itinere factis.
 1 Fulvius Nobilior, ex ex Samnio en Lucanos exercitum duceret y cognovisset a perfugis hostes novissimum agme eius adgressuros, fortissimam legionem primo ire, ultima sequi iussit impedimenta.  Ita recíprocamente con ocasión de la ampliación de los anfitriones diripere sarcinas coeperunt.  Fulvius legionem, qua supra dictum est, quinque cohortes en dextram viae partem direxit, quinque ad sinistram, atque ita praedationi intentos hostes explicado por utraque latera milite clausit ceciditque.
 2 Idem, hostibus tergum eius en itinere prementibus, flumine interveniente no ita magno, ut transitum prohiberet, moraretur tamen rapididate, alteram legionem en occulto citra flumen conlocavit, ut hostes paucitate contempta audacius sequerentur.  Quod ubi factum est, legio, quae ob hoc disposit erat, ex insidiis hostem adgressa vastavit.
 3 Iphicrates en Thracia [m], cum propter condicionem locorum longum agen dedueret et nuntiatum esset ei hostes summum id adgressuros, cohortes en utraque latera secedere y consistere iussit, ceteros suffugere et iter maturare;  Transeunte autem toto agmine lectissimos quosque retinuit y ita passim circa praedam occupatos hostes, iam etiam fatigatos, ipse requietis y ordinatis suis adgressus fudit exuitque praeda.
 4 Boii in silva Litana, quam transitorios erat noster exercitus, succiderunt arbores ita, ut parte exigua sustantivo sustantivo, sustantivo starent, donec impellerentur;  Delituerunt deinde ad extremas ipsi ingressoque silvam hoste por proximas ulteriores impulerunt.  Eo modo propagata pariter supra Romanos ruina magnam manum eliserunt.
 VII.  Quemadmodum ea, quibus deficiemur, videantur non deesse aut usus eorum expleatur.
 1 L. Caecilius Metellus, quia usu navio, quibus elephantos transportaret, deficiebatur, iunxit dolia, restricvitque tabulatis ac super e positos per Siculum fretum transmisit.
 2 Hannibal, cum in praealti fluminis transitum elephantos no posset compellere nec navium aut materiarum, quibus rates construerentur, copiam haberet, iussit ferocissimum elephantum sub aure vulnerabilidad y eum, qui vulnerasset, tranato statim flumine procurrere.  Elephantus exasperatus ad persequendum doloris sui auctorem tranavit amnem et reliquis idem audendi fecit exemplum.
 3 Carthaginiensium duces instructor classem, quia sparto deficiebantur, crinibus tonsarum mulierum y funes efficiendos usi sunt.
 4 Idem Massilienses y Rhodii fecerunt.
 5 M. Antonius a Mutina profugus córtices pro scutis militibus suis dedit.
 6 Spartaco copiisque eius scuta, ex vimine fuerunt, quae coriis tegebantur.
 7 [Non alienus, ut arbitro, hic locus est referendi factum Alexandr Macedonis illud nobile, qui per deserta Africae itinera gravissima siti cum exercitu affectus oblatam sibi a milite in galea aquam spectantibus universis effudit, utilem exemplo temperantiae, quam si communicare potuisset.]
 VIII.  De distringendis hostibus.
 1 Coriolanus, cum ignominiam damnationis suae bello ulcisceretur, populationem patriciorum agrorum inhibition, deustis vastatisque plebeiorum, ut discordia motora, qua consenso Romanorum distringeretur.
 2 Hannibal Fabium, cui neque virtude neque artibus bellandi par erat, infamia distringeret, agris eius abstinuit, ceteros populatus.  Contra la ley, ne suspecta civibus fides esset, magnitud animi effecit, publicatis possessionibus suis.
 3 Fabius Maximus quinto cónsul, cum Gallorum y Umbrorum, Etruscorum, Samnitium adversus populum Romanum ejercitus coissent, contra quos et ipse trans Appenninum en Sentinate castra communiebat, scripsit Fulvio y Postumio, qui en praesidio urbi erant, copias ad Clusium movedor.  Quibus assecutis ad su defensa Etrusco Umbrique deverterunt;  Relictos Samnites Gallosque Fabio y colega Decius adgressi vicerunt.
 4 M '.  Curius adversus Sabinos, qui ingenti exercitu conscripto relictis finibus suis nostros occupaverant, occultis itineribus manum misit, quae desolatos agros eorum vicosque per diversa incenderunt.  Sabini ad arcendam domesticam vastitatem recesserunt;  Curio contigit et vacuos infestare. Hostium multas y ejercicios sine proelio avertere sparsumque caedere.
 5 T. Didius, paucitate suorum diffidens, cum en adventum earum legionum, quas exspectabat, traheret bellum y ocurren eis hostem comperisset, contione advocata aptari iussit milites ad pugnam ac de industria neglegentius custodiri captivos.  Ex quibus pauci, qui profugerant, nuntiaverunt suis pugnam imminere;  Et illi, ne sub exspectatione proelii diducerent viris, omiserunt occurere eis, quibus insidiabantur;  Legiones tutissime nullo excipiente ad adium pervenerunt.
 6 Bello Punico quaedam civitates, quae a Romanis déficit ad Poenos destinaverante, cum obsides dedenden, quos recipere, antequam desciscerent, studebant, simulaverunt seditionem inter finitimos ortam, quam Romanorum legati dirimere deberent, missosque eos velut contraria pignora retinuerunt nec ante reddiderunt, quam ipsi Susurros recitadores.
 7 Legati Romanorum, cum missis essent Antiochum regem, qui secum Hannibalem victis iam Carthaginiensibus habebat consiliumque eius adversus Romanos instruebat, crebris cum Hannibale colloquiis effecerunt, ut es regi fieret suspectus, cui gratissimus alioquin y utilis erat propter calliditatem et peritiam bellandi.
 8 P. Metellus adversus Iugurtham bellum gerens missos ad se legatos eius corrupto, ut sibi proderent regem;  Cum et alii venissent, idem fecit;  Eodem consilio usus est et adversus tertios.  Sed de captivitate Iugurthae res paro procesado;  Vivum enim tradi sibi volebat.  Plurimum tamen consecutus est, nam cum interceptae fuissent epistulae eius ad regios amicos scriptae, en omnis eos rex animadvertit spoliatus consiliis amicos postea parare non potuit.
 9 C. César, por cada uno de los exceptos quendam aquatorem cum comperisset Afrano Petreiumque castra noctu moturos, ut citra vexationem suorum hostilia impediret consilia, initio statim noctis vasa conclamar milites y praeter adversariorum castra agi mulos cum fremitu et sono iussit;  Continere se, quos retentos volebat, arbitrati castra Caesarem movere.
 10 Scipio Africanus ad excipiene auxilia cum commeatibus Hannibali venientia Minucio Termum dimisit, ipse subventurus.
 11 Dionysius, Syracusanorum tyrannus, cum Afri ingenti multitudine traiecturi essent en Siciliam ad eum oppugnandum, castella pluribus locis communiit custodibusque praecepit, ut e advenienti hosti dederent dimissique Syracusas occulte redirent.  Afris necessità fuit capta castella praesidio obtinere;  Quos Dionysius, redactos ad quam voluerat paucitatem, paene iam par numero adgressus vicit, cum suos contraxisset y adversarios sparsisset.
 12 Agesilaus Lacedaemonius, cum inferret bellum Tissaphernae, Cariam se petere simulavit, quasi aptius locis montuosis adversus hostem equitatu praevalentem pugnaturus.  Per hanc consilii ostentationem aguacate en Cariam Tissapherne, ipse Lydiam, ubi caput, hostium regni erat, irrupit oppressisque, qui illic agebant, pecunia regia potitus est.
 IX.  De seditione militum compescenda.
 1 Aulus Manlius cónsul, cum comperisset coniurasse milites en hibernis Campaniae, ut iugulatis hospitibus ipsi res invaderent eorum, rumorem sparsit, eodem loco hibernaturos;  Atque ita dilato coniuratorum consilio Campania periculo liberavit y ex occasione nocentes puniit.
 2 L. Sulla, cum legiones civium Romanorum perniciosa sedición fervente, consilio restituit sanitatem efferatis.  Propere enim annuntiari iussit, hostem adesse, y ad arma vocantium clamorem tolli, signa canere.  Discutir la seditio est universis adversus hostem consentientibus.
 3 Cn.  Pompeius, trucidato ab exercitu Mediolani senatu, ne tumultum motor, si solos evocasset nocentes, mixtos eis qui extra delictum erant, venire iussit.  ,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,.
 4 C. César, cum quaedam legiones eius seditionem movissent, adeo ut in perniciem quoque ducis viderentur consurrecturae, dissimulato metu procesi ad mil postulantibusque missionem ultro minaci vultu dedit.  Expectativa de la coherencia de la satisfacción imperativo en la reliqua opera se dare.
 X. Quemadmodum intempestiva postulatio pugnae inhibeatur.
 1 Q. Sertorius, quod experimento didicerat impare se universo Romanorum exercitui, ut barbaros quoque inconsulte pugnam exposiciones doceret, adductis en conspectum duobus equis, praevalido alteri, alteri admodum exili duos admovit iuvenes similiter affectos, robustum et gracilem.  Ac robustiori imperavit equo exili universam caudam abruptere, gracili autem valentiorem per singulos pilos vellere.  Cumque gracilis fecisset, quod imperatum erat, validissimus cum infirmi equi cauda sine efetuar luctaretur, "naturam", inquiet Sertorius, "Romanarum cohortium per hoc vobis exemplum ostendi, milites, insuperables sunt universas adgredienti, easdem lacerabit et carpet, qui per partes intenttaverit. "
 2 Idem, cum videret suos, pugnae, signum, inconsulte, flagitantes, crederetque, rupturos imperium, nisi congrederentur, permisit turmae equitum ad lacessendos hostes ire laborantique submisit alias y sic recepts omnes tutiusque y sine noxa ostendit, quis exitus flagitatam pugnam mansisset.  Obsequentissimis inde eis usus est.
 3 Agesilaus Lacedaemonius, cum adversus Thebanos castra súper ripam posuisset multoque maiorem hostium manum que intellegeret et ideo suos arcere a cupiditate decernendi vellet, dixit responde deum se ex collibus pugnare iussum y ita exiguo praesidio ad ripam posito accessit in colles.  Quod Thebani pro metu interpretati transierunt flumen y, cum facile depulissent praesidium, ceteros insecuti avidius iniquitate locorum a paucioribus victi sunt.
 4 Scorylo, dux Dacorum, cum sciret dissociatum armis civilibus populum Romano neque tamen sibi temptandum arbitraretur, quia externo bello posset concordia entre cives coalescere, duos canes en conspectu popularium commisit iisque acerrime inter ipsos pugnantibus lupum ostendit, quem protinus canes omissa inter se ira adgressi Sunt  Quo ejemplo prohibition barbaros ab impetu Romanis profuturo.

