Justicia por propia mano

La justicia por propia mano afecta a la sociedad en sus objetivos de lograr un Estado de derecho en el que se cumplan las Leyes. Conoced al respecto.

El hartazgo social ante los altos índices delictivos, aunado a la gran frustración de observar que los encargados de velar por su seguridad y de castigar a los delincuentes, se encuentran rebasados, son incompetentes e, incluso, en ocasiones cómplices de los criminales, ha ocasionado que algunas personas opten por hacerse "justicia por propia mano".

Este tipo de "justicieros" se han manifestado a lo largo de los años a través de linchamientos, grupos de autodefensas y, últimamente, en diversos y sonados casos donde los delincuentes fueron asesinados a balazos por una persona.

Penosamente se observa que, debido al hartazgo mismo, infinidad de gente aprueba este tipo de actos, que en realidad representan un abandono de los mecanismos legales, diseñados para garantizar la seguridad jurídica y los derechos fundamentales de las personas.

La aprobación ciudadana de la justicia por mano propia, puede explicarse por la desconfianza en el sistema de justicia, corrupción en sus procesos, falta de incentivos a la denuncia ciudadana, burocracia y la alta impunidad, pero, asimismo, en la falta de cultura ciudadana para respetar las normas, el estímulo de la violencia en los medios de comunicación y la alta percepción de inseguridad.

La falta de confianza de la ciudadanía en las autoridades se incrementa cuando, a pesar de que muchos delincuentes detenidos en flagrancia, denunciados y presentados ante las autoridades, salen libres por "falta de pruebas" o deficiencias en la integración de los expedientes del caso.

Si bien resulta cierto que, con frecuencia, estas situaciones surgen de la ineficacia de las instituciones responsables de la procuración e impartición de justicia, resulta igualmente cierto que puede tratarse de simples actos de venganza o resultado de un fenómeno de masas que obedece a motivaciones poco racionales.

Debemos entender que no podemos abatir la delincuencia con mayor violencia, pues corremos el riesgo de insertarnos en una espiral ascendente, donde terminaremos por llegar a estadios de convivencia más complicados de los que vivimos en la actualidad.

Es preciso aplicar la inteligencia y comprender el origen de la violencia, para emprender acciones de corto, mediano y largo plazo donde las autoridades deberán hacer lo suyo, pero la ciudadanía lo nuestro.

No seas participe de la justicia propia, ejerciéndola o aprobándola.


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