Cultura ciudadana: hábitos cívicos de prevención

A fin de incrementar niveles de prevención en nuestras comunidades, conoce cómo estimular valores cívicos

Los habitantes de Latinoamérica poseemos una gran riqueza cultural forjada a lo largo de nuestra historia, otorgándonos un importante sentido de identidad y pertenencia que nos enorgullece en muchos sentidos. Dentro de dicho bagaje, no obstante, muchos adolecemos de una cultura en particular: la cultura ciudadana.

La cultura ciudadana es el conjunto de comportamientos, valores, actitudes y percepciones que comparten los miembros de una sociedad, que determinan las formas y calidad de la convivencia, que influyen sobre el respeto del patrimonio común y facilitan o dificultan el reconocimiento de los derechos y deberes de la ciudadanía.

Este concepto supone que nuestras acciones como individuos están reguladas por tres mecanismos: la ley, la moral y la cultura.

Un individuo puede regularse y ser regulado más fácilmente cuando que lo que dictan estos tres mecanismos confluye, lo cual, en la interacción cotidiana, no siempre sucede: aquéllo que nos ordena la ley puede diferir de lo que nos dice o dicta la conciencia, puede contravenir lo que es grupalmente aceptado.

Este "divorcio" entre ley, moral y cultura puede afectar gravemente la convivencia, el tejido social e, incluso, la productividad de una sociedad.

En términos de seguridad y convivencia, este divorcio adquiere relevancia, interés y preocupación, en la medida en la que se presenta aprobación moral y cultural de acciones ilegales, o bien, indiferencia o desaprobación moral y cultural hacia el cumplimiento de obligaciones legales.

De acuerdo con la ley, las personas estamos obligadas a colaborar con la justicia y a denunciar delitos. No obstante, en algunos lugares la apatía de la sociedad -ante la desconfianza hacia las autoridades o donde incluso los criminales, cuando han logrado imponer "la ley del silencio"- terminan por generar una norma social que contradice y neutraliza, en parte, la norma legal.

El hecho de que la gente no utilice los puentes y pasos peatonales, que los conductores invadan los señalamientos para paso de peatones, los estacionamientos para discapacitados, o la falta de respeto a los policías de tránsito debido a la percepción de corrupción que de ellos tiene mucha gente, representan graves síntomas que ponen de manifiesto que nuestra cultura ciudadana es precaria.

El reto más grande de la cultura ciudadana consiste en superar este divorcio sistemático y motivar la construcción y establecimiento de hábitos cívicos que tengan un ingrediente fundamental: la preocupación por el otro, por el vecino.

Como sociedad, debemos entender que el problema de la inseguridad no es, desde hace mucho tiempo, un asunto de policías y ladrones, sino un tema de principios y valores.

Es preciso que, lejos de intentar encontrar en el entorno de las personas las variables que explican su comportamiento, seobserve lo que ocurre en el interior de los individuos, tanto en su universo moral como en sus patrones y mecanismos de regulación social y, desde luego, sus formas de relacionarse entre sí y con las instituciones.

La cultura ciudadana no es suficiente para garantizar la seguridad ciudadana, pero sí es absolutamente necesaria para concebirla.

Aprende y profundiza sobre este importante concepto, pues el fomentar la cultura ciudadana nos permitirá alcanzar mejores estadios de convivencia, colaboración, interacción y, desde luego, de seguridad en todos los aspectos: sociales, económicos y medioambientales.


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