 XI.  Quemadmodum incitandus sit ad proelium exercitus.
 1 M. Fabius et Cn.  Manlius consules adversus. Etruscos propter seditiones detractante proelium exercitu ultrador simulaverunt cunctationem, donec milite probris hostium coacti pugnam depositante iurarentque se ex ea victores redituros.
 2 Fulvius Nobilior, cum adversus Samnitium numerosum exercitum et successibus, tumidum parvis copiis, necessita haberet decertare, simulavit unam legionem, hostium corruptam a se ad proditionem imperavitque ad eius rei fidem tribunis et primis ordinibus et centurionibus, quantum quisque numeratae pecuniae aut auri argentique haberet, conferret, Ut repraesentari merces proditoribus posset;  Se autem su contulissent pollicitus est consummata victoria amplia insuper praemia daturum.  Quae persuasio Romano alacritatem attulit et fiduciam, unde etiam praeclara victoria commisso statim bello parata est.
 3 C. César adversus Germanos y Ariovistum pugnaturus confusis suorum animis pro concio dixit, nullius se y die opera nisi decimae legionis usurum.  Quo consecutus est, ut decimani tamquam praecipuae fortitudinis testimonio cogerentur y ceteri pudore, ne penes alios gloria virtutis esset.
 4 P. Fabius, quia egregie sciebat y Romanos eius esse libertatis, quae contumelia exasperaretur, y un Poenis nihil iustum aut moderatum exspectabat, misit legatos Carthaginem de condicionibus pacis.  Quas cum illi iniquitatis y insolentiae plenas rettulissent, exercitus Romanorum ad pugnandum concitatus est.
 5 Agesilaus, Lacedaemoniorum dux, cum prope ab Orchomeno, socia civitate, castra haberet comperissetque plerosque ex militibus pretiosissima rerum deponere intra munimenta, praecepit oppidanis, ne quid ad exercitum suum pertinens reciperetur, quo ardentius dimicaret miles, qui sciret sibi pro omnibus suis pugnandum.
 6 Epaminondas dux Thebanorum adversus Lacedaemonios dimicaturus, ut no solum viribus milites sui, verum etiam affectibus adiuvarentur, pronuntiavit in contione destinatum Lacedaemoniis, si victoria poterentur, omnes virilis sexus interfice, uxoribus autem eorum y liberis in servitutem abductis Thebas diruere.  Qua denuntiatione concitati primo impetu Tebani Lacedaemonios expugnaverunt.
 7 Leotychidas, dux Lacedaemoniorum, clase pugnaturus eodem die, quo vicerant socii, quamvis ignarus actae rei vulgavit nuntiatam sibi victoriam partium, quo constantiores ad pugnam milites haberet.
 8 Aulus Postumius proelio, quo cum latínis conflixit, oblata specie duorum en equis iuvenum animos suorum erexit, Pollucem y Castorem adesse dicens, ac sic proelium restituit.
 9 Archidamus Lacedaemonius adversus Arcadas bellum gerens arma en castris statuit et circa et duci equos noctu clam imperavit.  Quorum vestigia melena, tamquam Castor y Pollux perequitassent, ostendens affuturos eosdem ipsis proeliantibus persuasit.
 10 Pericles, dux Atheniensium, initurus proelium, cum animadvertisset lucum, ex quo utraque acies conspici poterat, densissimae opacitatis, vastum alioquin y Diti patri sacrum, ingenios ile staturae hominem, altissimis coturnis y veste purpurea y coma venerabilem, en curru candidorum equorum sublimem constituit , Qui dato signo pugnae probaretur y voce Periclem nomine appellans cohortaretur eum diceretque deos Atheniensibus adesse.  Quo paene ante coniectum teli acoge terga verterunt.
 11 L. Sulla, quo paratiorem militem ad pugnandum haberet, praedici sibi a diis futuro simulavit, postremo etiam in conspectu exercitus, priusquam en aciem descenderet, signum modicae amplitudinis, quod Delphis sustulerat, orabat petebatque, promissam victoriam maturaret.
 12 C. Marius sagam quandam ex Siria habuit, a qua se dimicationum eventus praediscere simulabat.
 13 Sertorius, cum barbaro et racional indocili milite uteretur, cervam candidam insignis formae per lusitaniam ducebat et ab ea se, quae agenda aut vitanda essente, praenoscere asseverabat, ut barbari ad omnia tamquam divinitus imperata oboedirent.
 [Hoc genere strategematon non tantum ea parte utendum est, qua imperitos existimabimus esse, apud quos su utemur, sed multo magis ea, qua talia erunt, quae excogitabuntur, ut a diis monstrata credantur.]
 14 Alexander Macedo sacrificaturus inscripsit medicamento haruspicis manum, quam ile extis erat suppositurus.  Litterae significativo victoriam Alexandro dari.  Quas cum iecur calidum rapuisset y una rege militi esset ostensum, auxiliar animado tamquam deo spondente victoriam.
 15 Idem fecit Sudines haruspice proelium Eumene cum Gallis commissuro.
 16 Epaminondas Thebanus adversus Lacedaemonios, fiduciam suorum religione adiuvandam ratus, arma, quae ornamentis affixa en templis erant, nocte subtraxit persuasitque militibus de los iter suum sequi, ut proeliantibus ipsis adessent.
 17 Agesilaus Lacedaemonius, cum quosdam Persarum cepisset, quórum habitus multum terroris praefert, quotiens veste tegitur, nudatos militibus suis ostendit, ut alba corpora y umbratica contemnerentur.
 18 Gelo, Syracusarum tyrannus, bello adversum Poenos suscepto, cum multos cepisset, infirmissimum quemque praecipue ex auxiliaribus, qui nigerrimi erant, nudatum en conspectum suorum produxit, ut persuaderet contemnendos.
 19 Cyrus, rex Persarum, concitaret animos popularium, tota morir en excidenda silva quadam eos fatigavit;  Deinde postridie praestitit eis liberalissimas epulas y interrogavit, utro magis gauderent.  Cumque ei praesentia probassent, "atqui per haec", "ad illa perveniendum esOf, nam liberi beatique esse, nisi Medos viridiana, no potestis", atque ita eos ad cupiditatem proelii concitavit.
 20 L. Sulla, quia adversus Archelaum praefectum Mithridatis apud Pirea pigrioribus y proelium militibus utebatur, opere eos fatigando a compulit ad poscendum ultro pugnae signum.
 21 Fabius Maximus veritus, ne qua fiducia navio, ad quas refugium erat, menos constanter pugnaret exercitus, incendi eas, priusquam iniret proelium, iussit.
 XII.  De dissolvendo metu, quem milites ex adversis conceperint ominibus.
 1 Scipio, ex-Italia en Africam transportato exercitu, cum egrediens nave prolapsus esset et ob hoc attonitos milites cerneret, id quod trepidationem afferebat, constantia y magnitud animi in hortationem convertit et "plaudite", inquit, "milites, africam oppressi".
 2 C. César, cum fuerte conscendens navem lapsus esset, "teneo te, terra mater", inquit.  Qua interpretatione effecit, ut repetiturus illas a quibus proficiscebatur terras videretur.
 3 T. Sempronius Gracchus cónsul, acie adversus Picentes directa, cum subitus terrae moto utrasque parti confudisset, exhortatione confirmavit suos y impulso, consternatum superstitione invaderent hostem, adortusque devicit.
 4 Sertorius, cum equitum scuta extrinsecus equorumque pecora cruenta subito prodigio apparuissent, victoriam portendi interpretatus, quoniam illae partes solerent hostili cruore respergi.
 Epaminondas Thebanus contristatis militibus, quod ex hasta eius ornamentum infulae más dependencias ventus ablatum en sepulcro Lacedaemonii cuiusdam depulerat, "nolita", inquit, "milites, trepidare; Lacedemoniis significatur interitus; sepulchra enim funeribus ornantur".
 6 Idem, cum fax de caelo nocte delapsa eos qui animadverterunt terruisset, "lumen", inquiit, "hoc numina ostendunt".
 7 Idem, instante adversus Lacedaemonios pugna, cum sedile in quo resederat succubuisset et id vulgo pro tristi [excitador] significatione confusi milites interpretarentur, "immo", inquit, "vetamur sedere".
 8 C. Sulpicius Gallus defectum luna imminentem, ne pro ostento milites excitantes, praedixit futurum, additis rationibus causisque defectionis.
 9 Agatocles Syracusanus adversus Poenos, simili eiusdem sideris deminución quia sub diem pugnae ut prodigio milites sui consternati erante, ratione qua id accideret exposita docuit, quidquid illud foret, ad rerum naturam, no ad ipsorum propositum pertinente.
 10 Pericles, cum in castra eius fulmen decidisset terruissetque milites, advocata contione lapidibus en conspecto omnium collisis ignem excussit sedavitque conturbationem, cum docuisset similiter nubium attritu excuti fulmen.
 11 Timotheus Atheniensis adversus Corcyraeos naval proelio decertaturus gubernatori suo, que proficisenti iam classi signum receptui coeperat dare, quia ex remigibus quendam sternutantem audierat, "miraris", inquiet, "ex tot milibus unum perfrixisse?"
 12 Chabris Atheniensis clase dimicaturus, excusso ante navem ipsius fulmine, exterrita por cuento prodigium militibus, "nunc", inquit, "potissimum ineunda pugna est, cum deorum maximus Iuppiter adesse numen suum clasi nostrae ostendit".

El Arte de la Guerra
Sun Tsu

1 Sobre la evaluación
Sun Tzu dice: la guerra es de vital importancia para el Estado; es el do- minio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien. No reflexionar seriamen- te sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una culpable indife- rencia en lo que respecta a la conservación o pérdida de lo que nos es mas querido; y ello no debe ocurrir entre nosotros.
Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y ha- cer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos rivales, con vistas a determinar el resultado de la guerra. El primero de estos factores es la doctrina; el segundo, el tiempo; el tercero, el terreno; el cuarto, el mando; y el quinto, la disciplina.
La doctrina significa aquello que hace que el pueblo esté en armonía con su gobernante, de modo que le siga donde sea, sin temer por sus vi- das ni a correr cualquier peligro.
El tiempo significa el Ying y el Yang, la noche y el día, el frío y el calor, días despejados o lluviosos, y el cambio de las estaciones.
El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o di- fícil desplazarse, y si es campo abierto o lugares estrechos, y esto influen- cia las posibilidades de supervivencia.
El mando ha de tener como cualidades: sabiduría, sinceridad, benevo- lencia, coraje y disciplina.
Por último, la disciplina ha de ser comprendida como la organización del ejército, las graduaciones y rangos entre los oficiales, la regulación de las rutas de suministros, y la provisión de material militar al ejército.
Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada ge- neral. Aquel que los domina, vence; aquel que no, sale derrotado. Por lo tanto, al trazar los planes, han de compararse los siguiente siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:
¿Qué dirigente es más sabio y capaz?
¿Qué comandante posee el mayor talento?
¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?
¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?
¿Qué tropas son más fuertes?
¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?
¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?
Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cual de los dos bandos saldrá victorioso y cual será derrotado.
El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido al mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado. Ese debe ser destituido.
Tras prestar atención a mi consejo y planes, el general debe crear una situación que contribuya a su cumplimiento. Por situación quiero decir que debe tomar en consideración la situación del campo, y actuar de ac- uerdo con lo que le es ventajoso.
El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atra- er al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.
Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganiza- ción, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victor- ia, es porque los cálculos cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más favorables que las condiciones del enemigo; si indi- can derrota, es porque muestran que las condiciones favorables para la batalla son menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede. Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aq- uel que no realiza cálculos en absoluto.

Gracias a este método, se puede examinar la situación, y el resultado aparece claramente.

2 Sobre la iniciación de las acciones
Una vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si estás si- tiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército duran- te mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán.
Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá calamidades. Como se ha dicho: "Los que a hierro ma- tan, a hierro mueren." Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Entonces, aunq- ue tengas consejeros sabios, al final no podrás hacer que las cosas salgan bien.
Por esta causa, he oído hablar de operaciones militares que han sido torpes y repentinas, pero nunca he visto a ningún experto en el arte de la guerra que mantuviese la campaña por mucho tiempo. Nunca es benefic- ioso para un país dejar que una operación militar se prolongue por mu- cho tiempo.
Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba an- tes de que hayas podido taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido pestañear.
Por lo tanto, los que no son totalmente conscientes de la desventaja de servirse de las armas no pueden ser totalmente conscientes de las venta- jas de utilizarlas.
Los que utilizan los medios militares con pericia no activan a sus tro- pas dos veces, ni proporcionan alimentos en tres ocasiones, con un mis- mo objetivo.
Esto quiere decir que no se debe movilizar al pueblo más de una vez por campaña, y que inmediatamente después de alcanzar la victoria no se debe regresar al propio país para hacer una segunda movilización.   Al
principio esto significa proporcionar alimentos (para las propias tropas), pero después se quitan los alimentos al enemigo.
Si tomas los suministros de armas de tu propio país, pero quitas los alimentos al enemigo, puedes estar bien abastecido de armamento y de provisiones.
Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte de provisiones desde un lugar distante. Si las trans- portas desde un lugar distante, el pueblo se empobrecerá.
Los que habitan cerca de donde está el ejército pueden vender sus co- sechas a precios elevados, pero se acaba de este modo el bienestar de la mayoría de la población.
Cuando se transportan las provisiones muy lejos, la gente se arruina a causa del alto costo. En los mercados cercanos al ejército, los precios de las mercancías se aumentan. Por lo tanto, las largas campañas militares constituyen una lacra para el país.
Cuando se agotan los recursos, los impuestos se recaudan bajo pre- sión. Cuando el poder y los recursos se han agotado, se arruina el propio país. Se priva al pueblo de gran parte de su presupuesto, mientras que  los gastos del gobierno para armamentos se elevan.
Los habitantes constituyen la base de un país, los alimentos son la feli- cidad del pueblo. El príncipe debe respetar este hecho y ser sobrio y aus- tero en sus gastos públicos.
En consecuencia, un general inteligente lucha por desproveer al ene- migo de sus alimentos. Cada porción de alimentos tomados al enemigo equivale a veinte que te suministras a ti mismo.
Así pues, lo que arrasa al enemigo es la imprudencia, y la motivación de los tuyos en asumir los beneficios de los adversarios.
Cuando recompenses a tus hombres con los beneficios que ostentaban los adversarios los harás luchar por propia iniciativa, y así podrás tomar el poder y la influencia que tenía el enemigo. Es por esto par lo que se di- ce que donde hay grandes recompensas hay hombres valientes.
Por consiguiente, en una batalla de carros, recompensa primero al que tome al menos diez carros.
Si recompensas a todo el mundo, no habrá suficiente para todos, así pues, ofrece una recompensa a un soldado para animar a todos los de- más. Cambia sus colores (de los soldados enemigos hechos prisioneros), utilízalos mezclados con los tuyos. Trata bien a los soldados y préstales atención.   Los   soldados   prisioneros   deben   ser   bien   tratados,   para
conseguir que en el futuro luchen para ti. A esto se llama vencer al ad- versario e incrementar por añadidura tus propias fuerzas.
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.
Así pues, lo más importante en una operación militar es la victoria y  no la persistencia. Esta última no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego: si no lo apagas, se consumirá por sí mismo.
Por lo tanto, sabemos que el que está a la cabeza del ejército está a car- go de las vidas de los habitantes y de la seguridad de la nación.

3 Sobre las proposiciones de la victoria y la derrota
Como regla general, es mejor conservar a un enemigo intacto que destr- uirlo. Capturar a sus soldados para conquistarlos y dominas a sus jefes.
Un General decía: "Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus adversarios, haz que pierdan su ánimo y dirección, de manera que aunq- ue el ejército enemigo esté intacto sea inservible: esto es ganar sin violen- cia. Si destruyes al ejército enemigo y matas a sus generales, asaltas sus defensas disparando, reúnes a una muchedumbre y usurpas un territor- io, todo esto es ganar por la fuerza."
Por esto, los que ganan todas las batallas no son realmente profesiona- les; los que consiguen que se rindan impotentes los ejércitos ajenos sin luchar son los mejores maestros del Arte de la Guerra.
Los guerreros superiores atacan mientras los enemigos están proyec- tando sus planes. Luego deshacen sus alianzas.
Por eso, un gran emperador decía: "El que lucha por la victoria frente a espadas desnudas no es un buen general." La peor táctica es atacar a una ciudad. Asediar, acorralar a una ciudad sólo se lleva a cabo como último recurso.
Emplea no menos de tres meses en preparar tus artefactos y otros tres para coordinar los recursos para tu asedio. Nunca se debe atacar por có- lera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y co- ordinación del plan.
Por lo tanto, un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas enemigas sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear mucho tiempo.
Un maestro experto en las artes marciales deshace los planes de los enemigos, estropea sus relaciones y alianzas, le corta los suministros o bloquea su camino, venciendo mediante estas tácticas sin necesidad de luchar.
Es imprescindible luchar contra todas las facciones enemigas para ob- tener una victoria completa, de manera que su ejército no quede acuarte- lado y el beneficio sea total. Esta es la ley del asedio estratégico.
La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia.
Así pues, la regla de la utilización de la fuerza es la siguiente: si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo; si son cin- co veces superiores, atácalo; si son dos veces superiores, divídelo.
Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible. Si tus fuer- zas son inferiores, manténte continuamente en guardia, pues el más peq- ueño fallo te acarrearía las peores consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y evita en lo posible un enfrentamiento abierto con él; la prudenc- ia y la firmeza de un pequeño número de personas pueden llegar a can- sar y a dominar incluso a numerosos ejércitos.
Este consejo se aplica en los casos en que todos los factores son equiva- lentes. Si tus fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmer- sas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en batalla. Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces debes retirarte y buscar una salida.
En consecuencia, si el bando más pequeño es obstinado, cae prisionero del bando más grande.
Esto quiere decir que si un pequeño ejército no hace una valoración adecuada de su poder y se atreve a enemistarse con una gran potencia, por mucho que su defensa sea firme, inevitablemente se convertirá en conquistado. "Si no puedes ser fuerte, pero tampoco sabes ser débil, serás derrotado." Los generales son servidores del Pueblo. Cuando su servicio es completo, el Pueblo es fuerte. Cuando su servicio es defectuoso, el Pueblo es débil.
Así pues, existen tres maneras en las que un Príncipe lleva al ejército al desastre. Cuando un Príncipe, ignorando los hechos, ordena avanzar a sus ejércitos o retirarse cuando no deben hacerlo; a esto se le llama inmo- vilizar al ejército. Cuando un Príncipe ignora los asuntos militares, pero comparte en pie de igualdad el mando del ejército, los soldados acaban confusos. Cuando el Príncipe ignora cómo llevar a cabo las maniobras militares, pero comparte por igual su dirección, los soldados están vaci- lantes. Una vez que los ejércitos están confusos y vacilantes, empiezan
los problemas procedentes de los adversarios. A esto se le llama perder la victoria por trastornar el aspecto militar.
Si intentas utilizar los métodos de un gobierno civil para dirigir una operación militar, la operación será confusa.
Triunfan aquellos que:
Saben cuándo luchar y cuándo no.
Saben discernir cuándo utilizar muchas o pocas tropas.
Tienen tropas cuyos rangos superiores e inferiores tienen el mismo objetivo.
Se enfrentan con preparativos a enemigos desprevenidos.
Tienen generales competentes y no limitados por sus gobiernos civiles. Estas cinco son las maneras de conocer al futuro vencedor.
Hablar de que el Príncipe sea el que da las órdenes en todo es como el General solicitarle permiso al Príncipe para poder apagar un fuego: para cuando sea autorizado, ya no quedan sino cenizas.
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas co- rrerás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, per- derás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces  a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.

