Los datos personales de identificación se utilizan, hoy en día, hasta para pagar impuestos. Conoce cómo puedes protegerlos.
Cuando una persona, de forma no autorizada, adquiere, transfiere, posee o utiliza información personal de una persona física o moral con la intención de efectuar o vincularla con algún fraude u otro delito, comete lo que se ha denominado como robo de identidad, un delito que, a raíz del creciente uso de internet, se ha incrementado a nivel mundial de forma alarmante.
Los datos personales que constituyen la identidad de una persona (del inglés Personally Identifiable Information), son básicamente su nombre, teléfono, domicilio, fotografías, huellas dactilares, números de licencia y de seguridad social, de tarjetas de crédito y cuentas bancarias, nombres de usuario y contraseñas, así como información médica, financiera o cualquier otro dato que permita identificarla.
El robo de identidad puede ocasionar a las víctimas afectaciones de tipo económico, pero asimismo emocional y psicológico.
Más allá de los costos financieros, las personas victimizadas terminan con una sensación de violación de su vida privada que les acarrea severos daños morales, producto de los efectos negativos en su reputación y las subsecuentes dificultades para restablecer su imagen y credibilidad.
Un robo de identidad puede ocasionarnos desde cargos no autorizados a tarjetas, reportes al buró de crédito al no pagar "nuestras deudas", infracciones de tránsito u órdenes judiciales inmerecidas, hasta la utilización de nuestros datos para renta, compra o venta de inmuebles, evadiendo responsabilidades legales y fiscales e, incluso, ocasionarnos registros de antecedentes penales, cuando un delincuente comete un delito y, al ser arrestado, se identifica con nuestro documento robado.
Las víctimas pueden ser cualquier tipo de personas, incluso menores de edad.
El robo de identidad infantil es una tendencia en aumento pues los registros de los menores representan una "página en blanco" para los delincuentes y pueden pasar años antes de que el robo sea descubierto.
Los delincuentes actúan virtualmente mediante internet, es decir 'online', a través de phishing, pharming, spyware, virus, troyanos y diversos tipos de programas y códigos maliciosos o utilizando redes sociales, sistemas de mensajería instantánea o por wardriving, al penetrar en redes inalámbricas desprotegidas y robar la información.
Atacan a personas con teléfonos inteligentes, a quienes vulneran utilizando tácticas de vishing, smishing, clonando sus tarjetas por skimming, o bien penetrando los servidores de organizaciones que albergan información sensitiva.
De igual manera, operan 'offline' obteniendo información personal y sensitiva de sus víctimas robando documentos en su propia casa, en la basura, sustrayendo correspondencia, billeteras y carteras, mediante ingeniería social haciéndose pasar por empleados de alguna organización y solicitando información o, bien, espiando a la gente al acceder a cajeros automáticos.
Un estudio de la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos reportó que, en el 42% de los casos de robo de identidad, las víctimas declararon que el impostor era un amigo, un familiar, su ex cónyuge o pareja, alguna persona cercana o un compañero de trabajo.
Para prevenir y combatir este delito, es preciso conocer la forma en la que los delincuentes operan y reconocer las mejores prácticas y herramientas que se han desarrollado. No esperes a ser una víctima de este delito, evita ser reactivo y proponte ser preventivo.
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