Permitir actos de corrupción genera hábitos que, a la larga, se convirten en paradigmas. Conoce cómo prevenirlos dentro del combate a la corrupción.
Un grupo de científicos colocó, al centro de una jaula, una escalera que permitía alcanzar, en lo alto, un plátano que colgaba del techo.
Acto seguido metieron a tres monos quienes, al percatarse del alimento, intentaron robarlo para comerlo subiendo la escalera. Sin embargo, para evitarlo, fueron rociados con agua helada a presión por los científicos.
Tras algunos intentos y las consiguientes rociadas de agua helada, los monos desistieron de robar el plátano.
Los científicos, con este experimento, quisieron analizar qué sucedía si sacaban a uno de los 3 monos empapados inicialmente e introducían a uno nuevo. El nuevo mono entró y observó en la jaula a los dos monos mojados y, al percatarse del plátano en lo alto del techo, intentó alcanzarlo trepando la escalera.
Los dos monos empapados lo interceptaron y le impidieron, a base de golpes, empujones y patadas, tomar el plátano.
Los científicos continuaron el experimento y sacaron a otro de los primeros monos rociados con agua y metieron uno nuevo. El mono entró en la jaula y observó a los otros dos monos, uno empapado y el otro golpeado.
Cuando intentó trepar la escalera para tomar el plátano, los otros dos lo impidieron golpeándolo.
Curiosamente, el mono que no había sido empapado con agua helada, fue el que lo golpeó con más entusiasmo.
El último mono empapado, inicialmente, fue sustituido por uno nuevo y la escena se repitió: entró a la jaula y cuando quiso tomar el plátano, fue golpeado por los otros dos monos que nunca habían sido rociados con agua helada. El mismo patrón se repitió con cualquier mono nuevo que entraba en la jaula.
De esta forma los científicos demostraron cómo se creaba un paradigma.
Con el tema de la corrupción sucede a la inversa del experimento, los corruptos han logrado hacerse de algo y nadie se los ha impedido.
Incluso al observar los demás que el corrupto sale impune, se vuelven a la vez corruptos ante la impunidad y, ello, conforma tristemente el paradigma de la corrupción.
Quizá, si nos proponemos firmemente el ir castigando a los funcionarios corruptos en el poder y poco a poco irlos cambiando tal como a los monos del experimento, lograremos romper el paradigma de la corrupción y crear uno nuevo de la legalidad.
Esperemos que el combate a la corrupción no quede en una propuesta, sino que se convierta en una realidad y se logre, a través de una fórmula con una alta dosis de ciudadanía, conformar una respuesta verdadera para combatir y erradicar, de una vez por todas, los altos niveles de corrupción que enfrenta el país.
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