4 Sobre la medida en la disposición de los medios

Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos invencibles en primer lugar, y después aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios.
Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para des- cubrir la vulnerabili-dad del adversario significa conocer a los demás.
La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.
Por esto, los guerreros expertos pueden ser invencibles, pero no pue- den hacer que sus adversarios sean vulnerables.
Si los adversarios no tienen orden de batalla sobre el que informarse,  ni negligencias o fallos de los que aprovecharse, ¿cómo puedes vencerlos aunque estén bien pertrechados? Por esto es por lo que se dice que la vic- toria puede ser percibida, pero no fabricada.
La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad, una cuestión de ataque.
Mientras no hayas observado vulnerabilidades en el orden de batalla de los adversarios, oculta tu propia formación de ataque, y prepárate pa- ra ser invencible, con la finalidad de
preservarte. Cuando los adversarios tienen órdenes de batalla vulnera- bles, es el momento de salir a atacarlos.
La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos de abundancia.
Los expertos en defensa se esconden en las profundidades de la tierra; los expertos en maniobras de ataque se esconden en las más elevadas al- turas del cielo. De esta manera pueden protegerse y lograr la victoria total.
En situaciones de defensa, acalláis las voces y borráis las huellas, es- condidos como fantasmas y espíritus bajo tierra, invisibles para todo el
mundo. En situaciones de ataque, vuestro movimiento es rápido y vues- tro grito fulgurante, veloz como el trueno y el relámpago, para los que  no se puede uno preparar, aunque vengan del cielo.
Prever la victoria cuando cualquiera la puede conocer no constituye verdadera destreza. Todo el mundo elogia la victoria ganada en batalla, pero esa victoria no es realmente tan buena.
Todo el mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo verdaderamente deseable es poder ver el mundo de lo sutil y darte cuenta del mundo de lo oculto, hasta el punto de ser capaz de alcanzar la victoria donde no existe forma.
No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista aguda para ver el sol y la luna, ni se necesita tener mucho oído para escuchar el retumbar del trueno.
Lo que todo el mundo conoce no se llama sabiduría; la victoria sobre los demás obtenida por medio de la batalla no se considera una buena victoria.
En la antigüedad, los que eran conocidos como buenos guerreros ven- cían cuando era fácil vencer.
Si sólo eres capaz de asegurar la victoria tras enfrentarte a un adversa- rio en un conflicto armado, esa victoria es una dura victoria. Si eres ca- paz de ver lo sutil y de darte cuenta de lo oculto, irrumpiendo antes del orden de batalla, la victoria así obtenida es un victoria fácil.
En consecuencia, las victorias de los buenos guerreros no destacan por su inteligencia o su bravura. Así pues, las victorias que ganan en batalla no son debidas a la suerte. Sus victorias no son casualidades, sino que son debidas a haberse situado previamente en posición de poder ganar con seguridad, imponiéndose sobre los que ya han perdido de  antemano.
La gran sabiduría no es algo obvio, el mérito grande no se anuncia. Cuando eres capaz de ver lo sutil, es fácil ganar; ¿qué tiene esto que ver con la inteligencia o la bravura?
Cuando se resuelven los problemas antes de que surjan, ¿quién llama a esto inteligencia? Cuando hay victoria sin batalla, ¿quién habla de bravura?
Así pues, los buenos guerreros toman posición en un terreno en el que no pueden perder, y no pasan por alto las condiciones que hacen a su ad- versario proclive a la derrota.
En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la bata- lla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la vic- toria después.
Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados.
Los que utilizan bien las armas cultivan el Camino y observan las le- yes. Así pueden gobernar prevaleciendo sobre los corruptos.
Servirse de la armonía para desvanecer la oposición, no atacar un ejér- cito inocente, no hacer prisioneros o tomar botín par donde pasa el ejérci- to, no cortar los árboles ni contaminar los pozos, limpiar y purificar los templos de las ciudades y montañas del camino que atraviesas, no repe- tir los errores de una civilización decadente, a todo esto se llama el Cami- no y sus leyes.
Cuando el ejército está estrictamente disciplinado, hasta el punto en que los soldados morirían antes que desobedecer las órdenes, y las re- compensas y los castigos merecen confianza y están bien establecidos, cuando los jefes y oficiales son capaces de actuar de esta forma, pueden vencer a un Príncipe enemigo corrupto.
Las reglas militares son cinco: medición, valoración, cálculo, compara- ción y victoria. El terreno da lugar a las mediciones, éstas dan lugar a las valoraciones, las valoraciones a los cálculos, éstos a las comparaciones, y las comparaciones dan lugar a las victorias.
Mediante las comparaciones de las dimensiones puedes conocer dón- de se haya la victoria o la derrota.
En consecuencia, un ejército victorioso es como un kilo comparado con un gramo; un ejército derrotado es como un gramo comparado con un kilo.
Cuando el que gana consigue que su pueblo vaya a la batalla como si estuviera dirigiendo una gran corriente de agua hacia un cañón profun- do, esto es una cuestión de orden de batalla.
Cuando el agua se acumula en un cañón profundo, nadie puede medir su cantidad, lo mismo que nuestra defensa no muestra su forma. Cuando se suelta el agua, se precipita hacia abajo como un torrente, de manera tan irresistible como nuestro propio ataque.

5 Sobre la firmeza

La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy camb- iante. Los expertos son capaces de vencer al enemigo creando una per- cepción favorable en ellos, así obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza.
Gobernar sobre muchas personas como si fueran poco es una cuestión de dividirlas en grupos o sectores: es organización. Batallar contra un gran número de tropas como si fueran pocas es una cuestión de demos- trar la fuerza, símbolos y señales.
Se refiere a lograr una percepción de fuerza y poder en la oposición.  En el campo de batalla se refiere a las formaciones y banderas utilizadas para desplegar las tropas y coordinar sus movimientos.
Lograr que el ejército sea capaz de combatir contra el adversario sin  ser derrotado es una cuestión de emplear métodos ortodoxos o heterodoxos.
La ortodoxia y la heterodoxia no es algo fijo, sino que se utilizan como un ciclo. Un emperador que fue un famoso guerrero y administrador, ha- blaba de manipular las percepciones de los adversarios sobre lo que es ortodoxo y heterodoxo, y después atacar inesperadamente, combinando ambos métodos hasta convertirlo en uno, volviéndose así indefinible pa- ra el enemigo.
Que el efecto de las fuerzas sea como el de piedras arrojadas sobre huevos, es una cuestión de lleno y vacío.
Cuando induces a los adversarios a atacarte en tu territorio, su fuerza siempre está vacía (en desventaja); mientras que no compitas en lo que son los mejores, tu fuerza siempre estará llena. Atacar con lo vacío contra lo lleno es como arrojar piedras sobre huevos: de seguro se rompen.
Cuando se entabla una batalla de manera directa, la victoria se gana por sorpresa.
El ataque directo es ortodoxo. El ataque indirecto es heterodoxo.
Sólo hay dos clases de ataques en la batalla: el extraordinario por sor- presa y el directo ordinario, pero sus variantes son innumerables. Lo or- todoxo y lo heterodoxo se originan recíprocamente, como un círculo sin comienzo ni fin; ¿quién podría agotarlos?
Cuando la velocidad del agua que fluye alcanza el punto en el que puede mover las piedras, ésta es la fuerza directa. Cuando la velocidad y maniobrabilidad del halcón es tal que puede atacar y matar, esto es pre- cisión. Lo mismo ocurre con los guerreros expertos:
su fuerza es rápida, su precisión certera. Su fuerza es como disparar una catapulta, su precisión es dar en el objetivo previsto y causar el efec- to esperado.
El desorden llega del orden, la cobardía surge del valor, la debilidad brota de la fuerza.
Si quieres fingir desorden para convencer a tus adversarios y distraer- los, primero tienes que organizar el orden, porque sólo entonces puedes crear un desorden artificial. Si quieres fingir cobardía para conocer la es- trategia de los adversarios, primero tienes que ser extremadamente val- iente, porque sólo entonces puedes actuar como tímido de manera artifi- cial. Si quieres fingir debilidad para inducir la arrogancia en tus enemi- gos, primero has de ser extremadamente fuerte porque sólo entonces puedes pretender ser débil.
El orden y el desorden son una cuestión de organización; la cobardía  es una cuestión valentía y la de ímpetu; la fuerza y la debilidad son una cuestión de la formación en la batalla.
Cuando un ejército tiene la fuerza del ímpetu (percepción), incluso el tímido se vuelve valiente, cuando pierde la fuerza del ímpetu, incluso el valiente se convierte en tímido. Nada está fijado en las leyes de la guerra: éstas se desarrollan sobre la base del ímpetu.
Con astucia se puede anticipar y lograr que los adversarios se conven- zan a sí mismos cómo proceder y moverse; les ayuda a caminar por el ca- mino que les traza. Hace moverse a los enemigos con la perspectiva del triunfo, para que caigan en la emboscada.
Los buenos guerreros buscan la efectividad en la batalla a partir de la fuerza del ímpetu (percepción) y no dependen sólo de la fuerza de sus soldados. Son capaces de escoger a la mejor gente, desplegarlos adecua- damente y dejar que la fuerza del ímpetu logre sus objetivos.
Cuando hay entusiasmo, convicción, orden, organización, recursos, compromiso de los soldados, tienes la fuerza del ímpetu, y el tímido es valeroso. Así es posible asignar a los soldados por sus capacidades, habi- lidades y encomendarle deberes y responsabilidades adecuadas. El val- iente puede luchar, el cuidadoso puede hacer de centinela, y el inteligen- te puede estudiar, analizar y comunicar. Cada cual es útil.
Hacer que los soldados luchen permitiendo que la fuerza del ímpetu haga su trabajo es como hacer rodar rocas. Las rocas permanecen inmó- viles cuando están en un lugar plano, pero ruedan en un plano inclinado; se quedan fijas cuando son cuadradas, pero giran si son redondas. Por lo tanto, cuando se conduce a los hombres a la batalla con astucia, el impul- so es como rocas redondas que se precipitan montaña abajo: ésta es la fuerza que produce la victoria.

