Rudos, técnicos y académicos

En el mundo de la seguridad, existen infinidad de personas que desde diversos ámbitos interactúan y conforman un sector que, ante la crisis, se encuentra en boga. Si quisiéramos clasificar a los distintos personajes que confluyen en este vasto tema, podríamos hacerlo en tres grupos: los rudos, los técnicos y los académicos.

Los rudos, son todos aquellos que proponen, entre otras cosas, un conjunto de habilidades técnico-tácticas encaminadas a impedir o repeler una agresión, utilizando todo tipo de recursos disponibles, sin mayor límite que el impuesto por la ley, empleando artes marciales y militares, deportes de contacto, lucha y habilidades verbales.

Los técnicos emplean y/o desarrollan métodos, procedimientos, reglas, normas, protocolos y estándares, a fin de obtener resultados efectivos al cumplir sus lineamientos, asistiéndose, además de sus propias destrezas manuales e intelectuales, de diversas tecnologías y herramientas para generar información, analizarla, evaluar riesgos, desarrollar planes e implementar estrategias para salvaguardar personas y entidades.

Los académicos, por su lado, realizan estudios, investigaciones, proyectos y trabajos diversos que, desde la perspectiva de las ciencias y la cultura, dan luz para alcanzar nuevos horizontes de bienestar social, impulsando la creación de políticas públicas y el desarrollo de distintas intervenciones a nivel familiar, comunitario, escolar y social.

¿Quiénes son más importantes?, ¿quiénes resultan más valiosos?, ¿quienes son mejores?, ¿los rudos, los técnicos o los académicos? Si reflexionamos al respecto, podríamos reconocer que:

De nada sirve conocer los niveles de desigualdad social en el país, que conforman el caldo de cultivo perfecto para los problemas de inseguridad, cuando necesitamos librarnos de una agresión callejera y es preciso dar una patada en la entrepierna a alguna persona, o enfrentar a un sujeto que, bajo los efectos de alguna droga, atente contra nuestra familia.

De igual forma, resulta de poca valía el saber que la barda perimetral de una casa debe tener 2.50 metros de altura y contar con protección en la parte superior para evitar ser saltada, procurando que dificulte la visibilidad de la propiedad, cuando al interior de ese hogar se gesta y desarrolla un ambiente de violencia entre sus moradores.

Tampoco sirve de mucho el entrenarse para derrotar con un solo golpe a algún agresor o desconfiar de todo el mundo, cuando es sabido que, en las comunidades, los niveles de confianza y colaboración se correlacionan con descensos en la delincuencia.

De tal suerte, todos son importantes y valiosos, tanto los rudos, como los técnicos y los académicos.

Quizá, analizándolos objetivamente a cada uno de ellos, resultaría muy benéfico que los rudos fueran menos rudos, los técnicos menos técnicos, los académicos menos académicos y todos se propusieran ser más sociales.

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