¿Cómo prevenir el abuso sexual infantil?

Detectar las situaciones que enfrentan los pequeños es muy difícil. Estas 4 etapas de su desarrollo y 5 tips para prevenirlo te serán de ayuda.
La utilización, persuasión, inducción, seducción o coerción de un niño o niña para realizar o participar en -incluida la ayuda a otra persona para el mismo fin- cualquier tipo de conducta explícita, la simulación de ésta, así como la violación, el tocamiento, cualquier forma de explotación o el incesto, debe considerarse como abuso sexual infantil, pudiendo incluir actividades sin contacto directo como exhibicionismo, exposición a material pornográfico, "grooming" o manipulación para la producción de material visual de contenido para adultos.

En torno al abuso de menores existen diversos mitos: "El abuso infantil no es una forma de maltrato tan grave como el maltrato físico", "Es un problema de las clases bajas", "En un hecho raro que les ocurre a pocos niños", "Los agresores sufren de alguna patología o abusan bajo los efectos del alcohol o drogas", "Los hombres tienen una impulsividad sexual que no pueden frenar", "Los niños son seductores y provocan al adulto", "El abuso es cometido por extraños", "Si un menor es abusado sexualmente, seguro lo contará de inmediato", "El abuso al interior de las familias es cosa privada".

Se estima que 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños, es abusado sexualmente durante su infancia o adolescencia. Al menos 20% de las personas han sufrido o sufrirán abuso sexual durante su infancia. En 6 de cada 10 casos el agresor es un familiar directo. 1 de cada 5 víctimas es contactada a través de internet.

El abuso sexual se presenta en 4 etapas:

Preparación.
El agresor, valiéndose de su vínculo de confianza o incluso cariño con la víctima, pone en juego diversas maniobras psicológicas para establecer una relación "especial", con privilegios, premios, regalos o permisos que, aunados a la posición de autoridad del adulto, favorecen el sometimiento.

Interacción sexual.
Mediante contactos fugaces, de poco nivel de intrusividad, para verificar el grado de resistencia del menor, cobrando fuerza en esta fase la imposición del secreto, donde el abusador convence al niño de que lo que suceda a partir de ese momento es responsabilidad del menor, presionándolo a mantener el secreto o amenazándolo con hacerle daño a él o su familia.

Develamiento.
Develándose el abuso accidentalmente al ser sorprendidos por otros o, si el menor presenta alguno de los síntomas o evidencias corporales o psicológicas típicas del abuso, o bien, al develarse de forma intencional y el menor toma la decisión de relatar a alguien lo que está viviendo.

Reacción al develamiento.
Desata una crisis en el seno de la familia, ya sea por el temor al cumplimiento de las amenazas, la incredulidad ante el relato infantil, temor a la pérdida de bienestar material, temor al involucramiento en un asunto legal, pérdida de la ilusión familiar, pérdida de lazos familiares o la idea de un daño permanente.

Para prevenir el abuso sexual de menores, es preciso considerar 5 aspectos fundamentales:

Información.
Ocuparse de conocer las formas en las que se puede dar el abuso, considerando las nuevas modalidades de abuso por internet, los factores de riesgo a nivel familiar y comunitario, estadísticas e informes, así como estrategias de prevención.

Concientización.
Indicar a los menores que nadie debe hablarles ni tocarlos o besarlos de una manera inapropiada o que los haga sentir incómodos. Explicarles los límites de una caricia afectuosa y, si son pequeños, indicarles cuales son sus partes íntimas, diciéndoles que son las que se encuentran debajo del traje de baño y que nadie las debe tocar, porque su cuerpo es suyo y de nadie más.

Supervisión y vigilancia.
Considerando que la mayoría de los abusos ocurren en lugares aislados, es preciso verificar que las escuelas, guarderías y demás organizaciones y lugares a donde acude el menor, sean instituciones profesionales, legalmente establecidas, con equipamiento de seguridad y personal de confianza, capacitado y perfectamente supervisado en todo momento.

Reconocimiento de señales.
Observar la presencia de hematomas, sangrado, enrojecimiento, golpes o costras en área genital, vaginal o anal, infecciones urinarias, enfermedades de transmisión sexual, secreciones anormales, dolores de estómago, cabeza o garganta, dificultad para sentarse o caminar, problemas para orinar o evacuar, así como presencia de ropa interior rasgada o manchada.

De igual forma, estar atentos ante signos emocionales: tristeza, aislamiento, depresión, ira, agresividad, agitación, trastornos de sueño o alimentación, falta de concentración, desconfianza hacia personas específicas, falta de participación en actividades escolares y sociales, comportamiento sexual y lenguaje inapropiados para la edad o uso de alcohol y drogas a edad temprana.

Reacción responsable.
Ante la sospecha, encarar al sospechoso, advirtiéndole que puede estar excediendo los límites, alejando al menor inmediatamente. Al develarse el abuso de manera intencional, es preciso controlar las emociones y ofrecer al menor todo el apoyo, escuchándolo cuidadosa y compasivamente, dejándolo que se exprese. Intentar conseguir y conservar pruebas y, ante una revelación accidental o intencional, denunciar el abuso a las autoridades, solicitando apoyo médico, psicológico y legal.

De acuerdo con los reportes de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, México ocupa el primer lugar a nivel mundial en abuso, violencia física y homicidio de menores de 14 años. 4.5 millones de infantes son víctimas de este ilícito en el país y únicamente el 2% de los casos son conocidos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia señala, en su informe 2014, que México registra uno de los más bajos presupuestos para atender este mal social. Solo 1% de los recursos destinados a la infancia se dedica a la protección contra la violencia, abuso y explotación de infantes y adolescentes.

Resulta evidente que, en México, este delito contra menores prevalece y va en aumento, por ello, es preciso involucrarse de manera activa en los aspectos preventivos y lograr difundir y motivar a otros a implementar acciones exigiendo, además, al gobierno el apoyo para prevenir y, en su caso, castigar ejemplarmente este terrible delito.

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