6 Sobre lo lleno y lo vacío

Los que anticipan, se preparan y llegan primero al campo de batalla y es- peran al adversario están en posición descansada; los que llegan los últi- mos al campo de batalla, los que improvisan y entablan la lucha quedan agotados.
Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.
Si haces que los adversarios vengan a ti para combatir, su fuerza estará siempre vacía. Si no sales a combatir, tu fuerza estará siempre llena. Este es el arte de vaciar a los demás y de llenarte a ti mismo.
Lo que impulsa a los adversarios a venir hacia ti por propia decisión es la perspectiva de ganar. Lo que desanima a los adversarios de ir hacia ti es la probabilidad de sufrir daños.
Cuando los adversarios están en posición favorable, debes cansarlos. Cuando están bien alimentados, cortar los suministros. Cuando están descansando, hacer que se pongan en movimiento.
Ataca inesperadamente, haciendo que los adversarios se agoten corr- iendo para salvar sus vidas. Interrumpe sus provisiones, arrasa sus cam- pos y corta sus vías de aprovisionamiento. Aparece en lugares críticos y ataca donde menos se lo esperen, haciendo que tengan que acudir al rescate.
Aparece donde no puedan ir, se dirige hacia donde menos se lo espe- ren. Para desplazarte cientos de kilómetros sin cansancio, atraviesa tie- rras despobladas.
Atacar un espacio abierto no significa sólo un espacio en el que el ene- migo no tiene defensa. Mientras su defensa no sea estricta - el lugar no esté bien guardado -, los enemigos se desperdigarán ante ti, como si es- tuvieras atravesando un territorio despoblado.
Para tomar infaliblemente lo que atacas, ataca donde no haya defensa. Para mantener una defensa infaliblemente segura, defiende donde no ha- ya ataque.
Así, en el caso de los que son expertos en el ataque, sus enemigos no saben por dónde atacar.
Cuando se cumplen las instrucciones, las personas son sinceramente leales y comprometidas, los planes y preparativos para la defensa im- plantados con firmeza,
siendo tan sutil y reservado que no se revelan las estrategias de ningu- na forma, y los adversarios se sienten inseguros, y su inteligencia no les sirve para nada.
Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma. Sé completamente misterioso y confidencial, hasta el punto de ser silencio- so. De esta manera podrás dirigir el destino de tus adversarios.
Para avanzar sin encontrar resistencia, arremete por sus puntos débi- les. Para retirarte de manera esquiva, sé más rápido que ellos.
Las situaciones militares se basan en la velocidad: llega como el viento, muévete como el relámpago, y los adversarios no podrán vencerte.
Por lo tanto, cuando quieras entrar en batalla, incluso si el adversario está atrincherado en una posición defensiva, no podrá evitar luchar si atacas en el lugar en el que debe acudir irremediablemente al rescate.
Cuando no quieras entrar en batalla, incluso si trazas una línea en el terreno que quieres conservar, el adversario no puede combatir contigo porque le das una falsa pista.
Esto significa que cuando los adversarios llegan para atacarte, no lu- chas con ellos, sino que estableces un cambio estratégico para confundir- los y llenarlos de incertidumbre.
Por consiguiente, cuando induces a otros a efectuar una formación, mientras que tú mismo permaneces sin forma, estás concentrado, mien- tras que tu adversario está dividido.
Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti; haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti. Es- to es inducir al enemigo a efectuar una formación. Una vez vista la for- mación del adversario, concentras tus tropas contra él. Como tu forma- ción no está a la vista, el adversario dividirá seguramente sus fuerzas.
Cuando estás concentrado formando una sola fuerza, mientras que el enemigo está dividido en diez, estás atacando a una concentración de uno contra diez, así que tus fuerzas superan a las suyas.
Si puedes atacar a unos pocos soldados con muchos, diezmarás el nú- mero de tus adversarios.
Cuando estás fuertemente atrincherado, te has hecho fuerte tras bue- nas barricadas, y no dejas filtrar ninguna información sobre tus fuerzas, sal afuera sin formación precisa, ataca y conquista de manera incontenible.
No han de conocer dónde piensas librar la batalla, porque cuando no se conoce, el enemigo destaca muchos puestos de vigilancia, y en el mo- mento en el que se establecen numerosos puestos sólo tienes que comba- tir contra pequeñas unidades.
Así pues, cuando su vanguardia está preparada, su retaguardia es de- fectuosa, y cuando su retaguardia está preparada, su vanguardia presen- ta puntos débiles.
Las preparaciones de su ala derecha significarán carencia en su ala izq- uierda. Las preparaciones por todas partes significará ser vulnerable por todas partes.
Esto significa que cuando las tropas están de guardia en muchos luga- res, están forzosamente desperdigadas en pequeñas unidades.
Cuando se dispone de pocos soldados se está a la defensiva contra el adversario el que dispone de muchos hace que el enemigo tenga que defenderse.
Cuantas más defensas induces a adoptar a tu enemigo, más debilitado quedará.
Así, si conoces el lugar y la fecha de la batalla, puedes acudir a ella aunque estés a mil kilómetros de distancia. Si no conoces el lugar y la fe- cha de la batalla, entonces tu flanco izquierdo no puede salvar al dere- cho, tu vanguardia no puede salvar a tu retaguardia, y tu retaguardia no puede salvar a tu vanguardia, ni siquiera en un territorio de unas pocas docenas de kilómetros.
Si tienes muchas más tropas que los demás, ¿cómo puede ayudarte es- te factor para obtener la victoria?
Si no conoces el lugar y la fecha de la batalla, aunque tus tropas sean más numerosas que las de ellos, ¿cómo puedes saber si vas a ganar o a perder?
Así pues, se dice que la victoria puede ser creada.
Si haces que los adversarios no sepan el lugar y la fecha de la batalla, siempre puedes vencer.
Incluso si los enemigos son numerosos, puede hacerse que no entren en combate.
Por tanto, haz tu valoración sobre ellos para averiguar sus planes, y determinar qué estrategia puede tener éxito y cuál no. Incítalos a la ac- ción para descubrir cuál es el esquema general de sus movimientos y descansa.
Haz algo por o en contra de ellos para su atención, de manera que puedas de ellos para atraer descubrir sus hábitos de comportamiento de ataque y de defensa.
Indúcelos a adoptar formaciones específicas, para conocer sus puntos flacos.
Esto significa utilizar muchos métodos para confundir y perturbar al enemigo con el objetivo de observar sus formas de respuesta hacia ti; después de haberlas observado, actúas en consecuencia, de manera que puedes saber qué clase de situaciones significan vida y cuáles significan muerte.
Pruébalos para averiguar sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Por lo tanto, el punto final de la formación de un ejército es llegar a la no for- ma. Cuando no tienes forma, los informadores no pueden descubrir na- da, ya que la información no puede crear una estrategia.
Una vez que no tienes forma perceptible, no dejas huellas que puedan ser seguidas, los informadores no encuentran ninguna grieta por donde mirar y los que están a cargo de la planificación no pueden establecer ningún plan realizable.
La victoria sobre multitudes mediante formaciones precisas debe ser desconocida par las multitudes. Todo el mundo conoce la forma median- te la que resultó vencedor, pero nadie conoce la forma mediante la que aseguró la victoria.
En consecuencia, la victoria en la guerra no es repetitiva, sino que adapta su forma continuamente.
Determinar los cambios apropiados, significa no repetir las estrategias previas para obtener la victoria. Para lograrla, puedo adaptarme desde el principio a cualquier formación que los adversarios puedan adoptar.
Las formaciones son como el agua: la naturaleza del agua es evitar lo alto e ir hacia abajo; la naturaleza de los ejércitos es evitar lo lleno y ata- car lo vacío; el flujo del agua está determinado par la tierra; la victoria viene determinada por el adversario.
Así pues, un ejército no tiene formación constante, lo mismo que el ag- ua no tiene forma constante: se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose según el enemigo.

7 Sobre el enfrentamiento directo e indirecto

las autoridades civiles y después reúne y concentra a las tropas, acuarte- lándolas juntas. Nada es más difícil que la lucha armada.
Luchar con otros cara a cara para conseguir ventajas es lo más arduo del mundo.
La dificultad de la lucha armada es hacer cercanas las distancias largas y convertir los problemas en ventajas.
Mientras que das la apariencia de estar muy lejos, empiezas tu camino y llegas antes que el enemigo.
Por lo tanto, haces que su ruta sea larga, atrayéndole con la esperanza de ganar. Cuando emprendes la marcha después que los otros y llegas antes que ellos, conoces la estrategia de hacer que las distancias sean cercanas.
Sírvete de una unidad especial para engañar al enemigo atrayéndole a una falsa persecución, haciéndole creer que el grueso de tus fuerzas está muy lejos; entonces, lanzas una fuerza de ataque sorpresa que llega an- tes, aunque emprendió el camino después.
Por consiguiente, la lucha armada puede ser provechosa y puede ser peligrosa.
Para el experto es provechosa, para el inexperto peligrosa.
Movilizar a todo el ejército para el combate en aras de obtener alguna ventaja tomaría mucho tiempo, pero combatir por una ventaja con un ejército incompleto tendría como resultado una falta de recursos.
Si te movilizas rápidamente y sin parar día y noche, recorriendo el do- ble de la distancia habitual, y si luchas por obtener alguna ventaja a mi- les de kilómetros, tus jefes militares serán hechos prisioneros. Los solda- dos que sean fuertes llegarán allí primero, los más cansados llegarán des- pués - como regla general, sólo lo conseguirá uno de cada diez.
Cuando la ruta es larga las tropas se cansan; si han gastado su fuerza en la movilización, llegan agotadas mientras que sus adversarios están frescos; así pues, es seguro que serán atacadas.
Combatir por una ventaja a cincuenta kilómetros de distancia frustrará los planes del mando, y, como regla general, sólo la mitad de los solda- dos lo harán.
Si se combate por obtener una ventaja a treinta kilómetros de distanc- ia, sólo dos de cada tres soldados los recorrerán.
Así pues, un ejército perece si no está equipado, si no tiene provisiones o si no tiene dinero.
Estas tres cosas son necesarias: no puedes combatir para ganar con un ejército no equipado, o sin provisiones, lo que el dinero facilita.
Por tanto, si ignoras los planes de tus rivales, no puedes hacer alianzas precisas.
A menos que conozcas las montañas y los bosques, los desfiladeros y los pasos, y la condición de los pantanos, no puedes maniobrar con una fuerza armada. A menos que utilices guías locales, no puedes aprove- charte de las ventajas del terreno.
Sólo cuando conoces cada detalle de la condición del terreno puedes maniobrar y guerrear.
Por consiguiente, una fuerza militar se usa según la estrategia prevista, se moviliza mediante la esperanza de recompensa, y se adapta mediante la división y la combinación.
Una fuerza militar se establece mediante la estrategia en el sentido de que distraes al enemigo para que no pueda conocer cuál es tu situación real y no pueda imponer su supremacía. Se moviliza mediante la espe- ranza de recompensa, en el sentido de que entra en acción cuando ve la posibilidad de obtener una ventaja. Dividir y volver a hacer combinacio- nes de tropas se hace para confundir al adversario y observar cómo reac- ciona frente a ti; de esta manera puedes adaptarte para obtener la victoria.
Por eso, cuando una fuerza militar se mueve con rapidez es como el viento; cuando va lentamente es como el bosque; es voraz como el fuego e inmóvil como las montañas.
Es rápida como el viento en el sentido que llega sin avisar y desapare- ce como el relámpago. Es como un bosque porque tiene un orden. Es vo- raz como el fuego que devasta una planicie sin dejar tras sí ni una brizna de hierba. Es inmóvil como una montaña cuando se acuartela.
Es tan difícil de conocer como la oscuridad; su movimiento es como un trueno que retumba.
Para ocupar un lugar, divide a tus tropas. Para expandir tu territorio, divide los beneficios.
La regla general de las operaciones militares es desproveer de alimen- tos al enemigo todo lo que se pueda. Sin embargo, en localidades donde la gente no tiene mucho, es necesario dividir a las tropas en grupos más pequeños para que puedan tomar en diversas partes lo que necesitan, ya que sólo así tendrán suficiente.
En cuanto a dividir el botín, significa que es necesario repartirlo entre las tropas para guardar lo que ha sido ganado, no dejando que el enemi- go lo recupere.
Actúa después de haber hecho una estimación. Gana el que conoce pri- mero la medida de lo que está lejos y lo que está cerca: ésta es la regla ge- neral de la lucha armada.
El primero que hace el movimiento es el "invitado", el último es el "anfitrión". El "invitado" lo tiene difícil, el "anfitrión lo tiene fácil". Cerca y lejos significan desplazamiento: el cansancio, el hambre y el frío surgen del desplazamiento.
Un antiguo libro que trata de asuntos militares dice: "Las palabras no son escuchadas, par eso se hacen los símbolos y los tambores. Las bande- ras y los estandartes se hacen a causa de la ausencia de visibilidad." Sím- bolos, tambores, banderas y estandartes se utilizan para concentrar y unificar los oídos y los ojos de los soldados. Una vez que están unifica- dos, el valiente no puede actuar solo, ni el tímido puede retirarse solo: ésta es la regla general del empleo de un grupo.
Unificar los oídos y los ojos de los soldados significa hacer que miren y escuchen al unísono de manera que no caigan en la confusión y el desor- den. La señales se utilizan para indicar direcciones e impedir que los in- dividuos vayan a donde se les antoje.
Así pues, en batallas nocturnas, utiliza fuegos y tambores, y en batallas diurnas sírvete de banderas y estandartes, para manipular los oídos y los ojos de los soldados.
Utiliza muchas señales para confundir las percepciones del enemigo y hacerle temer tu temible poder militar.
De esta forma, haces desaparecer la energía de sus ejércitos y desmora- lizas a sus generales.
En primer lugar, has de ser capaz de mantenerte firme en tu propio co- razón; sólo entonces puedes desmoralizar a los generales enemigos. Por esto, la tradición afirma que los habitantes de otros tiempos tenían la fir- meza para desmoralizar, y la antigua ley de los que conducían carros de combate decía que cuando la mente original es firme, la energía fresca es victoriosa.
De este modo, la energía de la mañana está llena de ardor, la del med- iodía decae y la energía de la noche se retira; en consecuencia, los exper- tos en el manejo de las armas prefieren la energía entusiasta, atacan la decadente y la que se bate en retirada. Son ellos los que dominan la energía.
Cualquier débil en el mundo se dispone a combatir en un minuto si se siente animado, pero cuando se trata realmente de tomar las armas y de entrar en batalla, es poseído por la energía; cuando esta energía se desva- nece, se detendrá, estará asustado y se arrepentirá de haber comenzado. La razón por la que esa clase de ejércitos miran por encima del hombro a enemigos fuertes, lo mismo que miran a las doncellas vírgenes, es porq- ue se están aprovechando de su agresividad, estimulada por cualquier causa.
Utilizar el orden para enfrentarse al desorden, utilizar la calma para enfrentarse con los que se agitan, esto es dominar el corazón.
A menos que tu corazón esté totalmente abierto y tu mente en orden, no puedes esperar ser capaz de adaptarte a responder sin límites, a ma- nejar los acontecimientos de manera infalible, a enfrentarte a dificultades graves e inesperadas sin turbarte, dirigiendo cada cosa sin confusión.
Dominar la fuerza es esperar a los que vienen de lejos, aguardar con toda comodidad a los que se han fatigado, y con el estómago saciado a  los hambrientos.
Esto es lo que se quiere decir cuando se habla de atraer a otros hacia donde estás, al tiempo que evitas ser inducido a ir hacia donde están ellos.
Evitar la confrontación contra formaciones de combate bien ordenadas y no atacar grandes batallones constituye el dominio de la adaptación.
Por tanto, la regla general de las operaciones militares es no enfrentar- se a una gran montaña ni oponerse al enemigo de espaldas a ésta.
Esto significa que si los adversarios están en un terreno elevado, no debes atacarles cuesta arriba, y que cuando efectúan una carga cuesta abajo, no debes hacerles frente.
No persigas a los enemigos cuando finjan una retirada, ni ataques tro- pas expertas.
Si los adversarios huyen de repente antes de agotar su energía, segura- mente hay emboscadas esperándote para atacar a tus tropas; en este ca- so, debes retener a tus oficiales para que no se lancen en su persecución.
No consumas la comida de sus soldados.
Si el enemigo abandona de repente sus provisiones, éstas han de ser probadas antes de ser comidas, por si están envenenadas.
No detengas a ningún ejército que esté en camino a su país.
Bajo estas circunstancias, un adversario luchará hasta la muerte. Hay que dejarle una salida a un ejército rodeado.
Muéstrales una manera de salvar la vida para que no estén dispuestos a luchar hasta la muerte, y así podrás aprovecharte para atacarles.
No presiones a un enemigo desesperado.
Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la naturaleza.
Estas son las leyes de las operaciones militares.

8 Sobre los nueve cambios

Por lo general, las operaciones militares están bajo el del gobernante civil para dirigir al ejército.
El General no debe levantar su campamento en un terreno difícil. Deja que se establezcan relaciones diplomáticas en las fronteras. No perma- nezcas en un territorio árido ni aislado.
Cuando te halles en un terreno cerrado, prepara alguna estrategia y muévete. Cuando te halles en un terreno mortal, lucha.
Terreno cerrado significa que existen lugares escarpados que te rodean por todas partes, de manera que el enemigo tiene movilidad, que puede llegar e irse con libertad, pero a ti te es difícil salir y volver.
Cada ruta debe ser estudiada para que sea la mejor. Hay rutas que no debes usar, ejércitos que no han de ser atacados, ciudades que no deben ser rodeadas, terrenos sobre los que no se debe combatir, y órdenes de gobernantes civiles que no deben ser obedecidas.
En consecuencia, los generales que conocen las variables posibles para aprovecharse del terreno sabe cómo manejar las fuerzas armadas. Si los generales no saben cómo adaptarse de manera ventajosa, aunque conoz- can la condición del terreno, no pueden aprovecharse de él.
Si están al mando de ejércitos, pero ignoran las artes de la total adapta- bilidad, aunque conozcan el objetivo a lograr, no pueden hacer que los soldados luchen por él.
Si eres capaz de ajustar la campaña cambiar conforme al ímpetu de las fuerzas, entonces la ventaja no cambia, y los únicos que son perjudicados son los enemigos. Por esta razón, no existe una estructura permanente. Si puedes comprender totalmente este principio, puedes hacer que los sol- dados actúen en la mejor forma posible.
Por lo tanto, las consideraciones de la persona inteligente siempre in- cluyen   el   analizar   objetivamente   el   beneficio   y   el   daño.  Cuando
considera el beneficio, su acción se expande; cuando considera el daño, sus problemas pueden resolverse.
El beneficio y el daño son interdependientes, y los sabios los tienen en cuenta.
Por ello, lo que retiene a los adversarios es el daño, lo que les mantiene ocupados es la acción, y lo que les motiva es el beneficio.
Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respi- rar. Pero antes de lograrlo, tienes que realizar previamente tu propia la- bor. Esa labor consiste en desarrollar un ejército fuerte, un pueblo prós- pero, una sociedad armoniosa y una manera ordenada de vivir.
Así pues, la norma general de las operaciones militares consiste en no contar con que el enemigo no acuda, sino confiar en tener los medios de enfrentarte a él; no contar con que el adversario no ataque, sino confiar en poseer lo que no puede ser atacado.
Si puedes recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos mientras no ten- gan todavía forma, y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.
Por esto, existen cinco rasgos que son peligrosos en los generales. Los que están dispuestos a morir, pueden perder la vida; los que quieren pre- servar la vida, pueden ser hechos prisioneros; los que son dados a los apasionamientos irracionales, pueden ser ridiculizados; los que son muy puritanos, pueden ser deshonrados; los que son compasivos, pueden ser turbados.
Si te presentas en un lugar que con toda seguridad los enemigos se precipitarán a defender, las personas compasivas se apresurarán invaria- blemente a rescatar a sus habitantes, causándose a sí mismos problemas y cansancio.
Estos son cinco rasgos que constituyen defectos en los generales y que son desastrosos para las operaciones militares.
Los buenos generales son de otra manera: se comprometen hasta la muerte, pero no se aferran a la esperanza de sobrevivir; actúan de acuer- do con los acontecimientos, en forma racional y realista, sin dejarse llevar por las emociones ni estar sujetos a quedar confundidos. Cuando ven  una buena oportunidad, son como tigres, en caso contrario cierran sus puertas. Su acción y su no acción son cuestiones de estrategia, y no pue- den ser complacidos ni enfadados.

9 Sobre la distribución de los medios

Las maniobras militares son el resultado de los planes y las estrategias en la manera más ventajosa para ganar. Determinan la movilidad y efectivi- dad de las tropas.
Si vas a colocar tu ejército en posición de observar al enemigo, atravie- sa rápido las montañas y vigílalos desde un valle.
Considera el efecto de la luz y manténte en la posición más elevada del valle. Cuando combatas en una montaña, ataca desde arriba hacia abajo y no al revés.
Combate estando cuesta abajo y nunca cuesta arriba. Evita que el agua divida tus fuerzas, aléjate de las condiciones desfavorables lo antes que te sea posible. No te enfrentes a los enemigos dentro del agua; es conven- iente dejar que pasen la mitad de sus tropas y en ese momento dividirlas y atacarlas.
No te sitúes río abajo. No camines en contra de la corriente, ni en con- tra del viento.
Si acampas en la ribera de un río, tus ejércitos pueden ser sorprendi- dos de noche, empujados a ahogarse o se les puede colocar veneno en la corriente. Tus barcas no deben ser amarradas corriente abajo, para impe- dir que el enemigo aproveche la corriente lanzando sus barcas contra ti. Si atraviesas pantanos, hazlo rápidamente. Si te encuentras frente a un ejército en media de un pantano, permanece cerca de sus plantas acuáti- cas o respaldado por los árboles.
En una llanura, toma posiciones desde las que sea fácil maniobrar, manteniendo las elevaciones del terreno detrás y a tu derecha, estando las partes más bajas delante y las más altos detrás.
Generalmente, un ejército prefiere un terreno elevado y evita un terre- no bajo, aprecia la luz y detesta la oscuridad.
Los terrenos elevados son estimulantes, y por lo tanto, la gente se halla a gusto en ellos, además son convenientes para adquirir la fuerza del ím- petu. Los terrenos bajos son húmedos, lo cual provoca enfermedades y dificulta el combate.
Cuida de la salud física de tus soldados con los mejores recursos disponibles.
Cuando no existe la enfermedad en un ejército, se dice que éste es invencible.
Donde haya montículos y terraplenes, sitúate en su lado soleado, man- teniéndolos siempre a tu derecha y detrás.
Colocarse en la mejor parte del terreno es ventajoso para una fuerza militar.
La ventaja en una operación militar consiste en aprovecharse de todos los factores beneficiosos del terreno.
Cuando llueve río arriba y la corriente trae consigo la espuma, si quie- res cruzarlo, espera a que escampe.
Siempre que un terreno presente barrancos infranqueables, lugares ce- rrados, trampas, riesgos, grietas y prisiones naturales, debes abandonar- lo rápidamente y no acercarte a él. En lo que a mí concierne, siempre me mantengo alejado de estos accidentes del terreno, de manera que los ad- versarios estén más cerca que yo de ellos; doy la cara a estos accidentes, de manera que queden a espaldas del enemigo.
Entonces estás en situación ventajosa, y él tiene condiciones desfavorables.
Cuando un ejército se está desplazando, si atraviesa territorios monta- ñosos con muchas corrientes de agua y pozos, o pantanos cubiertos de juncos, o bosques vírgenes llenos de árboles y vegetación, es imprescin- dible escudriñarlos totalmente y con cuidado, ya que estos lugares ayu- dan a las emboscadas y a los espías.
Es esencial bajar del caballo y escudriñar el terreno, por si existen tro- pas escondidas para tenderte una emboscada. También podría ser que hubiera espías al acecho observándote y escuchando tus instrucciones y movimientos.
Cuando el enemigo está cerca, pero permanece en calma, quiere decir que se halla en una posición fuerte. Cuando está lejos pero intenta provo- car hostilidades, quiere que avances. Si, además, su posición es accesible, eso quiere decir que le es favorable.
Si un adversario no conserva la posición que le es favorable por las condiciones del terreno y se sitúa en otro lugar conveniente, debe ser porque existe alguna ventaja táctica para obrar de esta manera.
Si se mueven los árboles, es que el enemigo se está acercando. Si hay obstáculos entre los matorrales, es que has tomado un mal camino.
La idea de poner muchos obstáculos entre la maleza es hacerte pensar que existen tropas emboscadas escondidas en medio de ella.
Si los pájaros alzan el vuelo, hay tropas emboscadas en el lugar. Si los animales están asustados, existen tropas atacantes. Si se elevan columnas de polvo altas y espesas, hay carros que se están acercando; si son bajas y anchas, se acercan soldados a pie. Humaredas esparcidas significan que se está cortando leña. Pequeñas polvaredas que van y vienen indican que hay que levantar el campamento.
Si los emisarios del enemigo pronuncian palabras humildes mientras que éste incrementa sus preparativos de guerra, esto quiere decir que va a avanzar. Cuando se pronuncian palabras altisonantes y se avanza ostentosamente, es señal de que el enemigo se va a retirar.
Si sus emisarios vienen con palabras humildes, envía espías para observar al enemigo y comprobarás que está aumentando sus preparativos de guerra.
Cuando los carros ligeros salen en primer lugar y se sitúan en los flancos, están estableciendo un frente de batalla.
Si los emisarios llegan pidiendo la paz sin firmar un tratado, significa que están tramando algún complot.
Si el enemigo dispone rápidamente a sus carros en filas de combate, es que está esperando refuerzos.
No se precipitarán para un encuentro ordinario si no entienden que les ayudará, o debe haber una fuerza que se halla a distancia y que es esperada en un determinado momento para unir sus tropas y atacarte. Conviene anticipar, prepararse inmediatamente para esta eventualidad.
Si la mitad de sus tropas avanza y la otra mitad retrocede, es que el enemigo piensa atraerte a una trampa.
El enemigo está fingiendo en este caso confusión y desorden para incitarte a que avances.
Si los soldados enemigos se apoyan unos en otros, es que están hambrientos.
Si los aguadores beben en primer lugar, es que las tropas están sedientas.
Si el enemigo ve una ventaja pero no la aprovecha, es que está cansado.
Si los pájaros se reúnen en el campo enemigo, es que el lugar está vacío.
Si hay pájaros sobrevolando una ciudad, el ejército ha huido.
Si se producen llamadas nocturnas, es que los soldados enemigos es- tán atemorizados. Tienen miedo y están inquietos, y por eso se llaman unos a otros.
Si el ejército no tiene disciplina, esto quiere decir que el general no es tomado en serio.
Si los estandartes se mueven, es que está sumido en la confusión.
Las señales se utilizan para unificar el grupo; así pues, si se desplaza de acá para allá sin orden ni concierto, significa que sus filas están confusas.
Si sus emisarios muestran irritación, significa que están cansados.
Si matan sus caballos para obtener carne, es que los soldados carecen de alimentos; cuando no tienen marmitas y no vuelven a su campamen- to, son enemigos completamente desesperados.
Si se producen murmuraciones, faltas de disciplina y los soldados ha- blan mucho entre sí, quiere decir que se ha perdido la lealtad de la tropa.
Las murmuraciones describen la expresión de los verdaderos sentim- ientos; las faltas de disciplina indican problemas con los superiores. Cuando el mando ha perdido la lealtad de las tropas, los soldados se ha- blan con franqueza entre sí sobre los problemas con sus superiores.
Si se otorgan numerosas recompensas, es que el enemigo se halla en  un callejón sin salida; cuando se ordenan demasiados castigos, es que el enemigo está desesperado.
Cuando la fuerza de su ímpetu está agotada, otorgan constantes re- compensas para tener contentos a los soldados, para evitar que se rebelen en masa. Cuando los soldados están tan agotados que no pueden cumplir las órdenes, son castigados una y otra vez para restablecer la autoridad.
Ser violento al principio y terminar después temiendo a los propios soldados es el colmo de la ineptitud.
Los emisarios que acuden con actitud conciliatoria indican que el ene- migo quiere una tregua.
Si las tropas enemigas se enfrentan a ti con ardor, pero demoran el mo- mento de entrar en combate sin abandonar no obstante el terreno, has de observarlos cuidadosamente.
Están preparando un ataque por sorpresa.
En asuntos militares, no es necesariamente más beneficioso ser superior en fuerzas, sólo evitar actuar con violencia innecesaria; es suficiente con consolidar tu poder, hacer estimaciones sobre el enemigo y conseg- uir reunir tropas; eso es todo.
El enemigo que actúa aisladamente, que carece de estrategia y que to- ma a la ligera a sus adversarios, inevitablemente acabará siendo derrotado.
Si tu plan no contiene una estrategia de retirada o posterior al ataque, sino que confías exclusivamente en la fuerza de tus soldados, y tomas a  la ligera a tus adversarios sin valorar su condición, con toda seguridad caerás prisionero.
Si se castiga a los soldados antes de haber conseguido que sean leales al mando, no obedecerán, y si no obedecen, serán difíciles de emplear.
Tampoco podrán ser empleados si no se lleva a cabo ningún castigo, incluso después de haber obtenido su lealtad.
Cuando existe un sentimiento subterráneo de aprecio y confianza, y  los corazones de los soldados están ya vinculados al mando, si se relaja la disciplina, los soldados se volverán arrogantes y será imposible emplearlos.
Por lo tanto, dirígelos mediante el arte civilizado y unifícalos mediante las artes marciales; esto significa una victoria continua.
Arte civilizado significa humanidad, y artes marciales significan regla- mentos. Mándalos con humanidad y benevolencia, unifícalos de manera estricta y firme. Cuando la benevolencia y la firmeza son evidentes, es posible estar seguro de la victoria.
Cuando las órdenes se dan de manera clara, sencilla y consecuente a las tropas, éstas las aceptan. Cuando las órdenes son confusas, contradic- torias y cambiantes las tropas no las aceptan o no las entienden.
Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consec- uentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo.

10 Sobre la topología

Algunos terrenos son fáciles, otros difíciles, algunos neutros, otros estre- chos, accidentados o abiertos.
Cuando el terreno sea accesible, sé el primero en establecer tu posi- ción, eligiendo las alturas soleadas; una posición que sea adecuada para transportar los suministros; así tendrás ventaja cuando libres la batalla.
Cuando estés en un terreno difícil de salir, estás limitado. En este terre- no, si tu enemigo no está preparado, puedes vencer si sigues adelante, pero si el enemigo está preparado y sigues adelante, tendrás muchas difi- cultades para volver de nuevo a él, lo cual jugará en contra tuya.
Cuando es un terreno desfavorable para ambos bandos, se dice que es un terreno neutro. En un terreno neutro, incluso si el adversario te ofrece una ventaja, no te aproveches de ella: retírate, induciendo a salir a la mi- tad de las tropas enemigas, y entonces cae sobre él aprovechándote de esta condición favorable.
En un terreno estrecho, si eres el primero en llegar, debes ocuparlo to- talmente y esperar al adversario. Si él llega antes, no lo persigas si bloq- uea los desfiladeros. Persíguelo sólo si no los bloquea.
En terreno accidentado, si eres el primero en llegar, debes ocupar sus puntos altos y soleados y esperar al adversario. Si éste los ha ocupado antes, retírate y no lo persigas.
En un terreno abierto, la fuerza del ímpetu se encuentra igualada, y es difícil provocarle a combatir de manera desventajosa para él.
Entender estas seis clases de terreno es la responsabilidad principal del general, y es imprescindible considerarlos.
Éstas son las configuraciones del terreno; los generales que las ignoran salen derrotados.
Así pues, entre las tropas están las que huyen, la que se retraen, las  que se derrumban, las que se rebelan y las que son derrotadas.   Ninguna
de estas circunstancias constituyen desastres naturales, sino que son de- bidas a los errores de los generales.
Las tropas que tienen el mismo ímpetu, pero que atacan en proporción de uno contra diez, salen derrotadas. Los que tienen tropas fuertes pero cuyos oficiales son débiles, quedan retraídos.
Los que tienen soldados débiles al mando de oficiales fuertes, se verán en apuros. Cuando los oficiales superiores están encolerizados y son vio- lentos, y se enfrentan al enemigo por su cuenta y por despecho, y cuando los generales ignoran sus capacidades, el ejército se desmoronará.
Como norma general, para poder vencer al enemigo, todo el mando militar debe tener una sola intención y todas las fuerzas militares deben cooperar.
Cuando los generales son débiles y carecen de autoridad, cuando las órdenes no son claras, cuando oficiales y soldados no tienen solidez y las formaciones son anárquicas, se produce revuelta.
Los generales que son derrotados son aquellos que son incapaces de calibrar a los adversarios, entran en combate con fuerzas superiores en número o mejor equipadas, y no seleccionan a sus tropas según los nive- les de preparación de las mismas.
Si empleas soldados sin seleccionar a los preparados de los no prepa- rados, a los arrojados y a los timoratos, te estás buscando tu propia derrota.
Estas son las seis maneras de ser derrotado. La comprensión de estas situaciones es la responsabilidad suprema de los generales y deben ser consideradas.
La primera es no calibrar el número de fuerzas; la segunda, la ausencia de un sistema claro de recompensas y castigos; la tercera, la insuficiencia de entrenamiento; la cuarta es la pasión irracional; la quinta es la inefica- cia de la ley del orden; y la sexta es el fallo de no seleccionar a los solda- dos fuertes y resueltos.
La configuración del terreno puede ser un apoyo para el ejército; para los jefes militares, el curso de la acción adecuada es calibrar al adversario para asegurar la victoria y calcular los riesgos y las distancias. Salen ven- cedores los que libran batallas conociendo estos elementos; salen derro- tados los que luchan ignorándolos.
Por lo tanto, cuando las leyes de la guerra señalan una victoria segura es claramente apropiado entablar batalla, incluso si el gobierno ha dada órdenes de no atacar. Si las leyes de la guerra no indican una victoria
segura, es adecuado no entrar en batalla, aunque el gobierno haya dada la orden de atacar. De este modo se avanza sin pretender la gloria, se or- dena la retirada sin evitar la responsabilidad, con el único propósito de proteger a la población y en beneficio también del gobierno; así se rinde un servicio valioso a la nación.
Avanzar y retirarse en contra de las órdenes del gobierno no se hace por interés personal, sino para salvaguardar las vidas de la población y en auténtico beneficio del gobierno. Servidores de esta talla son muy úti- les para un pueblo.
Mira por tus soldados como miras por un recién nacido; así estarán dispuestos a seguirte hasta los valles más profundos; cuida de tus solda- dos como cuidas de tus queridos hijos, y morirán gustosamente contigo.
Pero si eres tan amable con ellos que no los puedes utilizar, si eres tan indulgente que no les puedes dar órdenes, tan informal que no puedes disciplinarlos, tus soldados serán como niños mimados y, por lo tanto, inservibles.
Las recompensas no deben utilizarse solas, ni debe confiarse solamen- te en los castigos. En caso contrario, las tropas, como niños mimosos, se acostumbran a disfrutar o a quedar resentidas por todo. Esto es dañino y los vuelve inservibles.
Si sabes que tus soldados son capaces de atacar, pero ignoras si el ene- migo es invulnerable a un ataque, tienes sólo la mitad de posibilidades de ganar. Si sabes que tu enemigo es vulnerable a un ataque, pero igno- ras si tus soldados son capaces de atacar, sólo tienes la mitad de posibili- dades de ganar. Si sabes que el enemigo es vulnerable a un ataque, y tus soldados pueden llevarlo a cabo, pero ignoras si la condición del terreno es favorable para la batalla, tienes la mitad de probabilidades de vencer.
Por lo tanto, los que conocen las artes marciales no pierden el tiempo cuando efectúan sus movimientos, ni se agotan cuando atacan. Debido a esto se dice que cuando te conoces a ti mismo y conoces a los demás, la victoria no es un peligro; cuando conoces el cielo y la tierra, la victoria es inagotable.

11 Sobre las nueve clases de terreno

Conforme a las leyes de las operaciones militares, existen nueve clases de terreno. Si
intereses locales luchan entre sí en su propio territorio, a éste se le lla- ma terreno de dispersión.
Cuando los soldados están apegados a su casa y combaten cerca de su hogar, pueden ser dispersados con facilidad.
Cuando penetras en un territorio ajeno, pero no lo haces en profundi- dad, a éste se le llama territorio ligero.
Esto significa que los soldados pueden regresar fácilmente.
El territorio que puede resultarte ventajoso si lo tomas, y ventajoso al enemigo si es él quien lo conquista, se llama terreno clave.
Un terreno de lucha inevitable es cualquier enclave defensivo o paso estratégico.
Un territorio igualmente accesible para ti y para los demás se llama te- rreno de comunicación.
El territorio que está rodeado por tres territorios rivales y es el primero en proporcionar libre acceso a él a todo el mundo se llama terreno de intersección.
El terreno de intersección es aquel en el que convergen las principales vías de comunicación uniéndolas entre sí: sé el primero en ocuparlo, y la gente tendrá que ponerse de tu lado. Si lo obtienes, te encuentras seguro; si lo pierdes, corres peligro.
Cuando penetras en profundidad en un territorio ajeno, y dejas detrás muchas ciudades y pueblos, a este terreno se le llama difícil.
Es un terreno del que es difícil regresar.
Cuando atraviesas montañas boscosas, desfiladeros abruptos u otros accidentes difíciles de atravesar, a esto se le llama terreno desfavorable.
Cuando el acceso es estrecho y la salida es tortuosa, de manera que  una pequeña unidad enemiga puede atacarte, aunque tus tropas sean más numerosas, a éste se le llama terreno cercado.
Si eres capaz de una gran adaptación, puedes atravesar este territorio.
Si sólo puedes sobrevivir en un territorio luchando con rapidez, y si es fácil morir si no lo haces, a éste se le llama terreno mortal.
Las tropas que se encuentran en un terreno mortal están en la misma situación que si se encontraran en una barca que se hunde o en una casa ardiendo.
Así pues, no combatas en un terreno de dispersión, no te detengas en un terreno ligero, no ataques en un terreno clave (ocupado por el enemi- go), no dejes que tus tropas sean divididas en un terreno de comunica- ción. En terrenos de intersección, establece comunicaciones; en terrenos difíciles, entra aprovisionado; en terrenos desfavorables, continúa mar- chando; en terrenos cercados, haz planes; en terrenos mortales, lucha.
En un terreno de dispersión, los soldados pueden huir. Un terreno li- gero es cuando los soldados han penetrado en territorio enemigo, pero todavía no tienen las espaldas cubiertas: por eso, sus mentes no están re- almente concentradas y no están listos para la batalla. No es ventajoso atacar al enemigo en un terreno clave; lo que es ventajoso es llegar el pri- mero a él. No debe permitirse que quede aislado el terreno de comunica- ción, para poder servirse de las rutas de suministros. En terrenos de in- tersección, estarás a salvo si estableces alianzas; si las pierdes, te encon- trarás en peligro. En terrenos difíciles, entrar aprovisionado significa reu- nir todo lo necesario para estar allí mucho tiempo. En terrenos desfavo- rables, ya que no puedes atrincherarte en ello, debes apresurarte a salir. En terrenos cercados, introduce tácticas sorpresivas.
Si las tropas caen en un terreno mortal, todo el mundo luchará de ma- nera espontánea. Por esto se dice: "Sitúa a las tropas en un terreno mortal y sobrevivirán."
Los que eran antes considerados como expertos en el arte de la guerra eran capaces de hacer que el enemigo perdiera contacto entre su vang- uardia y su retaguardia, la confianza entre las grandes y las pequeñas unidades, el interés recíproco par el bienestar de los diferentes rangos, el apoyo mutuo entre gobernantes y gobernados, el alistamiento de solda- dos y la coherencia de sus ejércitos. Estos expertos entraban en acción cuando les era ventajoso, y se retenían en caso contrario.
Introducían cambios para confundir al enemigo, atacándolos aquí y allá, aterrorizándolos y sembrando en ellos la confusión, de tal manera que no les daban tiempo para hacer planes.
Se podría preguntar cómo enfrentarse a fuerzas enemigas numerosas y bien organizadas que se dirigen hacia ti. La respuesta es quitarles en pri- mer lugar algo que aprecien, y después te escucharán.
La rapidez de acción es el factor esencial de la condición de la fuerza militar, aprovechándose de los errores de los adversarios, desplazándose por caminos que no esperan y atacando cuando no están en guardia.
Esto significa que para aprovecharse de la falta de preparación, de vi- sión y de cautela de los adversarios, es necesario actuar con rapidez, y que si dudas, esos errores no te servirán de nada.
En una invasión, por regla general, cuanto más se adentran los invaso- res en el territorio ajeno, más fuertes se hacen, hasta el punto de que el gobierno nativo no puede ya expulsarlos.
Escoge campos fértiles, y las tropas tendrán suficiente para comer. Cuida de su salud y evita el cansancio, consolida su energía, aumenta su fuerza. Que los movimientos de tus tropas y la preparación de tus planes sean insondables.
Consolida la energía más entusiasta de tus tropas, ahorra las fuerzas sobrantes, mantén en secreto tus formaciones y tus planes, permanecien- do insondable para los enemigos, y espera a que se produzca un punto vulnerable para avanzar.
Sitúa a tus tropas en un punto que no tenga salida, de manera que ten- gan que morir antes de poder escapar. Porque, ¿ante la posibilidad de la muerte, qué no estarán dispuestas a hacer? Los guerreros dan entonces  lo mejor de sus fuerzas. Cuando se hallan ante un grave peligro, pierden el miedo. Cuando no hay ningún sitio a donde ir, permanecen firmes; cuando están totalmente implicados en un terreno, se aferran a él. Si no tienen otra opción, lucharán hasta el final.
Por esta razón, los soldados están vigilantes sin tener que ser estimula- dos, se alistan sin tener que ser llamados a filas, son amistosos sin necesi- dad de promesas, y se puede confiar en ellos sin necesidad de órdenes.
Esto significa que cuando los combatientes se encuentran en peligro de muerte, sea cual sea su rango, todos tienen el mismo objetivo, y, por lo tanto, están alerta sin necesidad de ser estimulados, tienen buena volun- tad de manera espontánea y sin necesidad de recibir órdenes, y puede
confiarse de manera natural en ellos sin promesas ni necesidad de jerarquía.
Prohibe los augurios para evitar las dudas, y los soldados nunca te abandonarán. Si tus soldados no tienen riquezas, no es porque las desde- ñen. Si no tienen más longevidad, no es porque no quieran vivir más tiempo. El día en que se da la orden de marcha, los soldados lloran.
Así pues, una operación militar preparada con pericia debe ser como una serpiente veloz que contraataca con su cola cuando alguien le ataca por la cabeza, contraataca con la cabeza cuando alguien le ataca por la cola y contraataca con cabeza y cola, cuando alguien le ataca por el medio.
Esta imagen representa el método de una línea de batalla que respon- de velozmente cuando es atacada. Un manual de ocho formaciones clási- cas de batalla dice: "Haz del frente la retaguardia, haz de la retaguardia  el frente, con cuatro cabezas y ocho colas. Haz que la cabeza esté en to- das partes, y cuando el enemigo arremeta por el centro, cabeza y cola acudirán al rescate."
Puede preguntarse la cuestión de si es posible hacer que una fuerza militar sea como una serpiente rápida. La respuesta es afirmativa. Inclu- so las personas que se tienen antipatía, encontrándose en el mismo barco, se ayudarán entre sí en caso de peligro de zozobrar.
Es la fuerza de la situación la que hace que esto suceda.
Por esto, no basta con depositar la confianza en caballos atados y rue- das fijadas.
Se atan los caballos para formar una línea de combate estable, y se fijan las ruedas para hacer que los carros no se puedan mover. Pero aun así, esto no es suficientemente seguro ni se puede confiar en ello. Es necesar- io permitir que haya variantes a los cambios que se hacen, poniendo a los soldados en situaciones mortales, de manera que combatan de forma es- pontánea y se ayuden unos a otros codo con codo: éste es el camino de la seguridad y de la obtención de una victoria cierta.
La mejor organización es hacer que se exprese el valor y mantenerlo constante. Tener éxito tanto con tropas débiles como con tropas aguerri- das se basa en la configuración de las circunstancias.
Si obtienes la ventaja del terreno, puedes vencer a los adversarios, in- cluso con tropas ligeras y débiles; ¿cuánto más te sería posible si tienes tropas poderosas y aguerridas? Lo que hace posible la victoria a ambas clases de tropas es las circunstancias del terreno.
Por lo tanto, los expertos en operaciones militares logran la coopera- ción de la tropa, de tal manera que dirigir un grupo es como dirigir a un solo individuo que no tiene más que una sola opción.
Corresponde al general ser tranquilo, reservado, justo y metódico.
Sus planes son tranquilos y absolutamente secretos para que nadie pueda descubrirlos. Su mando es justo y metódico, así que nadie se atre- ve a tomarlo a la ligera.
Puede mantener a sus soldados sin información y en completa igno- rancia de sus planes.
Cambia sus acciones y revisa sus planes, de manera que nadie pueda reconocerlos. Cambia de lugar su emplazamiento y se desplaza por ca- minos sinuosos, de manera que nadie pueda anticiparse.
Puedes ganar cuando nadie puede entender en ningún momento cuá- les son tus intenciones.
Dice un Gran Hombre: "El principal engaño que se valora en las opera- ciones militares no se dirige sólo a los enemigos, sino que empieza por  las propias tropas, para hacer que le sigan a uno sin saber adónde van." Cuando un general fija una meta a sus tropas, es como el que sube a un lugar elevado y después retira la escalera. Cuando un general se adentra muy en el interior del territorio enemigo, está poniendo a prueba todo su potencial.
Ha hecho quemar las naves a sus tropas y destruir sus casas; así las conduce como un rebaño y todos ignoran hacia dónde se encaminan.
Incumbe a los generales reunir a los ejércitos y ponerlos en situaciones peligrosas. También han de examinar las adaptaciones a los diferentes te- rrenos, las ventajas de concentrarse o dispersarse, y las pautas de los sen- timientos y situaciones humanas.
Cuando se habla de ventajas y de desventajas de la concentración y de la dispersión, quiere decir que las pautas de los comportamientos huma- nos cambian según los diferentes tipos de terreno.
En general, la pauta general de los invasores es unirse cuando están en el corazón del territorio enemigo, pero tienden a dispersarse cuando es- tán en las franjas fronterizas. Cuando dejas tu territorio y atraviesas la frontera en una operación militar, te hallas en un terreno aislado.
Cuando es accesible desde todos los puntos, es un terreno de comunicación.
Cuando te adentras en profundidad, estás en un terreno difícil. Cuan- do penetras poco, estás en un terreno ligero.
Cuando a tus espaldas se hallen espesuras infranqueables y delante pasajes estrechos, estás en un terreno cercado.
Cuando no haya ningún sitio a donde ir, se trata de un terreno mortal.
Así pues, en un terreno de dispersión, yo unificaría las mentes de los soldados. En un terreno ligero, las mantendría en contacto. En un terreno clave, les haría apresurarse para tomarlo. En un terreno de intersección, prestaría atención a la defensa. En un terreno de comunicación, estable- cería sólidas alianzas. En un terreno difícil, aseguraría suministros conti- nuados. En un terreno desfavorable, urgiría a mis tropas a salir rápida- mente de él. En un terreno cercado, cerraría las entradas. En un terreno mortal, indicaría a mis tropas que no existe ninguna posibilidad de sobrevivir.
Por esto, la psicología de los soldados consiste en resistir cuando se ven rodeados, luchar cuando no se puede evitar, y obedecer en casos extremos.
Hasta que los soldados no se ven rodeados, no tienen la determinación de resistir al enemigo hasta alcanzar la victoria. Cuando están desespera- dos, presentan una defensa unificada.
Por ello, los que ignoran los planes enemigos no pueden preparar alianzas.
Los que ignoran las circunstancias del terreno no pueden hacer manio- brar a sus fuerzas. Los que no utilizan guías locales no pueden aprove- charse del terreno. Los militares de un gobierno eficaz deben conocer to- dos estos factores.
Cuando el ejército de un gobierno eficaz ataca a un gran territorio, el pueblo no se puede unir. Cuando su poder sobrepasa a los adversarios, es imposible hacer alianzas.
Si puedes averiguar los planes de tus adversarios, aprovéchate del te- rreno y haz maniobrar al enemigo de manera que se encuentre indefen- so; en este caso, ni siquiera un gran territorio puede reunir suficientes tropas para detenerte.
Por lo tanto, si no luchas por obtener alianzas, ni aumentas el poder de ningún país, pero extiendes tu influencia personal amenazando a los ad- versarios, todo ello hace que el país y las ciudades enemigas sean vulnerables.
Otorga recompensas que no estén reguladas y da órdenes desacostumbradas.
Considera la ventaja de otorgar recompensas que no tengan preceden- tes, observa cómo el enemigo hace promesas sin tener en cuenta los códi- gos establecidos.
Maneja las tropas como si fueran una sola persona. Empléalas en tare- as reales, pero no les hables. Motívalas con recompensas, pero no les co- mentes los perjuicios posibles.
Emplea a tus soldados sólo en combatir, sin comunicarles tu estrategia. Déjales conocer los beneficios que les esperan, pero no les hables de los daños potenciales. Si la verdad se filtra, tu estrategia puede hundirse. Si los soldados empiezan a preocuparse, se volverán vacilantes y  temerosos.
Colócalos en una situación de posible exterminio, y entonces lucharán para vivir. Ponles en peligro de muerte, y entonces sobrevivirán. Cuando las tropas afrontan peligros, son capaces de luchar para obtener la victoria.
Así pues, la tarea de una operación militar es fingir acomodarse a las intenciones del enemigo. Si te concentras totalmente en éste, puedes ma- tar a su general aunque estés a kilómetros de distancia. A esto se llama cumplir el objetivo con pericia.
Al principio te acomodas a sus intenciones, después matas a sus gene- rales: ésta es la pericia en el cumplimiento del objetivo.
Así, el día en que se declara la guerra, se cierran las fronteras, se rom- pen los salvoconductos y se impide el paso de emisarios.
Los asuntos se deciden rigurosamente desde que se comienza a plani- ficar y establecer la estrategia desde la casa o cuartel general.
El rigor en los cuarteles generales en la fase de planificación se refiere al mantenimiento del secreto.
Cuando el enemigo ofrece oportunidades, aprovéchalas inmediatamente.
Entérate primero de lo que pretende, y después anticípate a él. Mantén la disciplina y adáptate al enemigo, para determinar el resultado de la guerra. Así, al principio eres como
una doncella y el enemigo abre sus puertas; entonces, tú eres como  una liebre suelta, y el enemigo no podrá expulsarte.

12 Sobre el arte de atacar por el fuego

Existen cinco clases de ataques mediante el fuego: quemar a las personas, quemar los suministros, quemar el equipo, quemar los almacenes y que- mar las armas.
El uso del fuego tiene que tener una base, y exige ciertos medios. Exis- ten momentos adecuados para encender fuegos, concretamente cuando  el tiempo es seco y ventoso.
Normalmente, en ataques mediante el fuego es imprescindible seguir los cambios producidos por éste. Cuando el fuego está dentro del campa- mento enemigo, prepárate rápidamente desde fuera. Si los soldados se mantienen en calma cuando el fuego se ha declarado, espera y no ataq- ues. Cuando el fuego alcance su punto álgido, síguelo, si puedes; si no, espera.
En general, el fuego se utiliza para sembrar la confusión en el enemigo y así poder atacarle.
Cuando el fuego puede ser prendido en campo abierto, no esperes a hacerlo en su interior; hazlo cuando sea oportuno.
Cuando el fuego sea atizado par el viento, no ataques en dirección con- traria a éste.
No es eficaz luchar contra el ímpetu del fuego, porque el enemigo lu- chará en este caso hasta la muerte.
Si ha soplado el viento durante el día, a la noche amainará.
Un viento diurno cesará al anochecer; un viento nocturno cesará al amanecer.
Los ejércitos han de saber que existen variantes de las cinco clases de ataques mediante el fuego, y adaptarse a éstas de manera racional.
No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es necesario sa- ber cómo impedir que los demás te ataquen a ti.
Así pues, la utilización del fuego para apoyar un ataque significa clari- dad, y la utilización del agua para apoyar un ataque significa fuerza. El agua puede incomunicar, pero no puede arrasar.
El agua puede utilizarse para dividir a un ejército enemigo, de manera que su fuerza se desuna y la tuya se fortalezca.
Ganar combatiendo o llevar a cabo un asedio victorioso sin recompen- sar a los que han hecho méritos trae mala fortuna y se hace merecedor de ser llamado avaro. Por eso se dice que un gobierno esclarecido lo tiene en cuenta y que un buen mando militar recompensa el mérito. No moviliza a sus tropas cuando no hay ventajas que obtener, ni actúa cuando no hay nada que ganar, ni luchan cuando no existe peligro.
Las armas son instrumentos de mal augurio, y la guerra es un asunto peligroso. Es indispensable impedir una derrota desastrosa, y por lo tan- to, no vale la pena movilizar un ejército por razones insignificantes: Las armas sólo deben utilizarse cuando no existe otro remedio.
Un gobierno no debe movilizar un ejército por ira, y los jefes militares no deben provocar la guerra por cólera.
Actúa cuando sea beneficioso; en caso contrario, desiste. La ira puede convertirse en alegría, y la cólera puede convertirse en placer, pero un pueblo destruido no puede hacérsele renacer, y la muerte no puede con- vertirse en vida. En consecuencia, un gobierno esclarecido presta aten- ción a todo esto, y un buen mando militar lo tiene en cuenta. Ésta es la manera de mantener a la nación a salvo y de conservar intacto a su ejército.

13 Sobre la concordia y la discordia

Una Operación militar significa un gran esfuerzo para el pueblo, y la guerra puede durar muchos años para obtener una victoria de un día.  Así pues, fallar en conocer la situación de los adversarios por economizar en aprobar gastos para investigar y estudiar a la oposición es extremada- mente inhumano, y no es típico de un buen jefe militar, de un consejero de gobierno, ni de un gobernante victorioso. Por lo tanto, lo que posibili- ta a un gobierno inteligente y a un mando militar sabio vencer a los de- más y lograr triunfos extraordinarios con esa información esencial.
La información previa no puede obtenerse de fantasmas ni espíritus, ni se puede tener por analogía, ni descubrir mediante cálculos. Debe obte- nerse de personas; personas que conozcan la situación del adversario.
Existen cinco clases de espías: el espía nativo, el espía interno, el doble agente, el espía liquidable, y el espía flotante. Cuando están activos todos ellos, nadie conoce sus rutas: a esto se le llama genio organizativo, y se aplica al gobernante.
Los espías nativos se contratan entre los habitantes de una localidad. Los espías internos se contratan entre los funcionarios enemigos. Los agentes dobles se contratan entre los espías enemigos. Los espías liquida- bles transmiten falsos datos a los espías enemigos. Los espías flotantes vuelven para traer sus informes.
Entre los funcionarios del régimen enemigo, se hallan aquéllos con los que se puede establecer contacto y a los que se puede sobornar para ave- riguar la situación de su país y descubrir cualquier plan que se trame contra ti, también pueden ser utilizados para crear desavenencias y desarmonía.
En consecuencia, nadie en las fuerzas armadas es tratado con tanta fa- miliaridad como los espías, ni a nadie se le otorgan recompensas tan grandes como a ellos, ni hay asunto más secreto que el espionaje.
Si no se trata bien a los espías, pueden convertirse en renegados y tra- bajar para el enemigo.
No se pueden utilizar a los espías sin sagacidad y conocimiento; no puede uno servirse de espías sin humanidad y justicia, no se puede obte- ner la verdad de los espías sin sutileza. Ciertamente, es un asunto muy delicado. Los espías son útiles en todas partes.
Cada asunto requiere un conocimiento previo.
Si algún asunto de espionaje es divulgado antes de que el espía haya informado, éste y el que lo haya divulgado deben eliminarse.
Siempre que quieras atacar a un ejército, asediar una ciudad o atacar a una persona, has de conocer previamente la identidad de los generales que la defienden, de sus aliados, sus visitantes, sus centinelas y de sus cr- iados; así pues, haz que tus espías averigüen todo sobre ellos.
Siempre que vayas a atacar y a combatir, debes conocer primero los ta- lentos de los servidores del enemigo, y así puedes enfrentarte a ellos se- gún sus capacidades.
Debes buscar a agentes enemigos que hayan venido a espiarte, sobor- narlos e inducirlos a pasarse a tu lado, para poder utilizarlos como agen- tes dobles. Con la información obtenida de esta manera, puedes encon- trar espías nativos y espías internos para contratarlos. Con la informa- ción obtenida de éstos, puedes fabricar información falsa sirviéndote de espías liquidables. Con la información así obtenida, puedes hacer que los espías flotantes actúen según los planes previstos.
Es esencial para un gobernante conocer las cinco clases de espionaje, y este conocimiento depende de los agentes dobles; así pues, éstos deben ser bien tratados.
Así, sólo un gobernante brillante o un general sabio que pueda utilizar a los más inteligentes para el espionaje, puede estar seguro de la victoria. El espionaje es esencial para las operaciones militares, y los ejércitos de- penden de él para llevar a cabo sus acciones.
No será ventajoso para el ejército actuar sin conocer la situación del enemigo, y conocer la situación del enemigo no es posible sin el espionaje.
 

Ley de las XII Tablas (XII Tabulae)

Portada de una edición de la Ley de las XII Tablas recopiladas por Jacques Godefroy en 1641.
La Ley de las XII Tablas (Lex duodecim tabularum o Duodecim tabularum leges) o Ley de igualdad romana fue un texto legal que contenía normas para regular la convivencia del pueblo romano. También recibió el nombre de Ley decenviral. Por su contenido se dice que pertenece más al derecho privado que al derecho público. Fue el primer código de la Antigüedad que contuvo reglamentación sobre censura (pena de muerte por poemas satíricos). La ley se publicó al principio en doce tablas de madera y, posteriormente, en doce planchas de bronce que se expusieron en el foro. Debido a que no queda indicio alguno de su existencia, algún autor ha llegado a sugerir que no existieron.
No obstante, su desaparición puede explicarse por el saqueo que sufrió Roma hacia el año 390 a. C. por parte de los galos. Se cree que se destruyeron y, por algún motivo, no se reprodujeron con posterioridad. Esta última teoría parece estar apoyada por las abundantes referencias que de ellas hacen los autores antiguos. El historiador Tito Livio dijo de ellas que eran la fuente de todo el derecho romano, tanto público como privado. Por su parte, el orador y abogado Cicerón afirmó que los niños aprendían su contenido de memoria.
Al estar estas leyes expuestas públicamente, estaban libres (al menos teóricamente) de las malas interpretaciones de sus custodios, pues parece que anteriormente los pocos que conocían las leyes las interpretaban manipulándolas a su favor. Ya en época imperial, estas Leyes, pensadas para todos (los ciudadanos), fueron las bases jurídicas del Imperio Romano, pues todos estaban bajo las mismas en cualquier rincón del Imperio.

Antecedentes
Durante los tres primeros siglos de Roma, el derecho privado tenía su fuente única en usos vigentes entre los fundadores de la ciudad, que había pasado, por tradición, de las poblaciones primitivas a la nación nueva. A estas costumbres se les conoce como mores majorum («costumbres de los mayores», o «costumbres de los antepasados»). Se puede decir que en este periodo, el derecho privado solo tiene una fuente cierta, la costumbre. La falta de precisión y esclarecimiento de sus reglas favoreció al arbitrio de los magistrados patricios encargados de la administración de la justicia, y no solamente en el derecho privado, sino también en la represión de crímenes y delitos. Los tribunos, que fueron los intérpretes de las reclamaciones de la plebe, pidieron la redacción de una ley que rigiera igualmente para todos los ciudadanos. Después de diez años de resistencia, los patricios cedieron: el Senado y los tribunos acordaron redactar una ley aplicable a los dos órdenes. Esta ley fue la de las XII Tablas.

Elaboración
La elaboración de la Ley de las XII Tablas, se produjo a mediados del siglo v a. C., gracias a la insistencia de un tribuno de la plebe llamado Terentilo Arsa a partir del 464 a. C. (ver Secessio plebis), y fue hasta el 454 a. C. cuando el Senado republicano decidió enviar una comisión de tres magistrados a Atenas para conocer la legislación del gobernante griego Solón, inspirada por el principio de igualdad ante la ley.
Tres años después a la vuelta de esta comisión, se suspendieron las magistraturas y el Senado decidió constituir otra comisión integrada por diez patricios que se llamaría Decenvirato, presidida por un cónsul para la elaboración de la ley. Esta comisión gobernó y trabajó en la redacción durante un año para las diez primeras tablas, terminadas en el 451 a. C. Sin embargo, como no había sido terminada la labor de redactar todo el derecho existente, se conformó un segundo decenvirato que gobernó de manera tiránica y fue depuesto por un levantamiento, quedando reinstaurado el consulado. Únicamente redactaron dos tablas.
Finalmente, para que no se dijera que los patricios usaban a su favor la ignorancia de la plebe sobre el texto de las tablas, pues esta había sido una de las razones por las que insistieron en la redacción de las Tablas, éstas fueron colocadas en el Foro romano para que todos las vieran, por orden de los dos primeros cónsules después de los decenviratos: Lucio Valerio y Marco Horacio1​

Influencias
En ellas se recogen por escrito, de manera más o menos ordenada, una serie de costumbres que tenían carácter de ley, a esto se le denomina derecho consuetudinario e incluso algunas de las leyes del regnum fueron redactadas por los decenviratos legislativos (decenviri legibus scribundis).2​ Las influencias externas que pudieron haber tenido, serían las que viniesen del estudio de las leyes griegas por la comisión que fue a estudiarlas, a fin de redactar mejor las propias.

Contenido
Aunque no se sabe con certeza el contenido exacto que tuvieron las XII Tablas, gracias a las referencias que hay de ellas en la historiografía romana se puede decir que contendrían lo siguiente:

Tablas I, II, III
Contendrían derecho procesal civil.
El procedimiento que regulan es el de las acciones de la ley, acciones judiciales que en virtud de la Ley de las XII Tablas podrían ejercer los ciudadanos romanos para la defensa de sus derechos. El proceso se caracterizaba por su excesivo formalismo, las partes debían pronunciar determinadas palabras, a veces muy complicadas, obligatoriamente si querían tener posibilidades de ganar el litigio o debían realizar ritos. Detrás de este formulismo estaba el sentimiento religioso.
Las acciones de la ley a saber eran inicialmente cuatro: dos declarativas y dos ejecutivas. Las primeras: acción por apuesta (sacramentum) y acción por petición de un juez o de un árbitro (postulatio iudicis). Estas se caracterizaban por contemplar el mismo proceso, iniciado ante los pontífices (quienes indicaban la fórmula solemne) más tarde ante un magistrado (quien se encargaba de mediar la contienda entre las partes ayudando a determinar un juez privado) y por último ante un juez (quien recibe la fórmula solemne y las pruebas preparadas). Las dos restantes o ejecutivas: acción por aprehensión corporal (manus iniectio) y la acción de toma de prenda o embargo (pignoris capio). Ambas guardaban resagos pertenecientes a la venganza privada, ya que en ellas se podía aplicar la fuerza o violencia para recuperar lo debido.
La intervención del poder público era escaso. El pretor era el magistrado que presidía el proceso, encauzándolo y fijando la controversia, pero el juez que dictaba sentencia era un ciudadano elegido de común acuerdo por las partes.
La ejecución de la sentencia condenatoria de un deudor se regulaba muy detalladamente. Aunque resulta morbosa por ser personal y cruel, es fruto del consenso que tuvo la elaboración de las XII Tablas por parte de patricios y plebeyos; como los deudores solían ser los plebeyos, esta regulación constituía un principio de seguridad jurídica, el plebeyo podía saber lo que le esperaba en el caso de ser insolvente.

Tablas IV, V
Contendrían derecho de familia y de sucesiones.
Regulan normas relativas a la tutela de menores de edad no sujetos a patria potestad al haber fallecido su padre. Por igual contenían normas relativas a la curatela a fin de administrar los bienes de aquellas personas pródigas, enfermos mentales o discapacitados. También había normas para tutelar a las mujeres solteras una vez fallecido el padre, de ellas se harían cargo familiares próximos.
En estas Tablas por primera vez se limita legalmente el poder absoluto del paterfamilias sobre su familia. En relación con la mujer, se estableció el divorcio a favor de la mujer, la mujer se divorciaba ausentándose durante tres días del domicilio conyugal con ese propósito. En relación con los hijos, el paterfamilias perdía la patria potestad de sus hijos si los explotaba comercialmente en tres ocasiones, ya que el hijo quedaba emancipado.
En materia de sucesiones, se da preferencia a la sucesión testada en relación con la intestada. Si la sucesión era intestada la ley establecía como primeros herederos a los herederos sui, de derecho propio, esto es los hijos y la mujer como una hija más. Si no había herederos sui, heredaba el agnado más próximo al fallecido; aquellos parientes que estuvieron sujetos con el fallecido a la potestad de un ascendiente común. Si tampoco existían herederos agnados, heredaban los gentiles, aquellas personas con el mismo gentilicio o apellido que derivaban de la misma gens que el fallecido.

Uti Legassit Suae Rei Ita Ius Esto / Como se ha dispuesto de su propia manera particular, el derecho a ser.
Gayo, Inst. II, 224

Tablas VI, VII
Contendrían derecho de obligaciones (negocios jurídicos de la época) y derechos reales.
Regulan el negocio jurídico del nexum, en la que el deudor asume la obligación de hacer la prestación al acreedor, en caso de incumplir quedaría sometido a la potestad del acreedor sin necesidad de sentencia judicial. El nexum fue derogado por la Lex Poeteliae-Papiliae.
También regulan la stipulatio o sponsi, en la que el deudor asume la obligación de hacer la prestación al acreedor y en caso de incumplimiento el acreedor podía ejercitar una acción judicial para obtener una sentencia tras el juicio.
En el campo de los derechos reales se regularían la mancipatio y la en iure cessio, negocios jurídicos que hacían posible la transmisión de la propiedad de la res mancipi (medios de producción; capital, trabajo, fincas, edificios, esclavos, animales de tiro y carga).
Estos negocios estaban rodeados de solemnidades. El mero contrato de compraventa no bastaba para transmitir la propiedad de cosas importantes, por lo que había que realizar uno de estos dos negocios para que la propiedad se transmitiera de modo pleno. La mancipatio consistía en realizar el negocio jurídico ante 6 testigos, ciudadanos romanos varones y mayores de edad. La en iure cessio se realizaba ante el pretor, que actuaba como el actual notario, dando fe pública del negocio.
La usucapio consistía en la adquisición de la propiedad de buena fe por el paso del tiempo y con justo título (dos años para bienes inmuebles; un año para bienes muebles).
En la Tabla VII además se contendrían normas relativas a relaciones de vecindad entre fincas colindantes.
Contiene disposiciones referidas a las siguientes cuestiones: solares y vías de comunicación; anchura mínima de las vías en las rectas y en las curvas; límites entre fundos (terrenos); obligación de cortar las ramas del fundo colindante; posibilidad de recoger frutos, etc.
...Si alguien fijara un seto cavando junto a un fundo ajeno, no trapase el lindero; si una cerca deje un pie; si un edificio dos pies; si cavase un foso o un hoyo deje tanto espacio como profundidad; si un pozo, un paso; plante el olivo o la higuera a nueve pies de lo ajeno; los demás árboles a cinco pies...
Digesto 10,1,13

Tablas VIII, IX
Contendrían el derecho penal de la época.
Se caracterizan porque contienen tanto normas muy arcaicas como normas modernas, lo que refleja un periodo de transición.
En estas Tablas aparece implícitamente la distinción entre dos ámbitos del derecho penal, el derecho público y el derecho privado.
... Nuestras leyes de las Doce Tablas, tan parcas en imponer la pena capital, castigaron con esa pena al autor y al recitador de versos que atrajera sobre otro la infamia. Esta disposición fue sabia, porque debemos tener sometida nuestra vida a los fallos legítimos de los jueces y de los magistrados, más no al ingenio de los poetas, y no debemos oír cargos sino allí donde la contestación es lícita y podemos defendernos judicialmente.
Cicerón. De República IV, 10, 12.
El público se ocuparía de los crimina o ilícitos penales que eran atentados contra el pueblo romano, como el perduelio o traición al pueblo romano y de los ilícitos más graves como el parricidium. Los crimina eran perseguibles de oficio y sancionados con la pena capital o en su caso el exilio.
El privado se ocuparía de los delicta, ilícitos privados, de menos gravedad y de persecución a instancia de la víctima o de sus familiares. Estos ilícitos eran castigados con pena pecuniaria a favor de la víctima, siempre dependiendo de la gravedad del mismo. Delicta serían delitos de daños a bienes de terceros, el furtum y la iniuria o delito de lesiones.
En la Tabla IX se establece la prohibición de concesión de privilegios por lo que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.

Tabla X
Derecho Sacro
Recoge una serie de normas que se refieren al orden de la vida interna de la ciudad. Se prohíbe la incineración e inhumación de los cadáveres en la ciudad, se intenta así evitar incendios, o que la presencia de un cadáver atente contra la salubridad pública. Se prohibía también el excesivo lujo en los funerales.

Tablas XI, XII
Son las Tabulae Iniquae (Tablas de los injustos)

Lo que contiene este "cajón de sastre" entre otras cosas, es la prohibición del connubium (matrimonio desde el punto de vista jurídico, entre patricios y plebeyos). Posteriormente con la Lex Canuleia esta prohibición queda abrogada. Los cónsules eran magistrados. Estas dos tablas no llegaron a presentarse a los comicios. Las tablas XI y XII no se las puede agrupar bajo el mismo derecho. La tabla XI se relaciona con el derecho penal, con especial hincapié en lo criminal, y la tabla XII con el derecho privado.


Credo del fusilero
General Major William H. Rupertus

El Credo del Fusilero (también conocido como "Mi Fusil" o "El Credo del Marine de los Estados Unidos) es una parte básica de la doctrina del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Lo escribió el General Major William H. Rupertus probablemente a finales de 1941 o a principios de 1942. Antiguamente, todo recluta de los marines debía aprenderse el credo durante su formación. Sin embargo, en los últimos años, el credo ha sido relegado a las últimas páginas de la guía estándar de entrenamiento de reclutas y su memorización ya no se considera una doctrina para los reclutas. Se han desarrollado versiones diferentes y más concisas del credo desde sus primeros días, pero las más cercanas a la versión original siguen siendo las más aceptadas.1​2​

Texto actual

This is my rifle. There are many like it, but this one is mine.
My rifle is my best friend. It is my life. I must master it as I must master my life.
Without me, my rifle is useless. Without my rifle, I am useless. I must fire my rifle true. I must shoot straighter than my enemy who is trying to kill me. I must shoot him before he shoots me. I will ...
My rifle and I know that what counts in war is not the rounds we fire, the noise of our burst, nor the smoke we make. We know that it is the hits that count. We will hit ...
My rifle is human, even as I, because it is my life. Thus, I will learn it as a brother. I will learn its weaknesses, its strength, its parts, its accessories, its sights and its barrel. I will keep my rifle clean and ready, even as I am clean and ready. We will become part of each other. We will ...
Before God, I swear this creed. My rifle and I are the defenders of my country. We are the masters of our enemy. We are the saviors of my life.
So be it, until victory is America's and there is no enemy, but peace!

Traducción al Español

Este es mi fusil. Existen muchos otros iguales pero este es el mío.
Mi fusil es my mejor amigo. Mi fusil es mi vida. Debo dominarlo tanto como domino mi vida.
Sin mí, mi fusil es inútil. Sin mi fusil, yo soy inútil. Debo disparar mi fusil bien. Debo disparar más presiamente que mi enemigo que está tratando de matarme. Debo dispararle antes de que él me dispare. Lo haré...
Mi fusil y yo sabemos que lo que cuenta en la guerra no son las balas que disparamos, el ruido de nuestra explosión ni el humo que hacemos. Sabemos que son los disparos los que cuentan. Dispararemos...
Mi fusil es humano, tanto como yo, porque es mi vida. Lo conoceré y aprenderé a usarlo como un hermano. Aprenderé sus debilidades, sus puntos fuertes, sus partes, sus accesorios, sus miras y su cañón. Mantendré mi fusil limpio y listo, incluso cuando yo esté limpio y listo. Nos volveremos parte uno del otro. Y lo haremos ...
Ante Dios juro este credo. Mi fusil y yo somos los defensores de mi país. Somos los domadores de nuestro enemigo. Somos los que salvamos mi vida.
¡Que así sea, hasta que la victoria sea de Estados Unidos y no haya enemigo, sino paz!

Codigo de Nemequene
Nemequene

El Código de Nemequene fue un conjunto de leyes promulgadas por Nemequene, tercer zipa de Bacatá, quien gobernó entre 1490 y 1514. El Código de Nemequene se enmarca dentro del derecho indígena precolombino y, comparativamente, es muy similar a la noción occidental de Derecho consuetudinario. Las principales fuentes de información sobre el Código de Nemequene son los cronistas españoles Juan de Castellanos (el primero que lo pone por escrito), Fray Pedro Simón y Lucas Fernández de Piedrahíta.
Buena parte de las normas establecidas por Nemequene permanecieron vigentes incluso después de la conquista española. En 1676, el cronista Lucas Fernández de Piedrahíta declaraba que los muiscas cumplían las normas del Código de Nemequene con tanta puntualidad, que aún permanecían parcialmente vigentes, aunque con la imposición de las leyes españolas ya se estaban dejando en el oolvido Por otra parte, algunos especialistas como el profesor Vicente Restrepo opinan que lo que Nemequene hizo en su Código fue recopilar y poner en vigor de nuevo antiguas leyes, acondiconándolas y reformándolas de acuerdo a las necesidades de su tiempo. Para esto, el profesor Restrepo se basa en el testimonio del cronista Fray Pedro Simón, quien presenta el contenido del Código como "leyes de inmemorable antigüedad".Así pues, Nemequene era considerado por los muiscas como el gran legislador después de Bochica.
El Consejo Supremo
Para la indispensable observancia del Código, el zipa Nemequene dispuso la conformación de un Consejo Supremo presidido por el cacique de Suba, cuyo cargo al mando del Consejo sería hereditario, y ante cuya sentencia no había posibilidad de apelación.

Las leyes del Código de Nemequene fueron las siguientes
Pena de muerte contra el homicida, aunque le perdonasen la mujer, los padres y los parientes de la víctima, pues sólo Chiminigagua, quien daba la vida, podía perdonar al que la quitaba.

Pena de muerte para el hombre soltero que violase a una mujer. En caso de que el hombre fuera casado, se le permitiría a dos hombres solteros dormir con su esposa, pues esta deshonra era considerada por los muiscas peor que la muerte.

El hombre que cometiese incesto con su madre, hija, hermana o sobrina, sería metido en un pozo estrecho lleno de agua y sabandijas, y cubierto por una losa grande de piedra hasta que muriese. Lo mismo para las mujeres que incurriesen en el mismo delito.

Pena de muerte para los sodomitas.

Si una mujer moría al dar a luz, pero sobrevivía el bebé, el marido de la difunta debía hacerse responsable de la crianza de la criatura. En caso de que el bebé también muriera, el marido debía dar la mitad de sus bienes a sus suegros, o a los hermanos o parientes más cercanos de su difunta esposa. Si el marido no tenía posesiones suficientes, debía entregar a los deudos de su esposa un buen número de mantas de algodón. En caso contrario, se le perseguiría hasta darle muerte.

Al ladrón de menor cuantía se le sentenciaba a la pena de azotes. Al ladrón de mayor cuantía se le dejaba ciego aplicándole fuego delante de los ojos. Al ladrón reincidente, se le clavaban punzantes espinas en los ojos.

Ningún cacique o noble, por importante que fuera, podía subir en andas, sino solamente el zipa o la persona a quien él concediese ese privilegio (las andas eran un tablero con una silla adosada que, sostenido por dos varas paralelas y horizontales, servía para conducir al zipa sobre los hombros de sus criados).

Sólo los uzaques (caciques feudatarios de más alta jerarquía después del zipa) tenían permiso para horadar sus narices para ponerse narigueras, y perforar sus orejas para ponerse pendientes y las joyas que quisiesen.

Los bienes de las personas que morían sin herederos legítimos pasaban a ser propiedad del zipa. Los únicos herederos legítimos eran los sobrinos, los hermanos y los hijos, en ese orden.

Al güecha que mostrase cobardía cuando fuera convocado para la guerra, o estando en ella, se le despojaría de sus vestiduras de hombre y se le obligaría a vestirse de mujer, ocupándose en las labores que consideraban propias del sexo femenino por el tiempo que el zipa juzgase conveniente.

Pena de muerte al güecha que se retirase de la batalla antes de que lo hiciese su capitán.

Para delitos menores o leves, las penas más comunes eran romper la manta del delincuente o cortarle el cabello.

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